lunes, abril 01, 2013

El Ñañañique cuenta


Portada del libro

José Lalupú Valladolid

Si el Ñañañique y la bella Chulucanas fuesen amado y amada, ¿qué cosas no le susurraría al oído nuestro cerro ancestral? ¿Cómo correspondería a la manera tímida en que ella se ha ido acercando a él, poco a poco en el tiempo, hasta fundirse juntos en un abrazo? Las respuestas a estas preguntas tal vez las encuentre el lector en las páginas de este libro, porque en él han confluido las plumas de quince hombres y mujeres, hijos del Ñañañique y Chulucanas, quienes a manera de confidentes, tal vez, lo saben; y ese conocimiento secreto se ha convertido en los cuentos de esta selección.

Emprender la búsqueda para conocer la idiosincrasia de un pueblo, hurgar en su memoria colectiva es trabajo arduo, pero no imposible si se piensa en que revisar su literatura es un buen camino para lograrlo. La literatura de Chulucanas, aunque joven  ha dado ya sus primeros pasos, y sus cimientos son sólidos si se piensa en nombres consagrados como Héctor Vate Manrique, Raúl Estuardo Cornejo, Carlos Espinoza León, José Enrique Briceño Berrú o Luis Eduardo García; y otros poetas y narradores cuya obra luce por su solvencia estética y, en algunos casos, goza de reconocimiento internacional.

Si en esa búsqueda tratáramos de encontrar la chulucanidad, esa personalidad cultural y común a nuestro pueblo, y si esta chulucanidad existiera, estamos seguros de que estaría capturada en este libro como en un revuelto de frejol, de cerámica, chicha, sol, chilalos, leyendas, cumananas, tondero y, por supuesto, su caballa al jugo.

Existe un comentario irónico acerca de las antologías que dice que en ellas “Nunca están todos los que son, ni son todos los que están” y es que en esencia, toda antología es incompleta y, por eso, polémica. El lector podrá encontrar en esta selección de cuentos que junto con los nombres consagrados están también los nombres de escritores cuya obra, plena de talento, va abriéndose paso en nuestro panorama literario. Tal vez por eso, esta selección resulte discutible, pero los posibles críticos no deben perder de vista que esta no pretende ser una antología histórica (aunque podría ser el primer paso para un estudio sistemático de nuestras letras), tampoco pretende ser una antología definitiva; sino más bien sólo una muestra, una exposición fresca de lo que han producido, producen y producirán los artistas de nuestra tierra.

En primer plano, se ha colocado a los autores que “oficialmente” tienen una carrera de escritores (considerándose para ello el criterio de haber publicado un volumen independiente, lo cual le puede resultar a alguien muy discutible, cosa que le permitimos) y se los ha ordenado de acuerdo a la fecha de publicación de ese primer libro.  Esto sí, creemos, puede dar pie a un futuro estudio sistemático e histórico de nuestra narrativa.  En segundo plano, se ha colocado, y por orden cronológico según su fecha de nacimiento, a los autores que sin haber publicado un libro han llevado adelante una sostenida labor literaria y también aquellos para los que este libro viene a significar su primera aventura libresca. Esto último bien puede ser un mensaje acerca de que el cultivo de las artes, si se tiene la suficiente seriedad para ello, es un paraíso abierto para todos los que deseen incursionar en él. Nosotros, desde la Asociación de Escritores de Chulucanas José María Arguedas invitamos a todas las personas interesadas en el bello arte de la Literatura a unirse a nuestra aventura.

El viaje: la metáfora del viaje que siempre usamos para representar la vida o parte de ella, podría usarse también para representar la lectura de este libro: que el lector viaje a través de sus páginas, y si imagina que es sobre una mula chulucanense (o un piajeno), mejor. Así podrá viajar por estos cuentos escritos con tanto cariño y calidad, detenerse como quien se detiene en una ramada a degustar un poto de chicha o clarito y un buen piqueo, en estas historias que como nuestra Chulucanas, son multicolores, fantásticas, terrígenas, enfáticas, mutables, deliciosas.

Datos del libro:

Título: "Cuenta el Ñañañique".
Presentación y selección: José Lalupú Valladolid.
Editorial: Lengash.
Fecha de presentación: Julio de 2012.


César Elías Preciado, huaquero de historias


Portada del libro

Carlos Espinoza León

Hace pocos años, leí en la revista “Aires de mi tierra”, que se edita semanalmente en Chulucanas, unos relatos que concitaron mi interés y que de inmediato despertaron en mí la curiosidad por conocer al autor de esos escritos, pues me habían impactado sobremanera.  César Elías Preciado es natural de La Encantada, tierra que queda a  quince minutos de Chulucanas. Dicho lugar es hoy en día un emporio de gente dedicada a trabajar la arcilla en un sinnúmero de talleres y que ha contribuido al bien ganado privilegio de que la cerámica de este distrito de Chulucanas ostente la denominación de producto bandera, convirtiendo por antonomasia a la ciudad de La Encantada y al pueblo de Chulucanas en lugares turísticos de afluencia nacional y extranjera. Aquí, en este mitológico pueblo, nació y vivió el Patriarca de la cerámica, don Max Inga Adanaqué, con quien me unía una gran amistad, y a quien siempre visité durante muchos años.

Tuve pues, el privilegio de conocer un día a César Elías Preciado, en un evento cultural realizado en el parque principal de Chulucanas.  Él también me dijo que tenía muchos deseos de conocerme personalmente y que era gran lector de mi producción literaria. La primera impresión que tuve fue que estaba ante un jovencito de unos diecisiete años; por su talla menuda, rostro siempre sonriente y cara de niño,  y su impresionante amabilidad y sencillez. Poco a poco me fui enterando de que lo animaba un gran espíritu de superación: era egresado de la Escuela de Bellas Artes de Piura, pintaba hermosos cuadros y hacía esculturas en madera de algarrobo y zapote. Además,  era  ceramista y profesor de escuela. Cultivaba la tierra junto con su padre y hermanos en la chacra en vacaciones y días feriados; y escribía hermosos relatos sobre historias arrancadas de la oralidad de los más ancianos del pueblo. Precisamente, en este su primer libro, que ha seleccionado y titulado “Relatos de La Encantada”, nos entrega 22 historias de excelente calidad literaria. En todos estos relatos, se aprecia las costumbres, tradiciones, modismos, anécdotas y todo el devenir de las actividades diarias desarrolladas en ese pintoresco lugar, tierra de agricultores y ceramistas, crianderos de cabras y huaqueros en Semana Santa.

Con orgullo, felicito a César Elías Preciado, por el esfuerzo desplegado, como huaquero de historias, hurgando en el recuerdo de los sabios del pueblo que son nuestros ancianos, para rescatar este legado ancestral y que hoy nos entrega en este su primer libro, con la humildad y la sencillez que lo caracteriza, virtudes que dan fortaleza al espíritu y asideros en el corazón del pueblo.


Datos del libro:

Título: "Relatos de la encantada".
Presentación y selección: César Elías Preciado.
Editorial: Lengash.
Fecha de publicación: Julio de 2012.

El político



Eduardo Valdivia Sanz


Las colas para las inscripciones de la Universidad Nacional son largas, a los miembros del C.A.S.—agrupación política que controla el Concejo Universitario—los empleados de la Universidad Nacional les otorgaron preferencia en la cola y alrededor de cincuenta reconocidos partidarios del C.A. S ingresan en la oficina de matrículas.  

Decenas de alumnos que se encuentran en la larga cola pifian a los militantes del C.A.S:

—¡Conchudos respeten la cola!

Se oyó un grito entre la multitud.  

—¿Quién les ha dado corona?

Los alumnos de la cola teclean por medio de sus celulares mensajes de protesta contra los dirigentes del C.A.S en los foros de las principales redes sociales.

Durante los siguientes treinta minutos, se monta una marcha bien organizada.

De la nada, por las veredas y pistas del campus universitario, surgen muchachas y muchachos con pancartas en las manos y con un monigote de paja al que le han dibujado el rostro del rector de la Universidad Nacional.

Los manifestantes gritan que Defensoría del Pueblo investigue al rector; la prensa escrita le imputa numerosos cargos de corrupción administrativa.  

La protesta se sale de control y los administrativos de la oficina de matrículas telefonean a la policía nacional; los revoltosos incendian el auto del rector y luego apedrean los vidrios de la biblioteca central.  

Los miembros de la policía nacional disparan sus escopetas Spa 12 con gases lacrimógenos; diez efectivos del escuadrón Águilas Negras detienen a varios estudiantes de los primeros ciclos de ingeniera.

—Llevamos cinco horas debajo del sol—dijo Luis Pasiche—, no es justo que por los vivos de la política universitaria nos freguemos todos los alumnos.

Los estudiantes con mejor promedio, en las universidades privadas, les dan preferencia a la hora de la matrícula.

—La injusticia social no es patrimonio de ninguna institución en particular—dijo Carlos Tejada—,  no te amargues. Cada vez que me matriculo no encuentro cupo en los cursos.   

No controlamos el manejo administrativo, a los salvadores del mundo los expulsan de la universidad.  

Pasiche sonríe, los compañeros de promoción de la Escuela de Periodismo le han hablado de Tejada y de sus comentarios viscerales, no en vano le dicen Rayuela pensó Luis.

—¿Cuándo se jodió el Perú?

—Qué sé yo—dijo Tejada: mira el rostro de Fidel Castro, en la camiseta de Luis—, la misma pregunta formuló Vargas Llosa.

Mejor cuestiona cuándo se jodió la Universidad Nacional. Estoy seguro de que hallarás la respuesta.

Desde aquel día de la revuelta, Carlos y Luis entablaron amistad, se respetaban pero se  envidiaban.

A Carlos lo contrataron como reportero del diario «La República» y publicó dos libros de cuentos de temática urbana antes de que obtuviera su grado de bachiller.

Luis, por su parte, daba muestras de una memoria de elefante, repetía las páginas de los manuales de prensa sin que se equivocara en una coma.

Las calificaciones altas en los exámenes de carrera y el discurso demoledor de Luis no pasaron desapercibidos para los operadores políticos de la Universidad Nacional. Así, una tarde de otoño, uno de los jefes de campaña  del C.A. S. lo invita a que forme parte de la dirigencia estudiantil.  

—Alumno Pasiche—dijo Jaime Céspedes, catedrático del curso de redacción periodística y número tres en el mando del C.A. S.—, si sigue así conseguirá el más alto promedio en la historia del curso. Me gustaría una breve charla con usted en mi oficina. Le interesará mi oferta.

La cita era a las ocho de la noche, faltaban dos horas.

En la cafetería principal de la Universidad Nacional, a Luis le asaltó un dilema moral.

«Si no voy, Céspedes me perjudicará de alguna manera con mis notas. Y si voy echaré por tierra mi discurso beligerante».

—¿Ir o no ir?—se preguntó a sí mismo en voz alta, Pasiche.

—¿Hablas solito?

Juliana More sonríe.

—Eso hace la gente antes de que caiga en la locura total. No me digas que Tejada ya te contagió la manía de los cuentitos.

Luis le tuerce la boca, la chica más guapa de la Escuela de Periodismo se burla de él una vez más.

Pasiche sabe que Juliana le habla porque la ayuda con sus trabajos universitarios.

En ese instante simbólico, la realidad en blanco y negro. Se reunirá con el profesor Céspedes.

Desde aquella noche de la entrevista con la gente del C.A.S., Luis se convirtió en el Maquiavelo de la Universidad Nacional.

Por méritos propios y ayudado por amigos poderosos consigue una plaza en el Concejo Universitario.

Le retira el saludo a Tejada, lo considera un incendiario que desconoce el manejo de las leyes del poder.

Como parte de su nueva imagen pública, nunca más, se le ve a Pasiche, en la cola de los alumnos del comedor universitario.

El revolucionario, Pasiche, se ha comprado una camioneta de manufactura china; la Universidad Nacional lo enviará becado al extranjero. Sin embargo, a veces Pasiche se despierta en la oscuridad, y recuerda la mañana de otoño cuando le preguntó a Tejada, ¿cuándo se jodió el Perú?

Pasiche conoce la respuesta: no la dirá.

En la cama del político universitario, el cuerpo desnudo de Juliana More descansa.

—Un culo grande, una camioneta, una beca para España, por mí que se joda el Perú. 

Luis Pasiche cerró los ojos y cogió el culo de Juliana, lo apretó y siguió durmiendo.

Carlos Espinoza León: Toda una vida

Portada de Libro

José Lalupú Valladolid


Hay hombres que vienen a este mundo con una sensibilidad especial que les permite percibir determinados detalles de la realidad, determinadas formas de la belleza que otros no suelen captar. Estos hombres no pueden estar indiferentes ante la tristeza de un atardecer muriendo sobre el tejado, ante el canto de un coro de soñas en medio de una mañana fría o ante el silencio azul de una noche estrellada. Son experiencias que les abren heridas de luz en el alma y que los empujan imperiosamente a retratar ese rostro de la realidad con una mirada viva, ya sea a través de los colores de una pintura, en la sinuosa forma de una cerámica, en las curvas de una escultura o por medio de palabras, simplemente.  Carlos Espinoza León es uno de ellos.

A veces hace falta conocer un poco al autor para disfrutar mejor de sus libros. Así uno va leyendo como si oyera el relato en su propia voz. Yo tengo la fortuna de haber heredado de mi padre la amistad de Carlos Espinoza. Carlos es un amigazo enorme, bonachón, que impresiona  con su metro ochenta y su voz campanuda. Parece una voz hecha a propósito para la conversación plagada de anécdotas y para la recitación de las cumananas que él tan pacientemente ha rescatado en sus continuos viajes por los miles de caminos de Piura; una voz, en suma, hecha para hacer amigos.

Si hay una cualidad que Carlos lleva prendida en la pluma y que constituye una suerte de sello personal en su obra es esa capacidad, tan alejada de lo académico, para captar el alma de los lugares y los hombres que pueblan su universo narrativo. Eso es algo que se puede rastrear sin dificultad en todas sus obras y es algo que usted, querido lector, podrá comprobar al degustar  (porque los libros de Carlos son como piqueos piuranos) esta selección de su mejores narraciones cortas; complementada con una semblanza de los pasajes más importantes de su vida, con entrevistas en las que expone su parecer sobre distintos asuntos; y oportunamente ilustrada con fotografías hasta ahora inéditas de nuestro querido escritor.

Toda una vida dedicada al cultivo de la literatura merecía un homenaje. Uno más que se suma a los homenajes sencillamente valiosos que Carlos ya ha recibido del pueblo, de las gentes humildes para las que es un honor poder conversar con él  y de los miles y miles de lectores que tiene en Piura, en el Perú y también en el extranjero.  Ahora le toca a los alumnos y maestros de la Universidad Nacional de Piura ponerse de pie y brindarle un fuerte aplauso a este hombre que con sus libros nos ha enseñado no solo a mirar a nuestra Piura desde una óptica diferente, sino, sobre todo, a quererla un poco más.


Datos del libro:

Título: "Carlos Espinoza León: Toda una vida".
Presentación y selección: José Lalupú Valladolid.
Editorial: Lengash.
Fecha de presentación: Agosto de 2012.