lunes, abril 01, 2013

El político



Eduardo Valdivia Sanz


Las colas para las inscripciones de la Universidad Nacional son largas, a los miembros del C.A.S.—agrupación política que controla el Concejo Universitario—los empleados de la Universidad Nacional les otorgaron preferencia en la cola y alrededor de cincuenta reconocidos partidarios del C.A. S ingresan en la oficina de matrículas.  

Decenas de alumnos que se encuentran en la larga cola pifian a los militantes del C.A.S:

—¡Conchudos respeten la cola!

Se oyó un grito entre la multitud.  

—¿Quién les ha dado corona?

Los alumnos de la cola teclean por medio de sus celulares mensajes de protesta contra los dirigentes del C.A.S en los foros de las principales redes sociales.

Durante los siguientes treinta minutos, se monta una marcha bien organizada.

De la nada, por las veredas y pistas del campus universitario, surgen muchachas y muchachos con pancartas en las manos y con un monigote de paja al que le han dibujado el rostro del rector de la Universidad Nacional.

Los manifestantes gritan que Defensoría del Pueblo investigue al rector; la prensa escrita le imputa numerosos cargos de corrupción administrativa.  

La protesta se sale de control y los administrativos de la oficina de matrículas telefonean a la policía nacional; los revoltosos incendian el auto del rector y luego apedrean los vidrios de la biblioteca central.  

Los miembros de la policía nacional disparan sus escopetas Spa 12 con gases lacrimógenos; diez efectivos del escuadrón Águilas Negras detienen a varios estudiantes de los primeros ciclos de ingeniera.

—Llevamos cinco horas debajo del sol—dijo Luis Pasiche—, no es justo que por los vivos de la política universitaria nos freguemos todos los alumnos.

Los estudiantes con mejor promedio, en las universidades privadas, les dan preferencia a la hora de la matrícula.

—La injusticia social no es patrimonio de ninguna institución en particular—dijo Carlos Tejada—,  no te amargues. Cada vez que me matriculo no encuentro cupo en los cursos.   

No controlamos el manejo administrativo, a los salvadores del mundo los expulsan de la universidad.  

Pasiche sonríe, los compañeros de promoción de la Escuela de Periodismo le han hablado de Tejada y de sus comentarios viscerales, no en vano le dicen Rayuela pensó Luis.

—¿Cuándo se jodió el Perú?

—Qué sé yo—dijo Tejada: mira el rostro de Fidel Castro, en la camiseta de Luis—, la misma pregunta formuló Vargas Llosa.

Mejor cuestiona cuándo se jodió la Universidad Nacional. Estoy seguro de que hallarás la respuesta.

Desde aquel día de la revuelta, Carlos y Luis entablaron amistad, se respetaban pero se  envidiaban.

A Carlos lo contrataron como reportero del diario «La República» y publicó dos libros de cuentos de temática urbana antes de que obtuviera su grado de bachiller.

Luis, por su parte, daba muestras de una memoria de elefante, repetía las páginas de los manuales de prensa sin que se equivocara en una coma.

Las calificaciones altas en los exámenes de carrera y el discurso demoledor de Luis no pasaron desapercibidos para los operadores políticos de la Universidad Nacional. Así, una tarde de otoño, uno de los jefes de campaña  del C.A. S. lo invita a que forme parte de la dirigencia estudiantil.  

—Alumno Pasiche—dijo Jaime Céspedes, catedrático del curso de redacción periodística y número tres en el mando del C.A. S.—, si sigue así conseguirá el más alto promedio en la historia del curso. Me gustaría una breve charla con usted en mi oficina. Le interesará mi oferta.

La cita era a las ocho de la noche, faltaban dos horas.

En la cafetería principal de la Universidad Nacional, a Luis le asaltó un dilema moral.

«Si no voy, Céspedes me perjudicará de alguna manera con mis notas. Y si voy echaré por tierra mi discurso beligerante».

—¿Ir o no ir?—se preguntó a sí mismo en voz alta, Pasiche.

—¿Hablas solito?

Juliana More sonríe.

—Eso hace la gente antes de que caiga en la locura total. No me digas que Tejada ya te contagió la manía de los cuentitos.

Luis le tuerce la boca, la chica más guapa de la Escuela de Periodismo se burla de él una vez más.

Pasiche sabe que Juliana le habla porque la ayuda con sus trabajos universitarios.

En ese instante simbólico, la realidad en blanco y negro. Se reunirá con el profesor Céspedes.

Desde aquella noche de la entrevista con la gente del C.A.S., Luis se convirtió en el Maquiavelo de la Universidad Nacional.

Por méritos propios y ayudado por amigos poderosos consigue una plaza en el Concejo Universitario.

Le retira el saludo a Tejada, lo considera un incendiario que desconoce el manejo de las leyes del poder.

Como parte de su nueva imagen pública, nunca más, se le ve a Pasiche, en la cola de los alumnos del comedor universitario.

El revolucionario, Pasiche, se ha comprado una camioneta de manufactura china; la Universidad Nacional lo enviará becado al extranjero. Sin embargo, a veces Pasiche se despierta en la oscuridad, y recuerda la mañana de otoño cuando le preguntó a Tejada, ¿cuándo se jodió el Perú?

Pasiche conoce la respuesta: no la dirá.

En la cama del político universitario, el cuerpo desnudo de Juliana More descansa.

—Un culo grande, una camioneta, una beca para España, por mí que se joda el Perú. 

Luis Pasiche cerró los ojos y cogió el culo de Juliana, lo apretó y siguió durmiendo.

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