viernes, noviembre 15, 2013

PRESENTACIÓN DE BITÁCORA PÚRPURA Y CIUDAD ACUARELA

Afiche de evento

Escritores piuranos presentan publicaciones que fueron parte del programa de la 34 Feria del Libro Ricardo Palma. Evento cultural se llevará a cabo este viernes 15, a las 7.00 p.m. en la sala Cossío del Pomar de la Pinacoteca Municipal de Piura. 


José Lalupú y Fabián Bruno, además de la literatura comparten la labor de la docencia universitaria. Ambos han publicado en revistas literarias como Café de Artistas, Aula 34, y Sietevientos. Ciudad Acuarela es la primera publicación de narrativa de José Lalupú, pues anteriormente ha publicado un libro de Haikus y La Apuesta, un comic basado en la leyenda de Froilán Alama de Carlos Espinoza León. 

José Lalupú, actualmente es director del sello Lengash Editores, que difunde la literatura local. Por su parte, Fabián Bruno, nos entrega Bitácora Púrpura, selección de narrativa que reúne texto de 12 escritores piuranos que destacaron con su producción literaria en la primera década de este siglo (2000 – 2010)

Los seleccionados en Bitácora Púrpura son: Josué Aguirre, Reynaldo Cruz, Miguel Ángel Hernández, Ángel Hoyos, José Lalupú Valladolid, Víctor H. Palacios Cruz, Cosme Saavedra, José Gabriel Sandoval, Fernando Silva Guerrero, Jorge Tume, Eduardo Valdivia Sanz, y Javier Vílchez Juárez. 

Fabián Bruno, editor del blog de literatura y cultura contemporánea Estirpe Púrpura, con la publicación Bitácora Púrpura, delimita su tesis de maestría, el estudio de la denominada generación Estirpe Púrpura, que inicio con la publicación en el 2010, de un libro con el título homónimo del blog. 

La presentación de Bitácora Púrpura y Ciudad Acuarela es posible gracias al apoyo de la Gerencia de Cultura de la Municipalidad Provincial de Piura, Instituto de Cultura de la Universidad Nacional de Piura, Lengash editores y el blog Estirpe Púrpura. 

Ciudad Acuarela y Bitacora Púrpura, han sido publicados por Altazor Editores.

sábado, noviembre 09, 2013

CONVOCATORIA A CERTAMEN LITERARIO “METÁFORA 2013”



Las aulas de la Universidad Nacional de Piura han sido siempre un espacio de generación de ideas, creatividad e inventiva; además de cuna de valiosos hombres de letras. Por otro lado, son escasos o casi nulos los medios de difusión de las creaciones literarias de nuestros alumnos y exalumnos. Por ello, la editorial Lengash interesada en estimular, estudiar, compilar y difundir el quehacer literario en nuestra universidad, convoca a todos los alumnos y exalumnos de la Universidad Nacional de Piura (sin distinción de facultades, escuelas o especialidades), al Certamen Literario Metáfora 2013. En el siguiente enlace las bases

Bases "Metáfora 2013". 

jueves, noviembre 07, 2013

Diluvio, naufragio, des-amor y poesía

Portada del libro

Reynaldo Cruz Zapata

1983, las lluvias torrenciales se convierten en telón de fondo de la historia que nos narra Cosme Saavedra en Deicidio junto a las rosas, publicación editada 11 años después de su concepción. Esperada por más de una década, la novela llega a las manos del lector gracias a Ediciones Altazor, para el disfrute de los entendidos en la literatura, y para marcar indeleblemente una escala más en nuestra narrativa.

Antes de sumergirnos en la novela misma, es preciso recordar que Cosme Saavedra Apón, alquimista de las letras, no es novato en estas vertiginosas lides, su prosa poética ya ha sido reconocida en importantes concursos nacionales como el Concurso de Cuentos Crisol (2002),entre otras distinciones en poesía y narrativa.

En el 2007, su primera publicación “Ya no llovería para Julio”, fragmento de la historia que hoy nos concierne (Deicidio junto a las rosas), nos sedujo con Mariana, adolescente lasciva, terrenal, divina e infernal a la vez. La descripción física de esta nueva Lolita ocasionó espasmos en cada una de las fibras de nuestra existencia misma. Años atrás he anotado que Cosme Saavedra está decidido no solo a consolidarse en la literatura local, sino a guerrear por un espacio en las letras a nivel de país, su talento y perseverancia parecen no desmayar, estoy convencido de que lograra su propósito.

Así como “Ya no llovería para Julio”(2007) y “El curso de la estelas” (2009), son fracciones de esta segunda entrega de una de las novelas que Cosme Saavedra nos tiene reservadas;  Deicidio junto a las rosas (2013), a su vez, es la primera publicación de la trilogía “Historia General de la Ajorca”, cuyos personajes más emblemáticos, la caravanera, Mariana y Sigmund, nos han descubierto sus omnipotentes e impíos secretos.

El diluvio del 83, devastó el norte del país, La Rural (nombre de la calle que habitan los personajes), no escapa a esta condición divina que se encargó de destruir, para de los escombros iniciar una nueva urbe. He aquí que se origina nuestra historia, escribo nuestra historia, porque Cosme Saavedra ha logrado que los lectores disfrutemos de una lectura apasionante, de tal manera que nos apropiemos de los ambientes, personajes y sucesos, y así reconstruirlos en nuestro interior con características propias a nuestra perspectiva.

Nos apropiamos de Deicidio junto a las rosas, porque nos reflejamos en sus personajes, en sus rincones, en los escritos de la caravanera, en la insana búsqueda del pasado, en esa constante tentación del pecado. En este espejo literario, podemos decir que Sigmund, lector empedernido acepta ser víctima voluntaria de esta caótica existencia de seres celestiales abandonos en este valle de las incitaciones. Incitado por la lectura, excitado por Mariana, Sigmund, se convierte de víctima en victimario y viceversa, pero ello no le sirve para nada para justificar sus acciones, muy por el contrario, se resigna a cumplir el rol que se le designa en esta historia de des-amor.
Sigmund, nos conduce por el callejón/avenida de La Rural, por las casas dignas y la casucha de la Caravanera, se sumerge en el pozo de la ajorca, de manera literal y metafórica, está dispuesto a amar, a infringir, a entregarse a los placeres de la existencia y de la no vida, se condena así mismo, antes de acometer con pasión la existencia remota, nos recuerda que somos humanos, que hemos venido a este mundo a equivocarnos y aprender, o asesinar en el intento nuestras ultimas frustraciones. Sigmund es poeta, se indigna ante la sinrazón, ante lo ficticio de este país real, y reconoce como único refugio el cuerpo de Mariana. La piel de Mariana es su morada más perfecta.

Mariana, ninfa vital, niña fatal de esta novela, por su parte nos guía en su descubrimiento de lo prohibido para la moral y las buenas costumbres, nos conduce a los contornos del erotismo, compartiendo sensaciones subterráneas en tiempos de autocensura y de una sociedad aún conservadora. Mariana, es la embarcación de lo furtivo, de lo fugaz y que no puede ser mencionado en las puertas de cualquier iglesia por una muchachita de su edad. He aquí que el navío de Sigmund, aborda a Mariana,  y ambas gabarras se adentran en la mar, en la tormenta de la vida para seducir a la muerte, para encontrar su lado divino.

En el testimonio de Sigmund, Mariana se nos muestra inocente y provocadora a la vez, pero nunca malévola, hay inocencia en los simulacros de la comunión de la carne, del espíritu. Ambos personajes son almas libres, cuya única culpa es la apropiación de un pasado y presente que no les pertenece, por ello la ajorca del capitán Amet, los condenara a la maldición de habitar en el naufragio de sus embarcaciones, mientras tanto la Caravanera en sus escritos de las botellas, intenta acoplarse a su linaje, y afuera en las calles, la ciudad se cae a pedazos, el diluvio arrasa la esperanza, enloda a la gente, escupe su furia, danza con la muerte, se mofa de la inestabilidad de nuestras naves.  


Hallazgos y extravíos en Piura. Cuentos infantiles

Portada del libro

Ricardo Ayllón

Toda muestra de literatura infantil debe tomar como principio la capacidad comprensora del pequeño lector, aquel nivel de lectura que va de la mano de su conocimiento del mundo, el cual se relaciona directamente con el que involucra su contexto más inmediato: su comunidad y su entorno familiar. Sobre esta base, una de las formas más efectivas de ejercitar la lectura es conduciendo al niño hacia espacios donde distinguirá mejor los elementos que lo identifican cultural y socialmente.

Además de los referentes de su edad, la psicología de personajes que muestren sus mismas inquietudes y los hechos relatados, otra manera de animarlo a involucrarse de lleno en la lectura será mediante la cercanía con los escenarios donde estos hechos se desarrollan y la identificación de los personajes de quienes se relata. De aquí la pertinencia de la denominada literatura regional, pues gracias a esta el niño tendrá una versión de primera mano y sabrá atesorar aquella lectura como un mensaje íntimo, como la voz de su comunidad hablando por él y para él. Es esta una de las formas en que los seres humanos –en su condición de entes sociales– consiguen valorarse a sí mismos y valorar el peso de su cultura: encontrando su lugar en el mundo, siendo “parte de” o “representando a”.

En este contexto, la literatura de la Región Piura es vasta y con una historia propia que atesora a importantes escritores en sus páginas. El conocido poeta Carlos Augusto Salaverry, ilustre representante del romancismo peruano en el siglo XIX, fue natural de La Solana, en el actual distrito de Lancones, provincia de Sullana, aunque a los cuatro años de edad su padre, el militar y presidente del Perú Felipe Santiago Salaverry, lo llevara a vivir a Lima. La historia resulta inversa con Enrique López Albújar, quien pese a haber nacido en Chiclayo se sintió el más oriundo de los piuranos, lo que argumentaba inclusive por escrito tal como declara en sus Memorias: “Soy de Piura, de una ciudad pomposamente radiante y blanca como una antigua ciudad griega…”. A estos nombres debemos incluir figuras más actuales como las de Francisco Vegas Seminario, Miguel Gutiérrez, Cronwell Jara Jiménez y Roger Santiváñez, quienes han configurado muy bien la cartografía escritural de esta Región.

Es posible, sin embargo, guardar hoy legítima esperanza respecto a la proyección y calidad de la literatura piurana. Narradores y poetas como Sigifredo Burneo, Alberto Alarcón, Armando Arteaga, Miguel Ángel Zapata, Luis Eduardo García, Houdini Guerrero, Dimas Arrieta, Cosme Saavedra, Jorge Tume Quiroga, Fabián Bruno y José Lalupú, entre muchísimos otros, erigen un edificio literario que ha comenzado a ser identificado desde diversos rincones del mapa nacional.

Por eso no es ninguna sorpresa conocer y hacer posible esta aproximación a Piura. Cuentos infantiles (Lima, 2009) que, igual que los libros análogos de la colección Biblioteca Perú Infantil, reúne el trabajo de diez narradores regionales. Los cuentos para niños aquí esperan ser presentados “cronológicamente, no desde los autores sino desde los lectores”, disponiendo primero cuentos en apariencia sencillos hasta los más exigentes. Pero tal decisión (expuesta en la contratapa del volumen) no la encontramos al internarnos en el contenido del conjunto. Creemos sinceramente que “El asno que voló a la luna” (Jara Jiménez) es una narración completa, acabada y que exige cierta perspicacia del pequeño lector para que comprenda en su real dimensión el mensaje planteado por el excelente vuelo imaginativo del autor; sin embargo, ha sido dispuesto a la entrada del libro como si se tratara del más simple.

Los organizadores de esta selección, los escritores Willy del Pozo y Harold Alva, plantean como derrotero estructural avanzar desde lo sencillo hasta lo intrincado. Obedeciendo este planteamiento, consideramos que el texto que debió abrir la muestra es “Historia de un árbol feliz” (Burneo), seguido de “Ánder, el pececito” (D’Garay) y después, por su brevedad, la leyenda “Y Dios creó al chilalo”  (Arrese). A partir de aquí, existe un grupo de textos de mediana dificultad como “Cubi” (Guerrero), “Tito Marchán, el mago” (Robles Prieto) y “El discurso de la historia” (Meza Chunga), coronados, ahora sí, por “El asno que voló a la luna”. De aquí en adelante, involucran una notoria presencia de sucesos reales (con sus respectivas cuotas de drama, misterio y humor, aparte de mayor extensión) historias como “Ña Pancha” (Tume), la excelente “Leyenda del chuque” (Alarcón) y la crónica o estampa (no cuento, a entender nuestro) “La malarrabia” (Arrieta).

Desde otra perspectiva, cabe anotar la presencia contundente de elementos de la naturaleza: la mayoría de historias involucra en su constitución a animales y plantas, ya sea desde una motivación educacional o buscando reforzar el plano fantástico de la construcción temática, con la ventajosa excepción, sin embargo, que en las dos leyendas incluidas en el conjunto confluyen ambas intenciones: la educacional y la fantástica.

El desbalance de los textos, no obstante, es patente a la hora de sopesar el conjunto desde niveles como el lingüístico, el técnico y el artístico. Se nota claramente cómo algunos escritores manejan muy bien su historia sin que esta decaiga en ninguno de los planos mencionados; mas no sucede lo mismo con otros que transparentan escasez de recursos idiomáticos, falta de verosimilitud y un alcance estético que se queda algunas veces en la buena intención. Esto ocurre con frecuencia en la narrativa infantil por la idea equivocada de que el niño no merece una lectura complicada; mas se confunde lo poco complicado con lo intrascendente, con lo impreciso, y  entonces empiezan los problemas.

Hay que tener cuidado siempre a la hora de elegir textos para niños, quienes son muy suspicaces y jamás se han manifestado públicamente reclamando cuentos de poca dificultad. Al contrario, mientras más les proporcionemos lecturas donde los niveles de comprensión, estimulación lingüística y atractivo estilístico alcanzan un considerable desarrollo, estaremos ofreciendo aquellos retos necesarios para su progreso intelectual; y si no les ocultamos los dramas de la vida, los conflictos que deberán enfrentar en su paso por el mundo, y con ello hacemos un oportuno contrapunto con textos festivos, divertidos y fantásticos, iniciaremos entonces la forja de personalidades plenas y robustecidas anímicamente.

El logro de este libro sería en todo caso (sobre la base de lo anotado al principio de este comentario) su intención de llevar al novel lector hacia los personajes, espacios y elementos culturales propios de su entorno. No hay mejor manera de estimular la lectura en los niños que poniéndolos ante aquello en lo que se identifique, y las dos leyendas consignadas en Piura. Cuentos infantiles están aquí muy bien dispuestas, lo mismo que la anécdota pueblerina trabajada acertadamente –por ejemplo– en textos como “Ña Pancha” o “La malarrabia”. Modismos propios del lugar, personajes que reconocemos rápidamente (por sus apellidos originarios) como verdaderos habitantes del norte peruano, o costumbres oriundas, constituyen referentes para estar seguros de que lo narrado tiene el sello de una región tan entrañable como Piura.

Para seguir el rastro de la literatura piurana con muestras similares a la que aquí comentamos, puede servirle muy bien al lector la presencia de libros análogos publicados por la misma editorial. Las selecciones Algarrobitos del arenal. Narrativa infantil piurana y Piura. Antología de narrativa piurana cierran transitoriamente el círculo del interés de Altazor por proyectarse en lo posible hacia la cultura literaria de esta Región, un espacio creativo que aún tiene mucho que ofrecer si tomamos en cuenta el excelente despegue (y despliegue) que muestra en estos días la literatura del interior peruano.


LA APUESTA: José Lalupú y Carlos Espinoza León

Portada

Lengash Editores acaba de publicar "La apuesta", interesante historieta sobre las aventuras del mítico bandolero Froilán Alama. Este trabajo integra los dibujos de José Lalupú y los textos de Carlos Espinoza León. Sin duda, una publicación que llena un vacío en el espacio cultural piurano. Aquí algunas viñetas:












jueves, octubre 31, 2013

CIUDAD ACUARELA DE JOSÉ LALUPÚ VALLADOLID

Portada del libro

José Lalupú es un connotado artista, pero es en el campo de la narrativa donde se puede ver todo su talento y originalidad.
Este sábado 2 de noviembre en la 34 Feria del Libro Ricardo Palma se presenta Ciudad acuarela, su esperado libro de cuentos, editado por el sello Altazor. La cita es en el Auditorio Antonio Cisneros, a las 9 de la noche.
Aquí la contraportada del libro, escrita por el narrador español Héctor Gómez Navarro:
Un escritor consigue encontrar una palabra mágica, una palabra que tiene el poder de desencadenarlo todo. Un joven se enfrenta con los extraños visitantes de un antiguo cerro sagrado, sin saber si son seres de otro mundo o sus propios demonios internos. Un artista descubre, durante un accidentado viaje en autobús, la convulsa belleza del arte abstracto. Una adolescente puede “ver” a través de los objetos con solo tocarlos, y recuperar un pasado que a ella también la toca…

Estos y  otros fascinantes personajes habitan Ciudad acuarela. En su primer libro de cuentos, José Lalupú parece querer revelar los vasos comunicantes entre la poesía y la pintura, y construir un mundo en el que se citan el encanto y la nostalgia, el humor y el misterio. Con un talento arrollador y un estilo sugerente y expresivo, Ciudad acuarela es una serie de relatos brillante y fantástica.


BITÁCORA PÚRPURA: NUEVA ANTOLOGÍA DE NARRATIVA PIURANA

Portada del libro

Este sábado 2 de noviembre en la 34 Feria del Libro Ricardo Palma se presentará Bitácora púrpura, la nueva antología de los jóvenes narradores de la generación Estirpe Púrpura. Esta nueva entrega ha sido preparada por Fabián Bruno, bajo el sello editorial Altazor. La cita es en el Auditorio Antonio Cisneros, a las 9 de la noche. 

Aquí la contraportada del libro:

Los doce cuentos de Bitácora Púrpura están narrados con madurez narrativa. Escritos por igual número de escritores, hay en ellos precisión y frescura apasionada. Si bien todos los autores son de origen piurano, esto no quiere decir que la presencia de los personajes, dentro de los textos, no superen cualquier frontera. La brevedad y la pluralidad de formas, tiempos y situaciones hacen de estos cuentos toda una literatura que va más allá de la norteña y calurosa Piura. La poderosa imaginación y esmerada técnica de los cuentistas hacen de esta antología una colección de historias convincentes y seductoras que seguro quedarán clavadas en la memoria de los lectores.


martes, julio 30, 2013

Roy Virtú II

Roger Santiváñez

Hoy, martes 30 de julio, a horas 7.00 p.m., en los ambientes del Ex – Rectorado de la Universidad Nacional de Piura, se presenta el libro "Virtú" de Roger Santiváñez. ¡Somos poesía!

Un nuevo poema de Virtú, como adelanto:

Sea Isle / 3

Seda sonora silencio sólo sale
De ti en la oquedad de las olas
Una tras otra tersura tierna

Que en su fresco resonar admite
Voces apagadas un susurro del
Viento colmado de belleza femenina

Palabras inventadas por marea
Franca & la gaviota caminando
Solita en los concéntricos bordes

Se decide a volar & es hermosa
Sobre espumas serranas en su
Cumbre o en un velero que se va

Se va yendo se pierde en el
Cuadrado horizonte lo retumba
El fino atardecer lo va matando


William Guillén Padilla o la minificción en el Perú

Portada de "77+7 nanocuentos"


Las casas camino a la ciudad de Lima se erigen en variados espacios; desde arenales, hasta muy bien acomodados meridianos de cemento y gravilla. Pequeños poblados nos saludan con inocencia mientras el paso del ómnibus nos dibuja y acorta la distancia. Han puesto la misma película de todos los viajes: una melodramática que extasía la memoria y el cariño de las personas hasta convertirlas en un grupo informe de suspiros. La primera parada es Lima; luego vendrá otro viaje más largo: Ayacucho. Es la primera vez que voy a aquella ciudad que tanta historia reciente alberga y al mismo tiempo tanto silencio. Uno lee muchas cosas que recuerdan la violencia de los días pasados, donde solo absurdos pensamientos de un cambio a través de la sangre y el fuego, han dejado un país que teme y se siente desposeído de sus propios argumentos de paz. Pero el tiempo es distinto: la vida ha seguido un curso indefinido y necesario, para muchos mejor, pero que ha llevado nuestra solidaridad a convertirse en una burla, un individualismo vulgar. Es cotidiana nuestra ausencia.

Pero el motivo que me lleva a tierras lejanas es otro: un evento literario. El tema central, es muy peculiar, a pesar de ser esencialmente poético: “Vallejo y su libro ‘Contra el secreto profesional”. Peculiar porque abordar un texto de esa categoría, donde muchos se han empecinado solo a descubrir lo mismo en su poesía, invita a creer que estamos empezando a leer de otra manera lo escrito hace ya casi un siglo. No debería generarnos sorpresa esto. Recordemos los comentarios del común denominador de la época con la vanguardia que surgió en el Perú cuando prevalecía en aquellos tiempos los empalagosos rezagos del modernismo: solo buscaron desacreditar la vitalidad de lo que se empezaba a germinar en nuestro país tan vedado siempre al arte en general. Y sucede que este libro, ‘Contra el secreto profesional’, ya almacenaba, casi como un respiro futuro, una de las variantes narrativas más complejas de la actualidad: la minificción, aunque no concebida desde los manifiestos teóricos que ahora se utilizan para diversificarla con cautela, pero que ya marcaba una nueva etapa en la experimentación literaria de principios de siglo XX. Hay virtud en esto.

Georgette de Vallejo manifiesta que los borradores de este libro se dieron en la década comprendida entre 1920-1930, aunque recién vieron la luz en 1973, editado por Mosca Azul Editores. Es decir, lo que profundizaron literariamente Monterroso, Cortázar, e incluso Borges y Casares con la publicación en 1953 de ‘Cuentos breves y extraordinarios’, ya había sido revisado muchas décadas antes por Vallejo, como ha sucedido con toda su obra literaria, adelantada siempre a las convencionalidades de la época. Si bien la minificción ha sufrido una evolución apresurada (se habla ahora de microcuentos, microrrelatos, micronovelas, microteatro, etc.), esta se ha fortalecido enormemente por la convicción de autores y grupos literarios que han apostado por esta variante, hasta convertirla con seriedad en una nueva fórmula narrativa. Y el Perú, desde Vallejo, ha manifestado una elocuente gama de narradores; prueba de ello, en el 2012 se publicó la monumental ‘Circo de pulgas. Antología de la minificción peruana’, elaborada por Rony Vásquez Guevara, brillante conocedor del tema y propulsor de esta especie literaria desde su revista ‘Plesiosaurio’. Dentro de ella se cita a innumerables narradores, noveles y con trayectoria, los cuales viene trabajando con tesón sus perspectivas en este campo. Uno de los que más destaca, tanto por su peculiar forma de narrar como por su compromiso con la minificción, es William Guillén Padilla. Que se entienda esto de compromiso no como una obligación artística, sino como el interés de un autor por dejar en claro la vitalidad y fortaleza de lo que escribe.

Pocos son los autores que han apostado tanto por los textos breves. Muchos han sobrevivido solo a la publicación de un libro o dos, y luego abordado diversos espacios ajenos a la narrativa ‘hipercorta’. Ya sea la agilidad de nuestros días o la versatilidad de lecturas que buscamos para no aburrir, pero los microcuentistas, a pesar de ahora ser muchos, no es constante; es decir, no persisten. Guillén Padilla puede preciarse de ello. Sin ser ajeno a los demás géneros literarios (ha publicado poemarios, abordado la cuentística en extensión, proyectos futuros de novelas), se ha encaminado por la publicación de varios libros con textos breves, y algunos de ellos son ya un clásico enciclopédico: ‘Cuaderno de almanaquero’ (2011) es sin duda el mayor proyecto realizado en el campo del microcuento. Esta obra recoge una microficción por cada día del año, con su bisiesto y feriados, utilizando como eje principal los nombres de todos aquellos que aparecen en el calendario cotidiano: un ‘bristol’ moderno. ‘Lo que yo barman oí’ es otra joyita: imaginemos todas las historias que escucha en lo nocturno esta persona que atiende a parroquianos de todo tipo: bohemios, personas engañadas que buscan liberarse, enamoradores compulsivos, etc. Pero este personaje es solo un pretexto: lo principal son las situaciones que desbordan nuestra imaginación. Algunas de ellas sobrenaturales, otras ilógicas, pero siempre con esa lectura ágil y atrayente. Como el autor mismo menciona ‘no es una apología a la bebida’; el autor sale muy bien librado de ello. Con ‘77+7 nanocuentos’ hace un vuelco y fusiona dos especies narrativas: por un lado compila 77 microcuentos de diversas temáticas y le agrega 7 cuentos que podríamos denominar ‘comunes’ por la extensión. Aunque no es la primera vez que logra esta fusión (ya la había realizado al unir la poesía de ‘Planetario astral’, con la narrativa de ‘Actos y relatos’; editados en un formato que recuerda los textos de ‘Cara & Cruz’ de Ediciones Norma), ya auguraba que la narrativa no le era nada ajena. Nos ha confirmado su elocuencia literaria con la publicación de ‘Retorno en tiempo real y siete cuentos más’ (Arsam, 2013), libro que reúne un conjunto de muy buenos textos, algunos de ellos finalistas del Premio Internacional Copé de Cuento. En esta nueva entrega de Guillén Padilla uno queda embelesado con el cuento ‘Los amantes’, donde uno de los personajes, una mujer impasible que arroja al tacho de la basura los escritos que considera ‘malos’ del esposo, nos recuerda a todos los que escribimos esas virtudes odiosas que llegan a tener los editores. Con ‘Historia de Noela’ y ‘Eterno amor’, ambos con temáticas y tramas muy distintas, pero con el fantasma de la violencia subversiva entre sus líneas, el autor nos invita a conocer un poco más de nuestra historia reciente para poder creer hasta dónde llegaron las circunstancias y personas con sus acciones en medio de esta guerra infinita y devastadora. ‘La maldición de los pájaros’ es un llamado a nuestra infancia y critica aquella inconciencia que solo busca soluciones sin medir las consecuencias. Un libro maduro y que demuestra la buena narrativa de este autor.

La narrativa peruana está con buen auge, y con William Guillén Padilla, en cualquiera de sus variantes’, se fortalece aún más los criterios del arte que busca persistir.

Palabras para Diario de batalla, de Jack Flores

Jack Flores

Como a casi la mayoría de mis amigos escritores en Lima, no recuerdo bien cómo conocí a Jack Flores, creo que fue de entre aquel grupo de luminosos nictálopes que consuetudinariamente nos encontramos los viernes en Don Lucho, el hermoso bar con la vieja rockola del Jirón Quilca, en el centro de la ciudad; o tal me lo presentó alguien, quizá el narrador Carlos Rengifo, alguna media tarde de farra luego de una presentación literaria similar a esta; la verdad, no estoy seguro ahora; pero de lo que sí puedo dar fe, es que a Jack Flores, esforzado creador de mundos literarios, peleador callejero de la palabra, fabulador incorregible, lo he encontrado siempre entre el grueso de escritores que acabamos la suela de los zapatos recorriendo mundo por remotas tierras del Perú.

El texto de la solapa de este libro dice a la letra: “Viajero constante”; y lo recalca más abajo: “Ha recorrido el país de palmo a palmo participando en distintos eventos literarios”. Yo doy fe de ello. A mí me consta. Siento que a Jack Flores solo hay que avisarle que la cosa (literaria) es en Andahuaylas, en Huaral, en Huancayo, en Tingo María… o en Puno, y él no lo piensa dos veces: se va hasta cualquier latitud del país para hacer conocer su literatura, aquella narrativa suya posicionada no solo en experiencias propias, en sus reflexiones constantes o en sus puntos de vista acerca de la realidad peruana; sino también aquella literatura que tiene mucho de su personalidad, de su lectura crítica sobre el ser humano, de su sentido del humor que a veces pareciera pesimista, negro; y que, sin embargo, no deja de estar presente como una constante, como un ave que surca el cielo de las páginas de sus libros con mirada perspicaz, o como una de aquellas avionetas que fumigan los campos de cultivo cubriéndolos con el especial color de su temperamento.

Porque en su forma singular de narrar siempre está él. Sino quién puede negar que en aquel cuento “Piensa, piensa…” de su primer libro, Lecciones para un suicida, el protagonista no es el propio Jack autocalificándose en la voz de una abuela que funciona a la manera de su propia conciencia; o díganme sino si uno de los buscadores de la casa de José María Arguedas, en el libro y cuento que llevan el mismo nombre (La casa de Arguedas) no es el mero Jack Flores, situándonos en una de sus facetas, la del viajero curioso, inquisidor, censor de la idiosincrasia del peruano recorriendo con empeño una de nuestras localidades andinas.

Por eso ahora que he leído Diario de batalla, creo haberlo encontrado nuevamente. En este caso llega al lector con el nombre ficticio de Joaquín, un muchacho egresado de la secundaria que se dedica el día entero a atender un locutorio de Internet y de llamadas teléfonicas, a la vez que se entretiene mirando videos de estrategias militares en las batallas más conocidas de la historia mundial. Y junto a ello, un elemento que hace más interesante la trama: su fijación por Fiorella, una hermosa vecinita que llega siempre por su establecimiento a requerir servicio de llamadas.

A partir de aquí, Jack Flores desarrolla una entretenida mirada de la realidad juvenil desde la propia conciencia de un joven limeño; para ello, ha utilizado la técnica del diario, ese documento íntimo que cuando lo lleva un joven, se vuelve dinamita entre sus manos debido a que la adolescencia, la juventud, es la edad de los descubrimientos, del nacimiento de las preferecnias, del enamoramiento, del punto de partida de las importantes decisiones en la vida y, por supuesto, de la rebeldía, de los primeros conflictos personales… en suma, de esa batalla que es la vida y que a Joaquín, por qué no, le gusta vislumbrarla desde su condición de espectador de estrategias militares por Internet.

Pero Diario de batalla es también el título alegórico para aquella lucha aún más específica que libra contra los miembros de su familia: sus padres, sus hermanos Milena y Galván, y su sobrina Mileidy, quienes se oponen a su repentina decisión de alistarse en el servicio militar obligatorio. He aquí el conflicto completo para una historia llevadera, fluida, festiva, pero llena de ese cúmulo de reflexiones y puntos de vista que envuelven a todo joven peruano cuando se encuentra frente a las primeras, difíciles y grandes decisiones de la existencia.

Joaquín, por fortuna, tiene el respaldo de los amigos (en especial de Joan, quien es un verdadero confidente), de su núcleo familiar, del florecido sentimiento hacia Fiorella, del entorno vecinal y de sus preferencias estéticas (escucha música del recuerdo y lee buena poesía) para desarrollar una opinión que lo convierte en un muchacho seguro de lo que quiere, pese a que no deja de enterarse que la vida es siempre un misterio, una caja de contigencias de la que nunca se puede esperar nada seguro, tal como lo descubre a veces cuando se ve obligado a escuchar conversaciones telefónicas ajenas de sus clientes.

No obstante, él está siempre presente, haciéndose carne en estas páginas para contarnos un episodio de su vida en este diario que abrimos con curiosidad y gracias a cuyo lenguaje coloquial nos convertimos en cómplices de sus angustias, anhelos, alegrías, inseguridades y cavilaciones.

Estoy seguro que, de tratarse de un lector joven, este se encontrará en Diario de batalla reflejado perfectamente como ante ese espejo de nuestros días que Jack Flores ha sabido pulir y ofrecer esta vez en forma de libro. Porque es también cierto que en mucho de este Joaquín se encuentra el karma del autor, como adelanté al principio. Yo leo a Joaquín, y me parece escuchar la expresión irónica de Jack cuando nos envolvemos en alguna conversación cotidiana.


Sea bienvenida esta nueva entrega de Jack Flores y le agradezco por permitirme este redescubrimiento permanente con su espíritu humano y creador cada vez que me aproximo a una nueva producción suya. 

lunes, julio 22, 2013

Roy Virtú

Roger Santivañez

A propósito del regreso de Roger Santiváñez a Piura, y de la presentación de Virtú, aquí una muestra del talento de nuestro poeta:

Dolor / 4

Atlántico helado posees la canción
Capaz de volarme hasta costas de Lima
Gaviota de mi memoria se oscurece

En la playa que el mar diseña para ti
El sol sinembargo prende la armonía
De tus formas en tu biquini azul

Con albos pespuntes aquel atardecer
Fueron signos de un evadido deseo
Rosas volviéndose una sola rosa sub

Secreta luz que acompaña soledades
En adviento por los ángeles cantado
Se torna dichosa noche nebulosa

Tierno & salvaje brillo de sus ojos
Callada sonrisa más leve que la brisa
Sólo tú dueña del vacío hoy

Cuando el poema a su destino incierto
Se entrega & solitas las olas quedarán
Golpeando las rocas que un día posaron

          Tus muslos redorados


Roma / 5

Porque si hay una canción yo la
Escucho callado con las ondas
Magnánimas acuáticas del corazón

Donde moran los dioses ocultos su
Mergidos en la mayólica celeste a
Ratos lucinda por el sol esposo de

La luna o supremo Señor do Natura
Exhibe su terrible biquini de Amor
Consagrado al deseo que es un vi

Ento suave en la oquedad deste paraíso
Desnudo como un atardecer bañado
Por la inmovilidad de los árboles

Atrapados en el espacio incontemplado
Pero templado de ti toda mi vida
Entonces escondo mi linaje de nube

O me tiendo sobre la yerba perfecta
A soñar con la luminosidad extinta
Que sinembargo pinta de azul la

Noche aproximándose recóndita ha
Cerse un día de nuevo otra vez cin
Cel de la bajada en trineo por la

           Dulce ondina andina

Roger Santiváñez regresa a Piura

Portada del libro

Roger Santiváñez regresa a la tierra de sus orígenes. El chico que se declaraba con la mirada recala en esta su tierra primera para presentar, como tiene acostumbrada a la ciudad, su nuevo poemario Virtú. Este libro ha sido editado por Hipocampo Editores, y se presentará, con el auspicio del Instituto de Cultura de la Universidad Nacional de Piura, el día martes 30 de julio, a horas 7.00 p.m., en los ambientes del Ex – Rectorado de la Universidad Nacional de Piura.

Alberto Alarcón, Sigifredo Burneo, Lelis Rebolledo, Manuel Mena Sertzen y Houdini Guerrero acompañan en este evento de la palabra.

Roger Santiváñez, miembro de la generación poética peruana de los 80s., participó en la fundación de La Sagrada Familia (1977), militó en Hora Zero (1981) y fundó el estado de revuelta poética denominado Movimiento Kloaka (1982-1984).


Aquí un poema de su nuevo libro:

Sea Isle 2

Never la luz se puso al mediodía
Como hoy del mar sintió el clamor
De una belleza tan real impresa

En la resaca de un tumulto an
Cestral ingrávido prendido a las
Estrellas dormidas todavía si

Nuosas en su cielo ampayado de
Todos modos por las sabias orillas
Mojadas & desnudas tras el aire

Blandido suavemente revoltijo que
Se desata en mi corazón & lo hace llorar


viernes, mayo 31, 2013

Jaime Guzmán Aranda y su revolución silenciosa

Jaime Guzmán Aranda

Ricardo Ayllón

Son diversos los episodios que se agolpan en el corazón cuando se quiere escribir sobre una persona tan querida. Es lo que me ocurre ahora con el recuerdo de mi hermano, el poeta Jaime Guzmán Aranda: la forma en que lo conocí (hace exactamente 21 años, una mañana de mayo de 1992), las aventuras literarias que compartimos, las eternas tertulias sobre poesía peruana y universal, los comunes desvelos por conseguir que la lectura triunfara sobre todas las cosas… Pero lo que más me quedará de él es su aventura apasionada e imperecedera de editar libros de temas y autores chimbotanos.

Uno de los momentos más recurrentes, entre todos ellos, es aquel en que vi sobre su escritorio la carátula del libro “Banchero, los adolescentes y alucinantes años 60 de Chimbote”, de Guillermo Thorndike. Era un medio día del año 1995 y acababa de llegarle una prueba de aquella carátula. En ese momento recuerdo que le increpé: “Por qué la has hecho de ese color?, no es exactamente amarillo, sino medio verdoso, qué color tan raro”. Y él, con su impecable y penetrante irreverencia me contestó: “Es color caca, compañero; el color de esta ciudad de mierda que se hunde en la ignorancia y no quiere darse cuenta”. Su respuesta me hizo reír mucho y, sin embargo, me dejó asombrado por su rudeza. Por eso tal vez, compadecido por mi desconcierto e invitándome a salir de su oficina, complementó allí nomás con lo siguiente: “Pero no te angusties, saquemos a dar una vuelta a esta carátula, de repente se destiñe un poco y tú te sientas más tranquilo”.

Pese a su dureza, a su manera de castigar con frases lapidarias a los chimbotanos en todo momento, a Jaime lo levantaba todas las mañanas la tierna e inmensa intención de que el mundo supiera que Chimbote tenía su propia literatura y una de las mejores del país. Ese era su deseo permanente, el que nos enteráramos todos (desde su alma, su corazón, su traspiración) que nuestro puerto había dejado de ser hace mucho lugar de paso y campamento de oportunistas, y se había convertido por fin en gran capital de la cultura.

Porque su lucha por sacar adelante la literatura la hizo desde siempre, desde que aprendió a leer a este puerto no solo en sus libros, sino también en el olor y color de sus calles, en la mirada de la gente y en la (mala) palabra de sus falsos profetas. Permitiendo que apareciera un libro tras otro, demostraba con obras (no con palabras) lo mejor de éste su “Lugar de nacimiento” (como bautizó a uno de sus bellos poemarios), y por eso Río Santa Editores, su empresa editorial, no era otra cosa que la hechura de su propio respiro, el latido potente de su corazón, la ebullición indetenible de sus nervios; en suma, aquella revolución silenciosa –como solía llamarlo entre los amigos– a ese empecinamiento suyo de que los chimbotanos se pusieran a leer los libros que él editaba con tanto amor.

Por eso se encargaba de que los clientes que acudían a su librería, se enteraran que al comprar un libro lo que se llevaban en verdad era la mejor oportunidad de iniciar una transformación en sus vidas, pues un libro, una obra literaria, aguarda siempre como un pequeño universo lleno de respuestas. Muchos sabemos que Jaime Guzmán Aranda se adelantó al Plan Lector del Ministerio de Educación, ya que no solo se encargó de que los colegios de Chimbote conocieran a los autores de este puerto (“Para dejar de ser forasteros en nuestra propia tierra, leamos lo nuestro”), sino que hizo esto casi una década antes de que apareciera el famoso Plan Lector, emprendiéndolo de forma masiva, incansable y febril, como era su estilo.

A sus compañeros de ruta, nos animó a no avergonzarnos de reconocernos escritores, a mirar la vida con valentía y agudeza desde nuestras lecturas y nuestros manuscritos. Cada vez que podía, nos contaba quién estaba a punto de editar con su sello la próxima novela o poemario. Lo decía con la alegría del niño estrenando juguete nuevo, pero también con la expectativa a flor de piel, con el convencimiento de que estaba por publicar el próximo gran libro sobre Chimbote. Desde los primeros volúmenes editados por él, como la bella reedición del libro de relatos “Las islas blancas” de Julio Ortega, hasta las recientes novelas del excelente Fernando Cueto, Jaime sabía que apostaba a seguro, y que se ponía una vez más al frente de ese ingobernable pero imperioso navío llamado LITERATURA CHIMBOTANA, así, en mayúsculas, como él habría querido escribirlo siempre.

La obra de Jaime será difícilmente superada y deja la valla muy alta a quienes quieran seguir la ruta por él emprendida. Su amor por Chimbote, por su literatura, fue prácticamente una doctrina, pero también una forma inquebrantable de celebrar la vida. Por eso a sus amigos no nos queda sino seguir ejerciendo ese apostalado con la misma pasión, aquella fe en la literatura que aprendió de niño y que deja ahora como el mejor legado a la tierra que tanto amó.  

domingo, mayo 12, 2013

Madre


A manera de homenaje a mamá, este poema de Carlos Oquendo de Amat.


Tu nombre viene lento como las músicas humildes
y de tus manos vuelan palomas blancas

Mi recuerdo te viste siempre de blanco
como un recreo de niños que los hombres miran desde aquí distante

Un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura

A tu lado el cariño se abre como una flor cuando pienso

Entre ti y el horizonte
mi palabra está primitiva como la lluvia o como los himnos

Porque ante ti callan las rosas y la canción.

De 5 metros de poemas.

martes, mayo 07, 2013

Los asesinos de Banchero & El grimorio escondido

Ricardo Ayllón

Portada de "Los asesinos de Banchero"

“Los asesinos de Banchero”, de Ludovico Cáceres Flor

La violenta muerte de Luis Banchero Rossi, un asesinato que marcó los primeros años de la pasada década del 70, dejó en nuestra ciudadanía una gran sensación de impotencia no solo porque se trató de la repentina y temprana desaparición del empresario peruano más importante de su tiempo, sino también por el enmarañado misterio tejido a su alrededor, originando grandes interrogantes respecto a quiénes fueron sus verdaderos asesinos, qué poderosos motivos se escondían detrás de su homicidio, y cuánto de provecho político, económico y personal obtenían quienes lo maquinaron.

Ludovico Cáceres Flor (Huaraz, 1963), quien ha resuelto fijar los contenidos de su narrativa en sucesos policiales que en su momento motivaron categóricas primeras planas, vuelve a la carga con su gran olfato periodístico para novelar aquel importante capítulo de la criminalidad peruana.

Con personajes que sustentan una trama plausible y sugerente, “Los asesinos de Banchero”(Etiqueta azul, 2013)nos recuerda que la narrativa literaria es toda una aventura creativa a la hora de trazar como tema un episodio de la vida real, sobre todo entre quienes sabemos que este asesinato laceró notoriamente la delicada sensibilidad del pueblo peruano.


Portada de "El grimorio escondido"

"El grimorio escondido”, de José Falconí Oliva

En la Lima actual, un misterioso manuscrito de tiempos del Virreinato ha sido hallado y, tras la urgencia de su interpretación, se perpetra más de un violento homicidio. Con mano hábil y desenvuelta, José Falconí Oliva (Lima, 1968) nos ofrece una novela policial donde la tensión del hilo narrativo, la minuciosidad del dato histórico y la transparencia expresiva constituyen todo un acierto estilístico y verbal.

“El grimorio escondido”(Ornitorrinco, 2013) tiene como protagonista al doctor Alex Méndel, conductor de un programa radial de temas sobrenaturales, policía, antropólogo y médico forense, quien, debido a su gran curiosidad, se ve envuelto en una palpitante trama cuyos peligros se ciernen cada vez más sobre él. Periodistas, paleógrafos y cazafortunas marcan también el ritmo de este magnífico relato que nos llevará a descubrir cuánto de mentira y de verdad hay tras las leyendas urbanas tejidas por el ingenio popular.

Esta es la ópera prima de Falconí Oliva, quien es comunicador audiovisual. Actualmente reside en EEUU, donde colabora en semanarios hispanos de Washington DC y Baltimore (Maryland), dicta charlas de iconografía y realiza adaptaciones radiofónicas.

lunes, mayo 06, 2013

Adiós, abuela Artelia

Óleo de Guayasamín


José Lalupú

Enseñar a leer y a escribir a un niño es uno de los actos más nobles que existen. Enseñar a leer es enseñar a aprender el mundo, porque todo el mundo está hecho de palabras; por eso, aprender a leer es un acto tan fantástico, tan mágico, tan necesario. Enseñar a escribir, por su parte, es dotar a un niño de las armas necesarias para reconstruir el mundo y darle también la capacidad de inventar otros mundos. Al igual que muchas generaciones de chulucanenses, tuve la fortuna de beber ese aprendizaje en las manos sabias y las palabras maternales de la abuela Artelia Gómez de Rivas.

La maestra Artelia era grande por dentro y por fuera, y tenía el aspecto de una abuela bíblica. Era maternal como la leche tibia, sus ojos iluminaban nuestro mundo infantil, y su voz tenía el poder de convocar la inteligencia. Para nosotros, era hermoso llegar todas las mañanas a la escuelita de Nuestra Señora de Fátima y ver sus cabellos que parecían bañados en oro blanco. Era una abuela de modales tan suaves que parecía estar hecha enteramente de algodón. A su lado, uno se sentía siempre pequeño, como ante una madre. Pero la maestra Artelia era una abuela de la escuela antigua: capaz de llenarte de besos si aprendías las lecciones del Coquito, o aplicarte un buen “betazo” por flojo o malcriado. Era la suma del amor y la disciplina, es decir, del mejor amor.

Sin embargo,  la abuela Artelia no solo nos adiestró en el sagrado arte de la escritura, también, sin querer, nos enseñó a usar nuestra imaginación: para escarmentar a los que se portaban mal o incumplían los deberes, amenazaba con encerrarnos en un cuarto oscuro en compañía de un esqueleto que nunca nadie vio y que, por eso, se volvió una leyenda: ¿Cómo sería?, ¿cuál era su aspecto?, ¿qué cosas terribles era capaz de perpetrar?, ¿sobreviviría el primero de nosotros que tuviera que entrar al misterioso cuartito?  Sin saberlo, la abuela Artelia, al confrontarnos con nuestros miedos infantiles, nos estaba enseñando que también es posible inventar el mundo y poblarlo de seres a la medida de nuestra imaginación. Es decir,  la abuela Artelia no solo me enseñó a aprender el mundo, sino a reinventarlo. Tal vez, en aquellos lejanos años de mi infancia feliz, nació en mí el gusto por la fábula y la fantasía. Ese gusto que se manifestaría años después en mi amor por la literatura y en mi modesta faceta de creador de historias y personajes.

Hoy, nos toca ponernos de pie;  hoy que la muerte, esa realidad brutal sin pizca de ficción nos ha arrebatado a la abuela Artelia, quiero rendir un homenaje callado a la mujer y maestra primigenia que me enseñó a aprender el mundo con las primeras letras de mi cuaderno de colegial.

Abuela Artelia, hoy que te vas a descansar al reino inefable que te reclama, quiero agradecerte por tu bondad y dedicación infinitas. Nunca olvidaré que te sentabas a nuestro lado y nos llevabas de la mano para que pudiéramos dibujar nuestras primeras vocales, y a la salida de las clases nos hacías cantar: “Adiós quiere decir… vaya usted con Dios…”. Recuerdo que nos hacías prometer que seguiríamos cantando hasta llegar a casa. Perdona, abuela, nuestras diabluras de churre, porque muchas veces apenas volteábamos en la Callao con Ramón Castilla, apretábamos la carrera como pájaros desbandados que no cantaban. Y tú solo querías que fuéramos buenos. Tal vez éramos muy niños para entender que no solo querías cultivar nuestros cerebros vírgenes, sino también nuestros corazones.

Adiós, abuela Artelia, no olvides que al enseñarnos a leer y escribir tu presencia se queda en nosotros, en miles de chulucanenses, en cada una de sus frases, en cada correo electrónico, en cada buen libro que leemos, en el periódico de las mañanas, en esas notas escritas para nuestros seres queridos,  en la lectura misma de este artículo. Si la escritura es trascendencia e inmortalidad, entonces una parte de ti trasciende y se inmortaliza en cada uno de nuestros actos. Hoy, abuela, con una espada atravesada en la garganta, nos despedimos con la tristeza de ya no verte, pero con la alegría de haberte conocido, y lo hacemos con la canción que tú misma nos enseñaste: “Adiós quiere decir… vaya usted con Dios,… Mi corazón se alegra… contigo voy, Señor…”.