Portada del libro |
Reynaldo Cruz
Zapata
Conozco
a Augusto Rubio, gracias a dos pasiones que compartimos: el periodismo y
la literatura. Conozco a Augusto Rubio, gracias a esta conexión mundial de
información llamada internet. Si la memoria no me falla esta es la tercera vez
que nos reencontramos en persona, desde que nos contactamos a través de los
blogs, y del desaparecido Messenger.
Augusto
es un poeta, un artista, y por lo tanto un ser humano que se conmueve de la
realidad, aquella que lo cuestiona, que lo motiva a escribir versos y crónicas,
para este instante y también para cuando ya no estemos más físicamente; como
buen lector, conocedor del universo interno, Augusto, se adentra en la pasión
del periodismo y de la literatura que se unen en un mar de desencuentros, en
sus crónicas de este “Mundo Cachina”.
Este Mundo
Cachina es el lugar donde encontramos todo aquellos escritos envejecidos por el
tiempo, olvidados en el instante que creímos haber madurado, crecido, logrado
nuestros objetivos. En estos textos, la letra viva y el instante lingüístico confluyen
en un testimonio personal, del poeta plasmando personajes sociales de su natal
Chimbote como “La tía Sara” y su identificación con la lucha sindical en el Puerto.
Esta entrega
de crónicas desarrolla temas como el feminismo posero, vacío, sin otro mérito
que la protesta por la protesta, tal como la apreciamos en “Give me the power”.
Como expresa Augusto, ha querido escribir de la puta mare, un texto que vacile,
que conecte a la gente, ustedes manyan, se tratan de unas crónicas para
saborear a la hora de la cena con la televisión apagada y una lata de cerveza.
Puedo
apreciar en “Mundo Cachina”, una nostalgia, por el Puerto, por el tiempo ido,
por la infancia, por los familiares y los amigos, por este país jodido, por los
poetas y el arte, por el silencio, que ahora reina en esta sala. Hay una
nostalgia también por esa reconciliación que aún no llega, que aún esperamos.
Algunas
de las crónicas se plasman en las horas más esperadas: La nochevieja y el
primer día del año. Fechas propicias para replantearnos la vida, para decir aquí
bajo, voy a cambiar de ruta en la combi. Hay una visión urbana, que nos guía
por Chimbote, por las mudanzas de casa y las mudanzas de urbe, como queriendo
recoger los recuerdos que uno decide dejar de lado porque cree que ya no sirven
para nada, como cuando dejamos las cosas inservibles en el mundo entrañable de
la Cachina.
Y la Cachina
es ese mundo que se encarga de darle vida a aquello que desechamos, aquello que
hemos desgastado con el tiempo y que creemos que ya debemos dejarlo atrás.
Igual sucede con estos textos: son textos del recuerdo que adquieren una nueva vida
en este libro, que se convierten en relatos valiosos gracias a la prosa poética
de Augusto Rubio, que a través de un lenguaje filudo y coloquial nos atrapa
desde el título.
Augusto Rubio |
Y en
estas páginas el autor se confiesa, se mira al espejo, nos mira al rostro, nos
convida su talento lirico, su pasión por Alianza Lima, su amor y desamor por la
rutina de las salas de redacción, la búsqueda de la libertad en las calles de
Chimbote. Esa angustia de ser poeta y sentir el dolor del mundo reciclado en
recuerdos y despedidas.
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