lunes, junio 30, 2014

Ramones for ever

The Ramones

Eduardo Valdivia Sanz

A pesar de que tengo cuarenta y cuatro años  y muchas canas en el cabello; cuando escucho la banda punk rock neoyorquina The Ramones, siento la misma descarga de adrenalina y de euforia que cuando la escuché por primera vez en playa de Colán, por el año 1984.

Estaba en la tienda de La Macaria, y Robert Reusche, conocido que vivía en Lima, puso un casete en el que había recopilado algunos grupos de rock subterráneo peruano y otras tantas  bandas de rock extranjeras, como Anti Nowhere League, Devo, Siouxie and the Banshees  y, claro está, The Ramones. 

Le pregunté con asombro a Robert: cómo se llama esa canción del casete, y con su acento atropellado de Lima dijo: Howling at the moon, me lo repitió tres veces y, al final, con cadencia de aburrimiento, dijo: Sha la la.

Quise una grabación del tema, pero en esos días de verano no había Internet, MP3 o discos láser, y si alguien deseaba un casete con música caleta o tenías grabadora doble casetera o te fregabas. No hubo grabadora doble casetera en la playa, y me quedé soñando con la música de The Ramones.

Transcurrieron unos años y llegó al colegio Santa Rosa de Sullana, el gordo Muro, un pata que venía de Huaraz; el punto era que Muro tenía dos casetes de Ramones, mal grabados, pero Ramones, a fin de cuentas.

Habré grabado los mismos casetes no sé cuántas otras veces más, los habré escuchado mil veces más en el carro del gordo Muro, en los tonos de la villa Militar de Sullana, en mi walkman, mientras caminaba por el techo de mi casa. En fin, mil historias más puedo enlazar con la música de Ramones.

Ramones es el soundtrack de mi vida de muchos momentos, algunos buenos, otros malos, pero si no hubiera sido por Joey, que ahora, por cierto, está muerto, mucha de la magia de vivir no se hubiera concretado, pues que hay más intenso que en el calor de la madrugada de una noche cualquiera de febrero, aceleres tu carro por la autopista de Piura-Sullana,  mientras que en los parlantes de tu estéreo las guitarras y la batería de Ramones te cuenta que con la goma de mascar tú llevas el ritmo y que el pinchador de discos en la radio aplasta una y otra vez el mismo tema.

No lo duden, Dios es un punk rocker.  Mientras tanto no lo olviden bird is word, bird, bird, bird…  Surfing bird… memeao memeao pa pa.

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