Portada del libro |
Henry Córdova Bran
En un país como el Perú, cargado de
desigualdades, injusticias y viejos vicios entre su clase política y su medio
social, la presencia del eternamente joven Javier Heraud sigue latente. Quizás
por eso la reciente publicación del Libro “Entre los Ríos Javier Heraud
(1942-1963)”, escrito por su hermana Cecilia, sea una ocasión para el
reencuentro con el poeta.
El
miércoles 23 de abril se presentó este libro en el Centro Cultural de la
Pontificia Universidad Católica del Perú. El auditorio del piso cinco estaba
abarrotado muchos minutos antes del inicio. No era para menos, el libro que se
presentaba constituye un documento de primera mano para quienes están interesados
por acercarse al nervio más íntimo del poeta guerrillero que un 15 de mayo de
1963, cuando contaba con apenas 21 años, fue asesinado en medio de las aguas
del río Madre de Dios.
En
los minutos previos a la presentación, se percibía en la sala un ambiente de
especial añoranza, parecía como si cada asistente tratara de vivir a su modo y
en modo colectivo a la vez su relación con Javier Heraud. Entre los jóvenes,
que a pesar de no haberlo conocido lo hemos leído con fervor de militante,
siempre nos mereció el fraterno afecto, la admiración y el respeto. Estando
allí recordé los versos de Manuel Scorza en un poema dedicado a César Calvo “El
Che llevaba en su mochila acribillados versos de León Felipe/ y Javier Heraud
llevaba una carta tuya en su chaqueta./ El impiadoso río Madre de Dios arrastró
su cuerpo,/ tu cuerpo, mi cuerpo, nuestra acribillada juventud, todo./ Pero la
vida fluye más rápido que el río Madre de Dios…”. Y la velada del 23 de abril
parecía demostrar esto precisamente, que la vida fluye más rápido que el río
Madre de Dios, que 51 años después Javier se sentaba entre nosotros de la mano
de su hermana Cecilia.
“Entre
los ríos”
Cecilia
Heraud Pérez tenía 20 años cuando supo que su hermano había muerto en la selva
peruana. Desde entonces vio como su padre, Jorge Heraud Cricet, se dedicó a
mantener viva la imagen de Javier, empezando por aquella emotiva carta que
escribió al diario La Prensa en la que afirmó enfáticamente que “para nuestra
familia, sin distingos, nuestro Javier es el símbolo de la pureza y del
sacrificio”. Al morir su padre, cuenta Cecilia en el prólogo del libro, la
tarea de continuar con esa tarea le quedó encomendada.
El
primer comentario sobre el libro estuvo a cargo del escritor Jorge Eslava,
quien empezó confesando el temor que sintió al ser invitado a presentar este
libro “vacilé por temor a quebrarme”, luego contó que el año 1978 visitó el
cementerio en Puerto Maldonado donde todavía descansaban los restos de Javier
Heraud y que en ese viaje tuvo un pequeño accidente de moto que le dejó una
cicatriz que lleva hasta ahora. Eslava afirma sentirse muy próximo a Javier, no
sólo por vivir cerca a la casa en que el poeta vivió en Miraflores y recorrer
las calles que él recorría cuando niño y adolescente, sino también por haber
conocido a la familia de Javier, amigos, maestros y porque recuerda el día en
que vio a su padre consternarse con la noticia de que un joven poeta había sido
asesinado en aquel lejano mayo de 1963.
Eslava
comenta que a veces es difícil entender porqué Javier Heraud abrazó la causa de
la lucha guerrillera. Si se afirma que toda lucha es violenta y la violencia es
mala y por tanto una revolución violenta puede ser contraria a la búsqueda de
la paz en la sociedad. Eslava afirma que en la respuesta a esa cuestión radica
la razón para entender al Javier Heraud guerrillero y revolucionario “la
revolución no crea la violencia, la violencia está en el mundo, abrimos un
libro de historia y reconocemos un mundo violento a causa de las desigualdades
y las injusticias”.
El
escritor que en el año 1980 ganó el premio poeta joven del Perú y el premio
Javier Heraud finaliza su intervención diciendo que “la trascendencia de su
acto radica entre lo poético y valiente, fue el fuego incandescente de toda su
generación”.
El
otro invitado de Cecilia para comentar el libro es el psicoanalista Eduardo
Montagne, quien nos invita a preguntarnos ¿cuál fue la trayectoria interna
emocional de un joven que a los 16 años ingresa a la universidad y a los 21
muere abaleado como miembro de una guerrilla en la selva? Montagne se remite a
la carta que Heraud escribe a su madre y deja en Cuba encargada con la
instrucción de que la hagan llegar a su madre en caso él muriera “yo hubiera
querido vivir para agradecerte todo lo que has hecho por mí, pero no podría
vivir sin servir a mi pueblo y a mi patria. Eso tú bien lo sabes, tú me criaste
honrado, justo, amante de la verdad de la justicia”. Montagne nos dice que hay
que recordar que en la generación de Javier “se vivía una militancia casi mística
y Javier vivió eso de manera muy personal”. En un rápido análisis de algunos de
sus poemas y cartas, concluye que “en el joven Javier confluyen un impulso
inmenso de deseos de vivir y a la vez un impulso grande que lo acerca a la
muerte”
Cuando
Cecilia Heraud, hermana del poeta, toma la palabra hace una pausa para contener
la emoción. Nos dice que este libro surgió como una necesidad, primero de
enterrar nuevamente a su hermano cuya presencia ha estado muy presente en ella
y su familia durante todos estos años, casi como si siguiera con vida; en
segundo lugar, la necesidad de dar respuesta a muchos jóvenes que siempre
buscaban a su padre primero y a ella después para conocer más sobre la vida de
Javier.
Entre
los Ríos es un libro que bien vale la pena leerse. Concentra en él un mundo
íntimo del poeta al que no siempre se tiene acceso y que complementa otras
ediciones que ya nutren los estudios y biografías sobre Javier.
Antes
de finalizar, Cecilia nos tiene reservada una sorpresa. Presenta un audio que
su hermano grabó en una vieja grabadora en los lejanos inicios de los años 60.
Se trata de una entrevista que Mario Vargas Llosa le hace a Javier Heraud en
París. Los dos jóvenes escritores de aquellos años hablan sobre literatura
peruana contemporánea y finalmente a pedido de Vargas Llosa lee el poema “Mi
Casa Muerta” la voz potente de Javier Heraud, que escucho por primera vez,
inunda la sala y todos entonces nos empezamos a sentir entre ríos, árboles y
pájaros.
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