lunes, junio 30, 2014

Siete voces y la poesía (prólogo a la Antología de Poesía 'Catástasis 2013')

Portada de antología


Oscar Ramírez
Editor y antologador


I

David Lagmanovich, en el texto “Las ‘artes poéticas’ de Pablo Neruda” [1], cita de manera íntegra el poema Los poetas celestes del libro Canto general. Para muchos seudo lectores intelectuales, Neruda no es un poeta que merezca citarse; esto sucede porque en su magnífica parafernalia del conocimiento, no han pasado de leer los Veinte poemas… oCien sonetos… Quien critique la vasta obra de un autor habiendo leído solo dos o tres libros de este, es un mediocre. Volvamos.

Citaré un fragmento del poema mencionado para hacer propias las palabras: Qué hicisteis vosotros gidistas, / intelectualistas, rilkistas, / misterizantes, falsos brujos / existenciales, amapolas / surrealistas encendidas / en una tumba, europeizados / cadáveres de la moda,/ pálidas lombrices del queso / capitalista, qué hicisteis / ante el reinado de la angustia (…) Hemos de detenernos en esto. A partir de una simple pregunta (Qué hicisteis…) y el concepto del ‘reinado de la angustia’, se desencadena todo un argumento voraz: ¿En qué momento la poesía se convirtió en una serenata del ego y no en un compromiso del arte mismo como intención rebelde, como emoción de palabra que enternece el espíritu y alza espadas con la firme exclamación de los ideales en beneficio de la sociedad que no vive ni subsiste a puertas cerradas, pero en la cual el artista sí lo hace? Silencio.

Todos son culpables, menciona Lagmanovich en el texto tratando de buscar una génesis a la idea del poema, porque todos han ignorado los sufrimientos de los seres humanos concretos, de sangre y hueso. Hay una certeza inevitable en esto. El artista, el poeta que busca en sus versos no solo el artificio escapista sino también la palabra que emocione y genere identidad, ha dejado hace tiempo nuestras costas.

La poesía contemporánea peruana escrita por jóvenes ha caído, en gran parte, en un vacío total, en un nihilismo exacerbado. Hay gente que escribe, pero no hay poetas; otros con insinuaciones artísticas, mas no arte; mucha ‘pose’ que pretende argumentar una estética y poca fe con aire universal en lo que se hace. Muchas palabras que dicen, pero pocas que hacen.

II
  
En una entrevista, Rubén Albarrán, vocalista de la banda Café Tacuba, mencionó algo vital: La música es el fin, no es el medio [2]. De esta premisa, y parafraseando la música como arte, surge un comentario necesario.

Siete voces han sido reunidas en esta antología de poesía, siete voces que, en su mayoría, ven la luz por vez primera, pero que, a diferencia de lo que existe en el medio común y comercial de la literatura ‘joven’, demuestran oficio y un manejo consciente y vital de la palabra como finalidad suprema, no como artefacto para satisfacer intereses personales, sino como derrotero por el cual ventanas y puertas nos inviten a identificarnos, emocionarnos, convencernos de que las posiciones ideológicas (izquierda, centro, derecha) no existen en el arte cuando este es bueno pues lo abarca todo. ¿Cuántos seudo artistas buscan a través del espectáculo, de las ridículas ‘poses’, de los egos inconcebibles, utilizando como ‘medio’ la parafernalia de inútiles y forzados versos que creen ser revolucionarios, convertirse en el centro de atracción, en el absurdo inicio de los comentarios? ¿Cuántos creen que esas actitudes deben pesar más que el arte en sí? La pregunta queda abierta.

Aunado a esto, el artista se ha encerrado tanto en sí mismo que ya no pretende respirar el aire común, y desconoce el entorno que permite crear; el hermetismo es propio no solo de su vida, sino que también se refleja en su obra. César Vallejo escribe en el libro “El arte y la revolución” lo siguiente: El literato de puerta cerrada no sabe nada de la vida. La política, el amor, el problema económico, la refriega directa del hombre con los hombres, el drama menudo e inmediato de las fuerzas y las direcciones encontradas de la realidad social y objetiva, nada de esto llega al bufete del escritor a puerta cerrada [3]. ¿En qué momento se olvidó que el compromiso del arte y del artista no es ser un personaje alado ni vulgar, sino un ser que dice lo correcto en el momento indicado, un reflejo de la sociedad y no un personaje que se aísla de todo? Los poetas han dejado de observar el mundo para solo mirarse ante el espejo y describir su figura como un todo, cuando el todo del mundo permite configurar nuestra figura humana y social.

  
III

La Antología de Poesía ‘Catástasis 2013’ (que se realiza de manera bienal, y esta es su tercera edición) es una muestra de la nueva lírica que en silencio se desarrolla en diversas ciudades del país. Con temáticas variadas, y apropiándose lentamente de una voz singular y personal sobre todo, los autores seleccionados nos dan fe de la efervescente oleada artística que recorre las calles de lugares distantes pero al mismo tiempo unidos por los quehaceres de la creatividad.

Jóvenes voces que emiten a través de la palabra sus ideales y concepciones poéticas. Jóvenes voces como J. Estiven Medina Ortiz (Chincheros, 1995) quien nos demuestra que la poesía es un viaje interior en el cuerpo de otros para criticar nuestros propios miedos, y la de Joe Guzmán (Trujillo, 1991) que, con un toque filosófico muy sutil, genera una reflexión sobre el ser de manera muy acertada. En Claudia Jimena Arévalo Santa María (Trujillo, 1993) evocamos la nostalgia de lo perdido no como tristeza, sino como ausencia, como añoranza infinita y tierna; algo semejante a los textos de Erick M. Fiestas Sorogastúa (Trujillo, 1988), textos donde la contraposición de personajes invitan a elaborar juicios sobre las intenciones emocionales de cada lado de lo filial. En los poemas de Edgar Fabián Bruno Remigio (Piura, 1983), tal vez el más redondo del conjunto en cuanto a temática y elaboración textual, uno se enfrenta al cómo elaborar de situaciones ajenas y violentas un espacio certeramente literario, utilizando nuestro pasado reciente como eje primario, natural. Mariana Cristina Hidalgo Mouchard (Lima, 1986) nos devuelve la belleza de la palabra desde las perspectivas personales y recurriendo al verso corto y preciso, mientras José Alberto Taipe Agreda (Lima, 1994) hace de lo coloquial el eje de sus poemas, creando un diálogo común que no pierde ningún filamento poético.

La buena poesía está habitando espacios inesperados, no páginas de diarios ni elocuente comercialidad; hay que observar con cuidado, no mirar con simpleza. Este cúmulo de voces es parte esencial de nuevas ideas que flotan y esperan ser analizadas. Una poesía con intención, no con vagos argumentos de popularidad, irrumpe. Esperemos los mejores resultados de ello. El trabajo literario es arduo; aquí vemos buenos y jóvenes frutos.





[1] Espéculo, N° 28. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid, 2004.
[2] Emitida en el programa ‘Cinescape’ de América Televisión (16/07/2009).
[3] Edición de la Asociación Centenario César Vallejo. Trujillo, octubre de 1991. Pág. 62

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