miércoles, noviembre 30, 2011

MAGENTA: EL RETORNO


Magenta hizo saber su alejamiento de la publicación de su revista homonima en junio de 2009; desde entonces no se ha sabido mucho del grupo. Este año han retornado, con varios proyectos bajo el brazo: Restos de batalla, que al parecer es una antología de sus miembros; y la publicación de su revista, que ya lleva dos entregas. Con esta señal clara nos dejan una estela de compromiso con el oficio de la escritura.

Aquí una muestra del trabajo de Luis Gil Garcés , uno de sus integrantes:

Mar apurada hoja

Mar, de apurada hoja, descansa temprano
pues no me atrevo ni quiero morir
en un paraíso de corto círculo,
donde el sol sea solamente eso,
donde el silencio cumpla lo que aplasta…
¡Fortín de toda voz, final dudoso!
¿Cuántos pies y olas te atarán?
Veo, se ocultan para recobrarse
mientras lo lejos devora lo cerca.
¡Mi Mar, tu tiempo ha sido extraído!
¡Termina el amor que aún está escrito!

LAS TIERRAS LEJANAS



Eduardo Valdivia Sanz

Las olas lamen los barcos nervudos de los guerreros,
el sol cae en vuelo lastimero de ganso;
La costa parece lejana, escondida detrás de las nubes
que anuncian tormenta;
El capitán Jensen otea el firmamento celeste,
añora en el viento las tierras heladas
y los fiordos poblados de bosques azules;
Dinamarca es un hechizo de una bruja de Constantinopla
Tan lejana como esa tierra maldita,
que no termina de aparecer en la línea del horizonte;
Sus hombres murmuran a Odín,
temen por su capitán,
la tierra no aparece y el agua dulce está por terminarse,
pero seguirán adelante;
Los remos son sus almas
que cortan la inmensidad negra de la desesperanza,
Jensen escucha a las brujas de Irlanda,
Le muestran el camino dorado
donde la tierra es extensa
como la locura eterna de los hombres,
Jensen, Jensen,
el descubridor de las tierras de los hombres de piel roja.

JOSÉ LALUPÚ: BANDOLERO RETIRAU: EL BURRO CAMPECHE




Con este post se da inicio a la publicación de "Bandolero retirau", trabajo de José Lalupú. Cada tiempo prudencial se posteará las aventuras del Retirau.

“EL JARDIN DE LA DONCELLA: LA NOVELA DE LA BEATITUD SACRILEGA O DEL PECADO REDENTOR”



Cosme Saavedra Apón

La lectura de esta novela me ha producido un éxtasis del cual aun no logro sustraerme, un abundante efluvio de sensaciones que van desde la sublime percepción de una castidad a prueba de todo, como lo es la extraña y hasta huraña vida de Magdalena de los Ángeles.
La novela transcurre entre los años 1655 a 1678. Desde que nace la enigmática Magdalena de los Ángeles y transcurre su vida guiada por una voz celestial que la previene de desgracias y la hace su devota no en los conventos sino desde las calles de la Lima del siglo diecisiete, teniendo un desenlace fatal cuando un terremoto sacude la Ciudad de los Reyes y venga, con la ira de la naturaleza, la muerte de la doncella condenada por la inquisición a consumirse en la hoguera.

Cada personaje delineado por la pluma del diestro narrador Carlos Rengifo, está impregnado de la savia de cada una de las flores de este majestuoso jardín sembrado por la doncella para aplacar sus ansias, aquella lucha interior que devastaba sus entrañas: el dilema entre declinar a la carnalidad explorando sus potencialidades femeninas o practicar un culto de entrega absoluta a ese dios que ella concibió desde que escuchó el llamado divino, cuando niña. Cada personaje desde su mundo interior, desde su impronta de tristeza, soledad o redención no es sino una semilla cultivada por esta doncella: “La rosa, sigue fresca y amorosa, para quien se ofreciera, el girasol espontáneo y juguetón, la dalia la flor de la pasión y los impulsos desmesurados, el gladiolo que no podía con su tristeza, la petunia hacía sus travesuras sin disculparse y el helecho, que al igual que Magdalena de los Ángeles, se imbuía de la espiritualidad”.

Si en una ocasión un perturbado personaje de esta novela ha atentado contra la castidad de la doncella, su muerte va despuntando poco a poco, como una terrible premonición. No se puede asegurar si una aureola celestial o tal vez un macabro sortilegio se encargaba de aventarlos a la fatalidad. Las calles, la usanza, hasta los mínimos trastos de la época son tratados por el narrador con un cuidado portentoso, con una cadencia que por momentos nos traslada sutilmente a esa época en busca de la Doncella. Es que Carlos Rengifo no simplemente ha escrito una novela contextual, basada en referentes históricos verosímiles, sino ha erigido toda una galería de pasiones y emociones jamás exhibidas por esa sociedad gobernada por virreyes, que estuvo signada por muchos años por el ojo poderoso e inclemente del Santo Oficio.

A lo largo de estas 230 páginas no podemos sino arrobarnos o despertar atrapados en la ficción literaria donde los tormentos humanos y las pasiones más temerarias nos convierten en mudos cómplices de las vicisitudes de estos seres delineados para buscar su redención en los recovecos de la fe o en las cimas de la vida alborotada.

Confieso sinceramente que he leído el resto de novelas a las cuales se les ha conferido este prestigioso galardón como es el Premio de Novela Corta Julio Ramón Ribeyro y considero, a mi juicio lector, que esta novela junto a la novela de Pilar Dughi, Puñales Escondidos, son pues un magnífico producto, realizaciones estéticas que van a desafiar el tiempo, porque son novelas hechas con amor, que buscan en todo momento retratar al ser humano desde sus fibras internas, sus necesidades de redención y humano goce, de búsqueda vivencial y de hallazgos supremos.

Para octubre, esta magnífica novela, se presentara en Alemania, Francia y España, en una gira en la que Carlos Rengifo llevará bajo el brazo este hermoso artefacto lirico, elegiaco, desacralizante que se conduce, a fin de cuentas, entre la delgada frontera que separa lo angelical de lo estrictamente sensato o, desde la otra perspectiva,  desafía una época en la que la locura de sentirse supremo no era una enfermedad mental sino un signo demoniaco.

Felicito a mi gran amigo Carlos Rengifo por esta hazaña novelística que estoy seguro nos dejará con la imperiosa inquietud de asomarnos, por los resquicios del tiempo y la imaginación, con la esperanza de encontrar a Magdalena de los Ángeles, despojada de toda malicia, buscando a su redentor en las llamas del fuego narrativo que sólo la literatura puede encender en nuestros derrumbados y estoicos corazones.