jueves, julio 31, 2014

Esa loca manía de alimentar polillas


Pierre Castro Sandoval

Hoy he re-ordenado mis libros. Ya sé que esto no interesa a nadie así que pueden dejar de leer cuando gusten. Pera ya si se quedan, les cuento de paso que me estoy comiendo un pan con salchicha de ternera y un vaso de Cifrut. A mí me gusta que la gente me cuente lo que ha comido. Me gusta por la misma razón por la que veo programas de cocina cuando tengo hambre: siento que mis ojos mastican. Pero digámoslo de una forma menos huachafa. Después de ver X-Men llegué a creer que había desarrollado el superpoder de alimentarme por la vista o el oído. Mi estómago parecía contentarse apenas con escuchar el frshhhhhhh de un filete de pollo con romero cayendo a la sartén o al ver unas manos trozando frescas lechugas para una ensalada. ¿De qué forma eso es un superpoder? preguntó. Le dije: Cuando llegue la devastación del mundo ustedes tendrán hambre y yo no. ¿No había un verso? Si digo pan ¿comeré? Pero volviendo a lo de los libros, decía que antes los tenía ordenados geográficamente (peruanos latinoamericanos, europeos, etc.), alguna otra vez por colecciones, otra por la intensidad con la que me habían gustado pero hoy quería probar algo nuevo.

Flu estaba acá en casa y ambos mirábamos todos los libros tirados sobre mi cama. Me dijo: ¿cómo los vas a ordenar? Me sentí como en la escena de High Fidelity cuando Rob dice que está ordenando sus vinilos "autobiograficamente". No fuckin waaaay, recuerdo que repone Dick. Y Rob: "Seh! Si quiero encontrar Avalancha de Fleetwood Mac, tengo que recordar que se lo compré de regalo a alguien en 1983 pero no se lo di por razones personales" Y Dick: Eso suenaaa... Y Rob: ¿Reconfortante? Y Dick: Sí. Y Rob: Lo es. La mejor escena de todos los tiempos. Pero hoy ni cagando me iba a poner a ordenar mis libros autobiográficamente porque entonces, Flu hubiese tenido que ir por cien cervezas más y un CD de boleros cantineros. Así que los he ordenado como los ordenaría un mono en drogas: al azar.

Ahora Jules Verne comparte un cuartito con Mr. Bukowski, Bolaño dejó Latinoamérica y se fue con Palahniuk, Bryce está chupando con Somerset Maugham y Amy Tan hace cucharita con Salinger. Debo admitir que este es el mejor orden que se me ha ocurrido desde que me compré el librero. Sobre todo porque ahora no sé dónde carajo he puesto cada libro y cuando observo el librero me da la impresión de que acabo de comprarme 300 libros de golpe y eso me pone loco de contento. Supongo que me pasa igual que con la comida. Por ejemplo, me basta ver la portada de El tambor de hojalata para escuchar a Oscar redoblando en mi cabeza, o ver la de Cujo para revivir el pavor de un perro rabioso persiguiéndome. Es la única razón que encuentro para dedicarle tanto tiempo y cariño todos estos libros que ya leí y que difícilmente volveré a leer. A veces parece que solo están aquí para recordarme cuán bella o fatal era mi vida en la época en que los leía.

Rueca del insomnio (II)

Portada del libro

Dany Cruz


(La rosa no es el mar, menos la luna;
tampoco el viento del puerto y la barca,
ni el rumor que fulmina la comarca…
La rosa mía me canta en la puna.

La rosa la aprendí desde la cuna,
en la voz de mi tía que era zarca
y, aunque suo padre era un tale Petrarca,
la rosa yo la descubrí en la duna.

No detrás de la nada, ni delante
del vacío; la rosa que en mí revive,
revive de conmigo y con mi amante.

La rosa no me fue legible en Dante.
Me vino porque mi mano la escribe,
Porque si no se hace, pues no se vive.)

Poética Piura

Portada

Roger Santiváñez, como ya nos tiene acostumbrados, retornó a Piura en este mes patrio para presentar la nueva edición de su libro El chico que se declaraba con la mirada (Fondo Editorial de la Municipalidad de Cajamarca); y para esta ocasión Sietevientos Editores preparó la plaquette Poética Piura, que contiene siete poemas de diferentes épocas escriturales de Santiváñez y, en la portada, una ilustración de Francisco Mauricio. Definitivamente, una pieza de colección.

Mensaje dentro de una botella

Portada del libro
Este texto a propósito de la publicación del importante volumen Kloaka. Antología poética. Estudio realizado por Zachary de los Dolores. El libro está dividido en tres partes: "Manifiestos y documentos de Kloaka"; "Kloaka, la explosión poética"; y "Kloaka, la onda expansiva". 

Roger Santivañez

Como co-fundador del Movimiento Kloaka  -en el ya lejano Perú de 1982. Quiero hacer público mi profundo agradecimiento al poeta y estudioso Zachary Payne – Zachary de los Dolores- por la idea y confección de este libro que, por primera vez, recoge una muestra sustancial de la obra poética y plástica de los ex-miembros, aliados y compañeros de ruta de lo que fue nuestro movimiento de vanguardia andesground en aquella Lima que estuvo a punto de volar en miles de pedazos.

Es también mi deseo expresar mi alborozo por esta edición que, de alguna manera, nos reivindica de la censura y ataque del que fuimos víctimas en julio de 2012, cuando la dirección cultural de una empresa del Estado peruano canceló –después de haberse comprometido- el evento celebratorio (incluyendo la publicación de un libro) por los 30 años de la fundación de Kloaka, ante los infundios vertidos en la TV por dos políticos de ultraderecha. En este sentido, el libro implica una celebración que asumimos con todo el vigor que se merece.

Por lo tanto, es pertinente la exultación y la memoria de nuestro Movimiento cuya impronta –queremos creer- ya está en la historia de la cultura latinoamericana. Una historia que contempla la más sincera y espontánea acción de avant-garde de la que fuimos capaces, en el fragor de aquella juventud radical que nos animó en los tempranos años de los 80s. La vida de Kloaka –sus luchas internas, sus disidencias, su cohesión también- y por supuesto, su combate contra el oprobioso infierno de la sociedad peruana ya son parte del devenir histórico de nuestros pueblos. Y la experiencia de lo que fue el MK está actualmente representada en la obra individual de quienes fuimos sus integrantes, aliados y compañeros de camino. Hoy en día, cada quien responde con su nombre y su actitud.

Aun cuando el Movimiento tuvo una fugaz existencia (1982-84) y hasta 1986-87 si consideramos las acciones del poeta José Velarde en París, pensamos que todavía sigue alumbrando –clandestinamente- el sueño de nuestra utopía –personal y colectiva- de un mundo sin fronteras, libérrimo y sin explotadores ni explotados, en una dimensión auténticamente humana que –abrigamos la esperanza- algún día será una concreta Realidad.

Mientras tanto, he aquí la poesía.

Newton’s love song


En medio de una fiesta, mi amigo Flu descubre un libro de Isaac Asimov en el baño de mi casa. Es uno de sus libros favoritos y el hecho de que yo lo tenga sobre el tanque del inodoro lo deja un poco consternado. Así que vuelve a la sala agitando el libro y diciendo quecómoesposible. En la portada aparece Asimov sonriendo con sus lentes hipster y unas patillas tan achoradas que bien podría pasar por el abuelo de Guepardo. Le explico a Flu que el problema no es que yo tenga "Cien preguntas básicas sobre la ciencia" sobre el tanque del inodoro, sino que él considere que el tanque del inodoro es un lugar poco privilegiado para la literatura. De hecho, le digo, es el único lugar donde nadie te jode. Yo leo una de las cien preguntas cada vez. Voy por la 34. En ella, Mr. Isaac explica de dónde vino el aire que respiramos. Lo explica tan bonito que es casi como estar escuchando “The air that I breath” de The Hollies. What more could I ask? Entonces Flu como que comprende. Pero como además quiere que todos en la fiesta comprendan, abre el libro y se dispone a leernos un fragmento. Es paja cuando la gente coge libros de nuestra biblioteca para leerlos en voz alta en una fiesta. Como esa vez cuando Jon y Lau estaban locazos de chela y encontraron a Eielson y abrieron la cueva de “Si alguna vez confundes Tu corazón con tu sexo y tu sexo Con un saxofón que llora En una calle oscura…” Y después, gritando “…O si derramas amor a manos llenas Sin que nadie lo reciba Y asustado como un niño te despiertas Y ya no hay caricia Ni desayuno tibio Y ni una sola gota de materia Que te recuerde el universo entero…” así, las cinco hojas. Suicidio en masa. Pero bueno, una cosa es leer un poema de Eielson dedicado a Charlie Parker y otra era escuchar la explicación científica del mundo cuando ya tienes alcohol en el cerebro. Sin embargo, como queremos mucho a Flu, le dijimos, a ver lee pe’ ctm. Escogió la pregunta #2: ¿Quién fue en su opinión, el científico más grande que jamás existió? Asimov responde que si la pregunta fuera ¿Quién fue el segundo científico más grande? entonces sería imposible responderla, porque desde Arquímedes hasta Einstein hay por lo menos una docena que se merecen el título (Bohr, Pasteur, Darwin, Galilei…), pero dado que la pregunta es ¿Quién es el más grande?, no hay duda alguna: Isaac Newton.

Dice Asimov: “Fundó las matemáticas superiores después de elaborar el cálculo. Fundó la óptica moderna mediante sus experimentos de descomponer la luz blanca en los colores del espectro. Fundó la física moderna al establecer las leyes del movimiento y deducir sus consecuencias. Fundó la astronomía moderna estableciendo la ley de la gravitación universal. Cualquiera de estas cuatro hazañas habría bastado por sí sola para distinguirle como científico de importancia capital. Las cuatro juntas le colocan en primer lugar de modo incuestionable”. Dice además Asimov, que su tocayo Newton no sólo es valioso por sus descubrimientos, sino por la lúcida y hermosa forma en que los presentó en su Principia Mathematica, rompiendo para siempre con la idea de que los griegos eran los chuchanboys de la ciencia y que el hombre moderno tendría que vivir bajo la sombra de esas viejas mentes. El texto termina con esta frase: Tras la muerte de Newton, Alexander Pope lo resumió todo en dos líneas: “La naturaleza y sus leyes permanecían ocultas en la noche. Dijo Dios: ¡Sea Newton! Y todo fue luz.” Cuando Flu termina, sentimos que acabamos de escuchar un poema y nos echamos para atrás en los sillones y decimos ¡aaaaah! Y le damos un sorbo a nuestra chela. Pero entonces, Flu agrega algo que debió callar: ¿Sabían que Newton murió virgen? Otro chico del grupo lo confirma: sí, eso he escuchado. Le digo a Flu que no puede decirme eso después de lo que ha leído. Después de aquel texto yo veo a Newton como a Bowie o a Lou Reed y no puedo aceptar que haya muerto virgen, menos un sábado por la noche mientras bebo y me río con mis amigos y nadie en el jodido mundo parece potencialmente virgen. Le digo: Flu, carajo ¿me estás diciendo que el genio científico más grande del planeta murió sin haber cogido? Sí.   Putamadre     Silencio      Silencio       Silencio     Después de eso la gente sigue chupando pero yo entro en un agujero negro porque quisiera que Newton estuviera ahí en la fiesta con nosotros. Le presentaría a mis amigas, le prepararía un chilcano, le preguntaría: oe Isaac, ¿qué canción quieres que ponga? ¿Está bien Monóculo Fantástico? Me lo imagino paseándose por la sala con su larga cabellera rubia a lo Michael Bolton, su viejo sobretodo negro y un pequeño prisma en las manos.

Pienso: tengo que salvarlo, tengo que acercarlo a la hoguera, a la única experiencia física que comprueba y destruye a la vez todas las teorías que él ha deducido. Es mi misión en la vida. Después mi mente hace un zoom hacia el prisma que él sostiene entre las manos, o en realidad es como si yo me hiciera pequeño y fuese abducido por aquella celda de cristal o quién sabe, porque todo esto lo estoy imaginando con varias chelas encima. Pero en todo caso, allí dentro veo los colores refractados y comprendo algo. Comprendo que Newton ya conoce lo que yo intento desesperadamente mostrarle. ¿No es acaso coger lo mismo que desfragmentarte, digamos, si puedes hacerlo con alguien que para ti es una especie de luz? Lo que es otra forma de decir: coger es hacerte pedazos, como en aquel poema que ya no sé si es de Bolaño o de Rosas Ribeyro: “Pensé que mi oreja era tu ojo y mi nariz tu lengua”. Newton ha cogido. Lo que pasa es que se ha cogido el universo entero. Nos ha cogido por los ojos y se ha follado nuestras mentes. Nos dijo: chicos, todos los cuerpos se atraen. Y al decirlo nos convirtió en planetas con meteoritos rozándonos la atmósfera todo el tiempo. Y si me siento a tu lado en el sillón entro a esa órbita inevitable. Cuánto más cerca están los cuerpos, con más fuerza se atraen, dijo el hijodeputa y se fue a inventar el cálculo. Como si se pudiera calcular algo cuando existe la gravedad que crece y crece y te jala desde el ombligo. Como si la luz fuese una cola de canas blancas y no lava multicolor que viaja desde el sol para dibujarte frente a mí. Como si no fuera verdad lo que dijo Eielson: Quizás Lo que llamamos luz Es la sombra de Dios Y lo que llamamos Dios Somos nosotros mismos. Así que me paro y me acerco a Newton que mira el cielo desde mi balcón. Y estamos allí en silencio hasta que al fin le digo: enséñame a cogerme el universo. Y él, tranquilamente, levanta el prisma delante de mis ojos. Y alguien pone una canción. Y yo veo. Y escucho. La última canción. Y adiós.

Ilustración: Pierre Castro Sandoval

Corazón de cuero



Eduardo Valdivia Sanz

Subiste al fierro de cuero y cromo,
los años de los veranos muertos desfilaron como
los primeros  besos robados,
la fiera ruge debajo de tus tripas
y aceleras el manubrio del timón plateado:
Joven, eterno, eres,
joven como vampiro dorado,
como Dean estrellando su Porche contra la gran llamarada;
Ahí,
con los sesos derretidos
enciendes la nave de oro,
y rompes la barrera del no se puede;
la autopista reclama su presa
y el viento golpea contra el cristal del casco negro:
Aceleras más, mucho más,
un poco más y alcanzas al fuego eterno,
a la luz de la cortadera, a las patinadoras de la calle Pardo,
a los ángeles de la noche y a los demonios de siete ojos;
El dragón responde con suavidad,
te enseña sus ojos vacíos, la mándala
y la torre de Jung,  
tu corazón palpita sin miedo,
solo tú, y la eternidad,
solo tú y las fiestas de Colán,
solo tú, y la piel dorada de la Brando,
reclamándote por qué no la besaste esa noche en el Tony:
Afuera, en los otros lados de las cuerdas;
Un conductor de tráiler, de un camión dieciocho ruedas, 
menciona las partes pudorosas de tu madre;
te importa poco su insulto,
has salido en tu Harley nueva, a los cuarenta y cinco años.

I Muestra de Fotografía Universitaria: "Cultura y Contexto"


Cincuenta fotografías que reflejan parte de la identidad cultural y el cuidado del medio ambiente en Piura, podrán ser apreciadas por el público hasta el 03 de agosto en el centro comercial Real Plaza, en la I Muestra de Fotografía Universitaria denominada Cultura y Contexto, organizada por la Universidad Nacional de Piura, Proyecto Comunidades de los Paramos, Naturaleza y Cultura Internacional y el Ministerio de Cultura.
La I Muestra de Fotografía Universitaria es un proyecto del curso de Procesos y Técnicas de la Fotografía de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Social de la Universidad Nacional de Piura. La temática elegida busca reflejar en cada una de las fotografías a los pobladores de la región Piura, a través de sus costumbres, creencias y vida cotidiana, en espacios geográficos diferentes (Sierra, Costa) que poseen diversos ecosistemas que necesitan ser protegidos y conservados para las futuras generaciones.

El extranjero en la urbem de la duna roja

 


Eduardo Valdivia Sanz

Estamos en Dhul Hiyya, y es el año dos mil ciento trece de la huida de la Mecca. Soy taxista de un vehículo de celdas solares, mi nombre no interesa. La casa de mis padres queda muy cerca de una universidad cátara. Los habitantes del suburbio donde vivo desprecian a mi familia, somos judíos. Mi familia respeta el Sabbat y come pan ácimo durante el día de Pascua, y marcamos el dintel de la puerta con sangre de oveja para evitar que mate el ángel exterminador a los primogénitos de la casa.

Mis padres murieron, y me quede solo con mi hermana mayor en una urbem de gente que come carne, que no lee libros y que congrega a sus habitantes en capellis subterráneas, donde cantan aquelarres a Baal Zebub, y practican orgias para obtener favores de la diosa Mitra.  

Mi hermana mayor cuando éramos niños me hizo jurar que algún día escaparíamos de la urbem de la duna roja. Nunca asimilamos la sodomiticum ni aceptamos códigos de barras de Mitra en la mano derecha. Mi hermana murió del síndrome de Morgellons, y yo me quedé solo en la casa de mis padres.

La gente del suburbio cree que soy láwqa por recibir libros del extranjero. Los vecinos creen que guardo cecas de plata en una caja fuerte. Incluso la negotiatori del suburbio suelta comentarios  entre sus clientes que práctico rituales druidas, y que por eso mi rostro no envejece, aunque tenga más de cincuenta años. 

Por eso, cierro el portón del garaje de mi casa con barras de titanio y mandé a que instalaran un cerco eléctrico sobre el borde de los muros de mi castelli.

Mi rutina hubiera permanecido por muchos años, invariable: cuatro horas de taxi durante las mañanas, lectura de clásicos por la tarde y telediarios por la noche. Pero un día, recogí a un extranjero.

—Vengo de la urbem de Lutetia y creo algoritmos matemáticos en lenguaje Turbo CC234, programo sistemas. Me he quedado sin dracmas y necesito ayuda para cruzar el muro norte de la ciudad.

Sonreí, todos los extranjeros pretenden lo mismo. El muro es un símbolo de una vida mejor en la urbem de Acakd.

Necesitaba practicar luteciano y gothus y lo llevé a mi casa solo por unos días, mientras  lo ayudaba a contactarse con los coyotes que cruzan a los pobres diablos por el gueto cátaro en la parte gótica de la ciudad.

—Has sido bueno conmigo y me has traído a tu casa. No temes que te robe o te haga daño.

—No. Tengo un spectrum patronus. Te desintegraría apenas intentaras algo contra mí o mis bienes. Lo programé sin respetar la ley de la robótica de Asimov.

El extranjero rio y abrió su saco de dormir en el cuarto que fuera de mi hermana.

Por la mañana, el extranjero comió con agrado el tomate, el ajo y la cebolla que cultivo en un huerto hidropónico en la azotea de la casa de mis padres.

—Veo que eres vegano. Escoges los alimentos que menos daño producen en las venas. Adecuados, para estos días de alergias y de alimentos transgénicos. Las teosofías orientales afirman que si eres vegano durante toda tu vida aseguras un cuerpo humano en la vida después de la vida.

—No creo en la reencarnación, me parece infernal, regresar una y otra vez sin que podamos escapar de la rueda del Samsara.

—Deberías, el mundo es una rueda de sufrimientos y es imposible para el hombre escapar del gobierno de los cinco sentidos.

—Mis padres siguieron la ley de Moisés. Yahweh nos rescató del faraón y nos condujo a la tierra donde las uvas son grandes, y los arroyos proveen de agua dulce.

—Tierra que, por cierto, está rodeada de acadios y sumerios con misiles ATGM y rayos desintegradores. Por ustedes algún día empezará la Cuarta Guerra de las Rosas.

—No. Nadie conoce los designios de Yahweh.

El extranjero sonrío mostrando unos dientes amarillos.

—Discúlpame, no estoy retribuyendo a tus atenciones. Mañana me iré, pero antes de partir te dejo  un regalo.

El extranjero abrió una mochila de cuero y encendió su computadora.

—Te dije que era programador, y quiero darte este aplicativo de cálculos infinitesimales.

—Hace predicciones con la ley de los grandes números. Es la ecuación primera. El alfa y el omega de los juegos de azar.

—Eso es imposible. No puede existir algo así.

—Solo descárgalo y pruébalo en el primer casino que encuentres.

—Solo hay casinos en la urbem de Acakd.

—Entonces deberás ir conmigo.

—No, extranjero. No necesito dracmas, con lo que tengo me basta.

—En todo caso, úsalo cuando llegué el día.

De ese intercambio de palabras sobre programas que mostraban proyecciones y diagramas de la campana de Gauss hace ya cinco años. El aplicativo funcionaba, no sé cómo pero funcionaba. Crucé el muro norte hacia la urbem de Acakd, ahí me embarqué en el puerto espacial con rumbo a uno de los satélites artificiales donde viven ahora los neo humanos.  Nunca supe quién era el extranjero ni porque pagó mi rescate de la urbem de la duna roja. Esta noche de viernes es Pascua, comeré hierbas amargas y pan ácimo, nunca he olvidado al Dios de mis padres, el buen Yahweh que condujo a su pueblo a la libertad. 

SPRING 13 (II).. Poemas de Roger Santiváñez

Roger Santiváñez

2

Amanece la lluvia en los cristales
& en los árboles mojados roza mi
Cuaderno desta primavera es rosa

Estalactita que en sus gotas forma
Calatita la desnuda claridad de la
Mañana se avecina tormenta tropical

Mas ahora el manso viento repasa
Los confines del río deseante cuyo
Plomo color se luce en quieta

Majestad por donde abrigo el ansia
Ensimismada flor dubitativa que
En la luz volátil se redime &

Ríe bajo la lluvia salpicando mi
Canción cubierta apenas por el fino
Rocío imperceptible bloques de llovizna

Cruzan el aire donde un cardinal
Planea sumergido en la promesa
Del amor ad-portas del verano

Pero tú estás lejos envuelta en las
Chompas del invierno dispuesta a
Ser el sueño que se cumple en la

Ribera ninfa deste bosque humedecido

  
3

Contemplo el río correr tras un día de lluvia
Su caudal viene cargado es una intensa
Masa acuática que pasa & pasa calmando

La angustia de mi corazón solitario mientras
Insisto  en poesía me encanta estarme aquí
Sintiendo el fresco anhelante en las hojas

De los árboles a la orilla frente a mi cuaderna
Vía dirigida hacia ninguna parte al sol
Quizá brillando en el parque contino al

Lenguage cifrado de las altas copas con
Franco murmullar sometimes poblando
El domo del mundo & el gorjeo o el

Silbo o el pífaro pifano de los pájaros
Disciernen en los delgados troncos que
Los bordes abrevian rítmicos firuletes

Armónicos simétricos verdes como peines
Naturales colgando al son del viento
& otra vez la amarilla sonora de

Las frondas arriba cantando no sé
Qué canción tan linda que detiene
La entera realidad & que yo quiero


    Conseguir aquí en mi poema

Rueca del insomnio

Detalle de portada del libro
Dany Cruz, poeta piurano afincado en Lima, nos hace llegar su primer libro tan esperado: Rueca del insomnio. Este ha sido publicado por Pakarina en una edición de colección. Importante entrega para las letras nacionales y piuranas.

Aquí una muestra del trabajo creativo de Dany Cruz:

1

-Rosa si en sus afanes se delira,
si el dialogo de súbita enfurece,
la lengua mata y misma que así crece,
de púrpuro anatema hasta que aspira.

-¿De rosa a rosa, dices, no se estira?
yo la tengo y me pide que la bese,
y así mi boca en grado la obedece
que me adelanto a no causar su ïra.

-¿Así que en tus brazos nunca se cansa,
de vuelta y filosa en ti se abalanza
y rasga la mano de la escritura?

-La miras que parece mi tortura,
como si ya no hubiera mi esperanza,
como si rosa fuera y sepultura.

2

-De Rosa consentida en su impaciencia,
así que empieza a vivir de presa,
donde se ve absoluta de crudeza,
está la rosa de la insuficiencia.

-Pero si logras captar su elocuencia,
verás que no es el mundo en su entereza,
que no le gruñe al tigre en su braveza,
que se mantiene muda en la pendencia.

-Oh, Rosa en su magnánima silueta,
insondable y sin cansancio, certera
certidumbre de anómalo y poëta.

-Oh, Rosa y su alborozo en la carrera,
que te contempla, de agujas sujeta,
su intrépido existirte, si pudiera…

SARITA COLONIA ESTÁ CONTIGO…y con tu espíritu

Sarita Colonia

Esta crónica limensis apareció impresa –y editada, por razones de espacio–  en el suplemento Variedades (Nº 358, febrero 2014) de El Peruano. Recién ahora aparece en su versión original y completa.


César Ángeles Loayza

Sarita (1914-1940) migró tempranamente con su familia a Lima, desde Belén (Ancash). Si consideramos, además, que su padre era carpintero, todo empieza a semejarse a la sagrada familia bíblica. Esto no sorprende, porque Sarita es una forma de resistencia en el imaginario del migrante pueblo peruano, ante seculares discriminaciones y maltratos desde las élites criollas, sobre todo costeñas. Los múltiples y cambiantes rostros con que se le representa (en dibujos, calcomanías, recreaciones plásticas, grafitis, etcétera) simbolizan, también, la creatividad popular para interactuar con las diversas coyunturas de nuestra irresuelta identidad como nación. Es decir, se trata de una respuesta masiva, desde el terreno religioso y cultural, contra los poderes elitistas que cada vez se enrejan y aíslan más del común de los mortales (de quienes viven –o subsisten– empobrecidos ante sublevantes privilegios). El no reconocimiento de este culto espontáneo y popular, por parte de la jerarquía católica, es parte de la historia anterior.

En Lima, en pleno oncenio leguiísta y la “república aristocrática” –como la llamó Jorge Basadre–, Sarita Colonia fue vendedora de mercado y empleada doméstica en el Callao. Se cuenta que unos hombres intentaron violarla en aquel puerto, donde vivía y trabajaba; pero milagrosamente su sexo se cerró de súbito impidiendo el acto. Una virginidad que la acerca más a la aludida historia de la sagrada familia bíblica, pero con un acto de violencia sexual adicional: algo común contra mujeres provincianas y sobre todo andinas en la historia colonial y republicana de este país.

Este es uno de los motivos más recurrentes de su leyenda sobre su biografía, bondad y milagros. Al inicio, el culto a Sarita creció entre delincuentes, estibadores y prostitutas, ampliándose hacia otros sectores del pueblo y, luego, a otras capas de la sociedad peruana. Durante su vida en el Callao, muchos la visitaban; ella los recibía con afecto, los escuchaba y curaba cuando la gaya ciencia había desahuciado. Según lo ya expresado, el culto a esta joven mestiza se mantiene y crece masivamente en la informalidad. Todo ello, también, la convierte en símbolo estimulante y poderoso, para varios escritores y artistas, del mestizaje: de sus dramas, triunfos y caídas. De ahí que se le conozca como “patrona de los pobres”, según un tema musical antiguo.

Cuentan que su primer milagro fue de niña, cuando retó al alcalde de Huaraz que se pavoneaba ebrio de haber matado, por la espalda, al bandolero Luis Pardo. Días después, murió de infarto. Pero es sabido que la historia oficial y los medios masivos tienden a limar las aristas más agudas de los personajes, asimilándolos tarde o temprano. Qué irá a ser de Sarita Colonia, o qué viene siendo ya. En 1998, Judith Vélez dirigió un documental cinematográfico presentado con éxito en el festival de La Habana. En el 2002, se le dedicó una serie televisiva, con tema musical de Los Mojarras (uno de los grupos de rock locales más identificados con S. Colonia, junto con otra banda como La Sarita). Por lo cual, el antropólogo Rodrigo Montoya dijo que se quería insertar y blanquear a Sarita Colonia en una cultura puramente urbana. Y Eduardo González Viaña (autor de la novela Sarita Colonia viene volando, 1990) enfatizó que Sarita es “la primera santa serrana”: es decir, la conquista de la Costa por el Ande.

Ella es, como Rosa de Lima, una santa generada por los más pobres. Entre ambas hay, sin embargo, una diferencia central: Rosa llegó al pueblo mediante su conducta; Sarita nació en él. La conocida estampa de la beata, ubicada en los lugares más populares de la ciudad (bares, plazas, prostíbulos, camiones, etcétera) suele tener una enorme rosa que quizá signifique una florida ironía acerca de la Santa (oficial) del Perú: heterodoxia y ortodoxia de la fe católica en desiguales diálogos y, también, contiendas simbólico-religiosas. Sarita es parte de una cultura de resistencia, esa que desde abajo toma y recicla lo occidental y cristiano imprimiéndole su sello peculiar.

La causa de su muerte es aún polémica. Como sea, desde  entonces se inició uno de los cultos populares más sorprendentes de Latinoamérica. Su sepultura común en el Cementerio Británico del Callao rebosa de placas recordatorias de sus agradecidos devotos. Es ya un sacro mural. Irónicamente, el único reconocimiento del poder oficial fue poner su nombre al penal del Callao, en divina trilogía con los penales de San Jorge y Santa Mónica. El penal de “Sarita Colonia” del Callao es, sin embargo, uno de los más peligrosos y hacinados del país.
Cuando mi madre estuvo grave, visité la pequeña capilla que sus familiares y fieles le levantaron. No se me ocurrió nada mejor. El día anterior había sido su cumpleaños: globos, flores y obsequios poblaban el recinto. Allí, con-movido, dejé una carta y pedido, un nombre completo, un agradecimiento anticipado. Pocos días después, mi madre, en franca recuperación, dejó el hospital donde se hallaba interna por largos y tensos días. De ahí que quizá estas palabras ni sean mías, sino de Sarita, y yo sea solo un cronista de su voz y su vida. Una vida singular, y plural: común a tantos hombres y mujeres desplazados de muchos modos en este país, que batallan por vivir o, al menos, no morir, no todavía.

Sarita

Sarita Colonia fue enterrada en una fosa común o pampón, en la periferia del cementerio Baquíjano, lo que la aproxima más al destino de tantos peruanos y peruanas (especialmente, de la última década del siglo pasado).  En la fosa común Pampa Santa, ella estuvo con el Soldado Desconocido (muchacho estadounidense enlistado en 1945 en el Ejército Peruano y que murió abaleado por un error –¿suena actual?– de la patrulla del cuartel), con sor María (monja italiana que llegó al Callao en 1955), y con otros santos nacionales y extranjeros que pugnaban, a su modo, para perdurar en la memoria de los vivos. Lo que hizo la diferencia fue la gran cruz que su padre asentó sobre su cadáver cuando murió en 1940, a los 26 años. Solo así –y por sus múltiples milagros–  dejó de ser, al menos en la memoria de los condenados de esta tierra, una N. N.

En 1975, la Beneficencia del Callao construía nuevos nichos en el terreno de la fosa. Muchos cargaron con los huesos de sus parientes. Sin embargo, la familia Colonia y los primeros devotos defendieron y preservaron dicha fosa común. Allí, con pocos recursos, edificaron para Sarita una capilla muy simple, de  arquitectura semejante a las casitas, lisas y funcionales, de muchas barriadas.

Hasta hoy, su familia administra el culto, así como el dinero y obsequios de los múltiples devotos. Cuando la visité, compré la única foto que se conoce de ella, aproximadamente de doce años. Es a partir de esta imagen, original y única, que se han sucedido diversas reelaboraciones iconográficas, cada una con diferentes características, énfasis, trazos, colores y sentidos simbólico-culturales. Que así sea, por los siglos de los siglos. Podéis ir en paz. Amén.

Fotografía: César Ángeles Loayza.

lunes, junio 30, 2014

Siete voces y la poesía (prólogo a la Antología de Poesía 'Catástasis 2013')

Portada de antología


Oscar Ramírez
Editor y antologador


I

David Lagmanovich, en el texto “Las ‘artes poéticas’ de Pablo Neruda” [1], cita de manera íntegra el poema Los poetas celestes del libro Canto general. Para muchos seudo lectores intelectuales, Neruda no es un poeta que merezca citarse; esto sucede porque en su magnífica parafernalia del conocimiento, no han pasado de leer los Veinte poemas… oCien sonetos… Quien critique la vasta obra de un autor habiendo leído solo dos o tres libros de este, es un mediocre. Volvamos.

Citaré un fragmento del poema mencionado para hacer propias las palabras: Qué hicisteis vosotros gidistas, / intelectualistas, rilkistas, / misterizantes, falsos brujos / existenciales, amapolas / surrealistas encendidas / en una tumba, europeizados / cadáveres de la moda,/ pálidas lombrices del queso / capitalista, qué hicisteis / ante el reinado de la angustia (…) Hemos de detenernos en esto. A partir de una simple pregunta (Qué hicisteis…) y el concepto del ‘reinado de la angustia’, se desencadena todo un argumento voraz: ¿En qué momento la poesía se convirtió en una serenata del ego y no en un compromiso del arte mismo como intención rebelde, como emoción de palabra que enternece el espíritu y alza espadas con la firme exclamación de los ideales en beneficio de la sociedad que no vive ni subsiste a puertas cerradas, pero en la cual el artista sí lo hace? Silencio.

Todos son culpables, menciona Lagmanovich en el texto tratando de buscar una génesis a la idea del poema, porque todos han ignorado los sufrimientos de los seres humanos concretos, de sangre y hueso. Hay una certeza inevitable en esto. El artista, el poeta que busca en sus versos no solo el artificio escapista sino también la palabra que emocione y genere identidad, ha dejado hace tiempo nuestras costas.

La poesía contemporánea peruana escrita por jóvenes ha caído, en gran parte, en un vacío total, en un nihilismo exacerbado. Hay gente que escribe, pero no hay poetas; otros con insinuaciones artísticas, mas no arte; mucha ‘pose’ que pretende argumentar una estética y poca fe con aire universal en lo que se hace. Muchas palabras que dicen, pero pocas que hacen.

II
  
En una entrevista, Rubén Albarrán, vocalista de la banda Café Tacuba, mencionó algo vital: La música es el fin, no es el medio [2]. De esta premisa, y parafraseando la música como arte, surge un comentario necesario.

Siete voces han sido reunidas en esta antología de poesía, siete voces que, en su mayoría, ven la luz por vez primera, pero que, a diferencia de lo que existe en el medio común y comercial de la literatura ‘joven’, demuestran oficio y un manejo consciente y vital de la palabra como finalidad suprema, no como artefacto para satisfacer intereses personales, sino como derrotero por el cual ventanas y puertas nos inviten a identificarnos, emocionarnos, convencernos de que las posiciones ideológicas (izquierda, centro, derecha) no existen en el arte cuando este es bueno pues lo abarca todo. ¿Cuántos seudo artistas buscan a través del espectáculo, de las ridículas ‘poses’, de los egos inconcebibles, utilizando como ‘medio’ la parafernalia de inútiles y forzados versos que creen ser revolucionarios, convertirse en el centro de atracción, en el absurdo inicio de los comentarios? ¿Cuántos creen que esas actitudes deben pesar más que el arte en sí? La pregunta queda abierta.

Aunado a esto, el artista se ha encerrado tanto en sí mismo que ya no pretende respirar el aire común, y desconoce el entorno que permite crear; el hermetismo es propio no solo de su vida, sino que también se refleja en su obra. César Vallejo escribe en el libro “El arte y la revolución” lo siguiente: El literato de puerta cerrada no sabe nada de la vida. La política, el amor, el problema económico, la refriega directa del hombre con los hombres, el drama menudo e inmediato de las fuerzas y las direcciones encontradas de la realidad social y objetiva, nada de esto llega al bufete del escritor a puerta cerrada [3]. ¿En qué momento se olvidó que el compromiso del arte y del artista no es ser un personaje alado ni vulgar, sino un ser que dice lo correcto en el momento indicado, un reflejo de la sociedad y no un personaje que se aísla de todo? Los poetas han dejado de observar el mundo para solo mirarse ante el espejo y describir su figura como un todo, cuando el todo del mundo permite configurar nuestra figura humana y social.

  
III

La Antología de Poesía ‘Catástasis 2013’ (que se realiza de manera bienal, y esta es su tercera edición) es una muestra de la nueva lírica que en silencio se desarrolla en diversas ciudades del país. Con temáticas variadas, y apropiándose lentamente de una voz singular y personal sobre todo, los autores seleccionados nos dan fe de la efervescente oleada artística que recorre las calles de lugares distantes pero al mismo tiempo unidos por los quehaceres de la creatividad.

Jóvenes voces que emiten a través de la palabra sus ideales y concepciones poéticas. Jóvenes voces como J. Estiven Medina Ortiz (Chincheros, 1995) quien nos demuestra que la poesía es un viaje interior en el cuerpo de otros para criticar nuestros propios miedos, y la de Joe Guzmán (Trujillo, 1991) que, con un toque filosófico muy sutil, genera una reflexión sobre el ser de manera muy acertada. En Claudia Jimena Arévalo Santa María (Trujillo, 1993) evocamos la nostalgia de lo perdido no como tristeza, sino como ausencia, como añoranza infinita y tierna; algo semejante a los textos de Erick M. Fiestas Sorogastúa (Trujillo, 1988), textos donde la contraposición de personajes invitan a elaborar juicios sobre las intenciones emocionales de cada lado de lo filial. En los poemas de Edgar Fabián Bruno Remigio (Piura, 1983), tal vez el más redondo del conjunto en cuanto a temática y elaboración textual, uno se enfrenta al cómo elaborar de situaciones ajenas y violentas un espacio certeramente literario, utilizando nuestro pasado reciente como eje primario, natural. Mariana Cristina Hidalgo Mouchard (Lima, 1986) nos devuelve la belleza de la palabra desde las perspectivas personales y recurriendo al verso corto y preciso, mientras José Alberto Taipe Agreda (Lima, 1994) hace de lo coloquial el eje de sus poemas, creando un diálogo común que no pierde ningún filamento poético.

La buena poesía está habitando espacios inesperados, no páginas de diarios ni elocuente comercialidad; hay que observar con cuidado, no mirar con simpleza. Este cúmulo de voces es parte esencial de nuevas ideas que flotan y esperan ser analizadas. Una poesía con intención, no con vagos argumentos de popularidad, irrumpe. Esperemos los mejores resultados de ello. El trabajo literario es arduo; aquí vemos buenos y jóvenes frutos.





[1] Espéculo, N° 28. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid, 2004.
[2] Emitida en el programa ‘Cinescape’ de América Televisión (16/07/2009).
[3] Edición de la Asociación Centenario César Vallejo. Trujillo, octubre de 1991. Pág. 62

Poeta

Óleo de Jesús Guzmán Heredia

Eduardo Valdivia Sanz

Desconfío de las letras
de los poetas revolucionarios
y de las gafas oscuras:
me dan miedo los melenudos  (sentados en la Bohemia)
que otean a la nada con un café sobre la mesa;
me dan miedo sus libros raros,
sus tratados de filología
y sus verbos abstractos;
gastan tiempo como inmortales,
como ricos que pisan cucarachas,
como niños de la Sorbona
que buscan en latín a los versos de Virgilio;
qué miedo,
cómo se pasa la vida y ellos esperando,
esperando ¿qué?
que venga el hada de las flores
y que regale galletitas de jengibre;
cuando reaccionen será tarde, quizá tarde,
uno persevera en el miedo,
en la estupidez de que se levanta cada mañana
y toma un café:
luego cruzas los dedos porque el sol ha salido…