Western al Spaghetti es un género de films, el cual emergió a mediados de los ’60, y que fue bautizado de esta manera debido a que la mayor parte de los films eran producidos por estudios italianos. Sergio Leone es la figura más resaltante de este género. Aquí una de sus mejores films.
El Bueno, el Malo y el Feo (trailer)
Su música universal...
La escena final de El bueno, el Malo y el Feo.
viernes, mayo 16, 2008
miércoles, mayo 07, 2008
HOMENAJE A MAMÁ
MADRE
Carlos Oquendo de Amat
Tu nombre viene lento como las músicas humildes
y de tus manos vuelan palomas blancas
Mi recuerdo te viste siempre de blanco
como un recreo de niños que los hombres miran desde aquí distante
Un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura
A tu lado el cariño se abre como una flor cuando pienso
Entre ti y el horizonte
mi palabra está primitiva como la lluvia o como los himnos
porque ante ti callan las rosas y la canción.
Tu nombre viene lento como las músicas humildes
y de tus manos vuelan palomas blancas
Mi recuerdo te viste siempre de blanco
como un recreo de niños que los hombres miran desde aquí distante
Un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura
A tu lado el cariño se abre como una flor cuando pienso
Entre ti y el horizonte
mi palabra está primitiva como la lluvia o como los himnos
porque ante ti callan las rosas y la canción.
De Cinco metros de poemas.
Nota: Pintura de Oswaldo Guayasamín.
domingo, mayo 04, 2008
EL DESTINO DE LOS SUEÑOS DEL ALFIL ROJO
Fabián Bruno
Eduardo Valdivia Sanz nos ha entregado, bajo el sello editorial Sietevientos, su obra prima: Los sueños del alfil rojo. Este novísimo narrador nació en las tierras de Turicarami en el año de 1970.
Lo primero que llama la atención en este conjunto de cuentos, diecinueve para ser preciso, es la influencia de la múltiples lecturas que Valdivia ha realizado. Toma como punto de partida la realidad ficcional para crear otra que obedece a sus propias leyes, creando situaciones diferentes para personajes catapultados, hace ya bastantes años, al mundo real.
En la narrativa de valdivia encontramos al Quijote de la Mancha transfigurado. Se presenta, por ejemplo, en el cuento “El hechizado” como el terrateniente Miguel Mendoza, que es acompañado en sus aventuras por Bonifacio Aldana, un gordinflón que termina cortándose la lengua para no probar los platillos de su esposa, seguir son su empresa y obtener por fin la ínsula prometida por su patrón. Este personaje no es otro que Sancho Panza. También encontramos al Quijote en el cuento “Los adoradores del carnero” como un caballero redentor, al lado del rey de los micomicones.
Después presenciamos a nuestro Quijote en el cuento “Los hongos silvestres” y esta vez va al encuentro de un combate mortal con el caballero rojo, que no había sido derrotado por ejércitos enteros. En el desenlace, Ruiz, encarnación del caballero andante, despierta de su largo sueño provocado por la ingestión de unos hongos silvestres que había preparado Saturnino, su fiel acompañante y que a todas luces es el no menos conocido Sancho Panza.
Desde otra perspectiva, en “La isla” se encuentra rasgos muy claros de la narrativa de Ray Bradbury. Este cuento nos adentra, de una manera descarnada, en lo inútil que puede resultar la inmortalidad cuando no se tiene anhelos y pasiones. Inmortalidad que se va volviendo, conforme pasan las centurias, en un terrible aburrimiento. Ahondando un poco más en la temática, se puede agregar que cuando el personaje – narrador, junto a otros expedicionarios, intentaba colonizar el planeta Orión, lo sorprende un desastre y, posteriormente, decide averiguar las causas de éste, encontrando en un altar de granito tres libros escritos en el extinto idioma inglés.
Quizá Valdivia nos hace un llamado a la reflexión para cuestionarnos sobre la existencia humana, el poder de los libros, los únicos capaces de salvarnos, redimirnos y llevarnos por mundos desconocidos y ser libres realmente en un mundo esclavo de la tecnología y el afán de sus habitantes por ser dioses, sin sospechar que sólo somos un alfil rojo en el inmenso tablero de ajedrez del universo.
En el libro encontramos también rasgos de las épocas que nuestros padres y nosotros mismos hemos vivido y seguimos viviendo. Por ejemplo en “No era necesario cruzar el charco” sentimos lo que realmente significa ser latinoamericano y soñar con una futura y mejor vida al querer emigrar al extranjero, donde somos vistos como mano de obra barata e invasores, padeciendo xenofobia a la vuelta de cada esquina.
La narrativa de este novísimo narrador explora directamente en la historia. En su cuento “El castillo de mora” nos relata las aventuras de un descendiente de la estirpe española e indígena; este mozo intrépido logra la rendición de los alpujarras y en la carnicería que significó la batalla encuentra a una mujer mora muy bella. Se enamora de ella, pero ésta termina cortándose las venas: no resistió vivir al lado del hombre que propició la caída de su linaje.
El libro aborda en “Cuando se envejece” al homosexualismo, desde una visión etárea, presentándonos la historia de un homosexual entrado en años que se ve desplazado por uno más joven y guapo que él, y para que esta situación no continúe recurre a los favores de un santo.
Mención aparte merece una de las piezas fundamentales del libro: “Los adoradores del carnero”. En este cuento, Valdivia, nos traslada de manera cinematográfica a la vida de los pobladores del desierto que adoran al Maligno e invaden el reino de Micomicón, implantando sus costumbres oscuras a fuerza del terror, llenando una tierra de paz en un valle de oscuridad y desesperanza. En esta magnífica muestra narrativa se puede rastrear la influencia de J. R. Tolkien, por darle un carácter épico insospechado, basándose, según las declaraciones del autor, en la II Guerra Mundial y en Adolfo Hittler como Señor Oscuro.
Para concluir, “Cada libro tiene su destino”, escribe Eduardo Valdivia Sanz en el cuento “La isla” y el destino de “Los sueños del alfil rojo” se concretiza en la transformación de las realidades que encontró su autor en sus múltiples lecturas y que volcó para avivar la hoguera eterna que representa el oficio de la escritura literaria.
viernes, mayo 02, 2008
REALISMO TRÁGICO EN LA NOVELA “MARIANA, EL PURGATORIO”
Cosme Saavedra es un novísimo narrador, aunque su labor ya se rastrea desde Los Ángeles del Abismo, aquellos solitarios que invadieron las calles con su prosa inflamaria; pero este grupo que sentó su actuar en la comarca de Sullana, extinguió su llama flamígera, como versa Ricardo Musse, y cada uno de sus integrantes siguió su camino por separado y mucho más solos que antes; en una de las tantas conversaciones que he tenido con Cosme Saavedra, me hizo conocer la existencia la trilogía Historia General de la Jorca, que está estructurada por las novelas Mariana, el purgatorio; Mariana , el averno; y Mariana, el paraíso.
De esta trilogía no se ha impreso ninguna de las novelas por razones ya bastante conocidas en nuestros suelos peruanos. Sólo ha aparecido unos capítulos de Mariana, el purgatorio, bajo el nombre de Ya no llovería para julio.
Aquí una nota titulada Realismo trágico en la novela Mariana, el purgatorio, que escribiera por el año 2002, su camarada César Gutiérrez Alva.
Al leer “Mariana, el purgatorio” he sentido la lámpara resplandeciente que ilumina el sendero de un novel escritor. Después de esta novela los “Ángeles del Abismo” justifican su paso por este mundo. Cosme ya encontró la clave para abrir el cofre de los trovadores, husmear en sus secretos y apoderarse de las formulas para ejercer el oficio delirante de contar historias.
Esta novela es más que un ritual para exorcizar a los demonios que habitan la décimo primera cuadra de la calle San Martín, es más que una fiebre de Luna virgen. Es, me parece, el canto esperado por nuestra generación insomne y anónima, canto metafísico y apologético para una ciudad desprovista de poesía, pero empeñada en parir poetas. Es también el vuelo enigmático de una visión compartida del mundo.
Al descifrar su trama, se puede sacar en claro que estamos ante una novela de tránsito hacia la madurez. Terrible tránsito a la adultez de unos personajes enteramente desarraigados, trágicos y sensibles. Cada personaje delineado por la pluma de Cosme Saavedra, es el microcosmos de la desolación, el retrato individual del genocidio de la esperanza o de la muerte por eutanasia de los bellos sueños de una generación que se presume extraviada en una época atroz y suicida.
“Mariana, el purgatorio”, es el realismo poético de la tragedia individual, el prototipo de una novelística que pretende hacer de los caminos de la desdicha una soterrada escuela para aprender la felicidad del caos. Allí se quiebran los sentimientos y las voluntades más nobles, mueren los amores inmaculados y se emputecen los besos de las vírgenes. Pero no obstante, la vida avanza inexorable hacia su propia realización: No interesa la felicidad humana, importa el transcurrir incontenible de la vida sin reparar la calidad de vida de lo existente. Entonces, es pertinente dejar establecido que el caos, la penuria, la sordidez son también manifestaciones de la vida, y es inútil aspirar a su abolición, adheridos a la promesa de un paraíso bíblico liberador, ¿Liberador del lado imperfecto y doliente de la vida? Pero si ello constituye el equilibrio dialéctico de la existencia. Los paraísos ideados por la mente humana niegan la posibilidad de una vida digna, feliz y eterna en los purgatorios.
La poética de Cosme Saavedra es un significativo aporte temático y estilístico a nuestra narrativa regional. Su novela pretende ser la epopeya de la existencia en el mundo moderno. Es la peripecia humana en la época de la globalización donde la muerte de paradigmas ha dejado espacio para todos aquellos fanatismos que pretende ser luz en la tiniebla.
El argumento narrativo posee un hilo conductor fundamental: Los vínculos espirituales y literarios –por azar o por premeditación- de tres generaciones de escritores, la Caravanera, Ángeles de Neón y los Ángeles del Abismo; quienes ofrecen distintos enfoques y versiones de acontecimientos ficticios y reales: Los sifilíticos y volcánicos amores e Sigmund y Mariana, la mítica influencia de una ajorca en la vida de los personajes, el Fenómeno del Niño de 1983, los conflictos fronterizos en el norte peruano, algún asomo de hechos de la guerra interna y la sombría década del ’90.
En el plano de la reflexión estética-literaria se dilucida, en reiteradas ocasiones, respecto al rol del escritor y su ubicación en el contexto social. Al parecer este es un punto donde la novela apuntala gran parte de su razón de ser. Se presenta como una trama del pensamiento cuyo principal cometido es dar una respuesta transitoria y satisfaciente al conflicto entre literatura y realidad. Esa dilucidación obedece a la necesidad existencial de nuestro novel escritor para lograr pertrecharse de un credo creativo o marco referencial estético que garantice consecuencia y permanencia en el oficio.
No exagero en decir que Saavedra Apón es uno de los más lúcidos y talentosos demiurgos que el silencioso vanguardismo de los “Ángeles del Abismo” ha dado a la literatura regional.
Junio, 2002.
Nota: En la fotografía: Jalevi Juárez, Cosme Saavedra Apón, Josué Aguirre y Angel Hoyos.
De esta trilogía no se ha impreso ninguna de las novelas por razones ya bastante conocidas en nuestros suelos peruanos. Sólo ha aparecido unos capítulos de Mariana, el purgatorio, bajo el nombre de Ya no llovería para julio.
Aquí una nota titulada Realismo trágico en la novela Mariana, el purgatorio, que escribiera por el año 2002, su camarada César Gutiérrez Alva.
Al leer “Mariana, el purgatorio” he sentido la lámpara resplandeciente que ilumina el sendero de un novel escritor. Después de esta novela los “Ángeles del Abismo” justifican su paso por este mundo. Cosme ya encontró la clave para abrir el cofre de los trovadores, husmear en sus secretos y apoderarse de las formulas para ejercer el oficio delirante de contar historias.
Esta novela es más que un ritual para exorcizar a los demonios que habitan la décimo primera cuadra de la calle San Martín, es más que una fiebre de Luna virgen. Es, me parece, el canto esperado por nuestra generación insomne y anónima, canto metafísico y apologético para una ciudad desprovista de poesía, pero empeñada en parir poetas. Es también el vuelo enigmático de una visión compartida del mundo.
Al descifrar su trama, se puede sacar en claro que estamos ante una novela de tránsito hacia la madurez. Terrible tránsito a la adultez de unos personajes enteramente desarraigados, trágicos y sensibles. Cada personaje delineado por la pluma de Cosme Saavedra, es el microcosmos de la desolación, el retrato individual del genocidio de la esperanza o de la muerte por eutanasia de los bellos sueños de una generación que se presume extraviada en una época atroz y suicida.
“Mariana, el purgatorio”, es el realismo poético de la tragedia individual, el prototipo de una novelística que pretende hacer de los caminos de la desdicha una soterrada escuela para aprender la felicidad del caos. Allí se quiebran los sentimientos y las voluntades más nobles, mueren los amores inmaculados y se emputecen los besos de las vírgenes. Pero no obstante, la vida avanza inexorable hacia su propia realización: No interesa la felicidad humana, importa el transcurrir incontenible de la vida sin reparar la calidad de vida de lo existente. Entonces, es pertinente dejar establecido que el caos, la penuria, la sordidez son también manifestaciones de la vida, y es inútil aspirar a su abolición, adheridos a la promesa de un paraíso bíblico liberador, ¿Liberador del lado imperfecto y doliente de la vida? Pero si ello constituye el equilibrio dialéctico de la existencia. Los paraísos ideados por la mente humana niegan la posibilidad de una vida digna, feliz y eterna en los purgatorios.
La poética de Cosme Saavedra es un significativo aporte temático y estilístico a nuestra narrativa regional. Su novela pretende ser la epopeya de la existencia en el mundo moderno. Es la peripecia humana en la época de la globalización donde la muerte de paradigmas ha dejado espacio para todos aquellos fanatismos que pretende ser luz en la tiniebla.
El argumento narrativo posee un hilo conductor fundamental: Los vínculos espirituales y literarios –por azar o por premeditación- de tres generaciones de escritores, la Caravanera, Ángeles de Neón y los Ángeles del Abismo; quienes ofrecen distintos enfoques y versiones de acontecimientos ficticios y reales: Los sifilíticos y volcánicos amores e Sigmund y Mariana, la mítica influencia de una ajorca en la vida de los personajes, el Fenómeno del Niño de 1983, los conflictos fronterizos en el norte peruano, algún asomo de hechos de la guerra interna y la sombría década del ’90.
En el plano de la reflexión estética-literaria se dilucida, en reiteradas ocasiones, respecto al rol del escritor y su ubicación en el contexto social. Al parecer este es un punto donde la novela apuntala gran parte de su razón de ser. Se presenta como una trama del pensamiento cuyo principal cometido es dar una respuesta transitoria y satisfaciente al conflicto entre literatura y realidad. Esa dilucidación obedece a la necesidad existencial de nuestro novel escritor para lograr pertrecharse de un credo creativo o marco referencial estético que garantice consecuencia y permanencia en el oficio.
No exagero en decir que Saavedra Apón es uno de los más lúcidos y talentosos demiurgos que el silencioso vanguardismo de los “Ángeles del Abismo” ha dado a la literatura regional.
Junio, 2002.
Nota: En la fotografía: Jalevi Juárez, Cosme Saavedra Apón, Josué Aguirre y Angel Hoyos.
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