sábado, agosto 25, 2012

EN NOMBRE DE LA MEMORIA



César Ángeles L.

 
La reciente columna de Victoria Guerrero, Tiempo pasado: a 20 años de la Cantuta y más de Accomarca me sugirió este comentario: 

 
Hace algunas semanas, vi la obra de teatro La ciudad y los perros, dirigida por Edgar Saba, basada en la novela homónima de Mario Vargas Llosa. Mientras transcurría la representación pensaba: qué mierda, aquí Vargas Llosa pasa por ser un escritor impecablemente democrático, cuando tiene esa gran mancha política que fue concluir, en la ‘Comisión Uchuracccay’ que presidió, que los campesinos de dicha comunidad ayacuchana, atávicos de su ‘pensamiento arcaico’ (sí, el mismo que le endilgó injustamente a Arguedas en su ensayo La utopía arcaica), mataron a los ocho periodistas y dos guías de la zona en la recordada trágica matanza de Uchuraccay (1983).

Así que, al final de la obra (lo lamento por los puristas y ortodoxos del teatro), y segundos antes de los merecidos aplausos (la obra estaba bien montada), grité: ¡‘UCHURACCAY’! 

Lo hice para dejar siquiera un átomo en el aire sobre aquello que decía de la conducta criticable del novelista, que nunca quiso ver lo evidente (y demostrado por otra comisión, tiempo después, así como por  el Octavo Tribunal Correccional de Lima en 1985): que los militares, que habían ocupado la sierra a comienzos de aquella década, instigaban a los campesinos a matar todo sujeto foráneo que se moviera por esos cerros ayacuchanos. En realidad, los militares no querían que los periodistas fueran al fondo de la verdad acerca de fosas clandestinas denunciadas en aquel entonces.

Empero, mi agitprop fugaz fue solo un grito (una suerte de Munch magenta) que resonó en la sala llena, e iba dirigido especialmente a quienes vivieron aquellos años. Ese día, había asistido un grupo de alumnos de un colegio privado de Lima. Al final, algunos de ellos se preguntaban, y a su profesora (quien fue alumna mía a inicios de los 90), qué era ‘Charajay’ (sic).

Luego, entré al camerino a saludar a los actores, y dos de ellos, de mi generación, me comentaron que los otros jóvenes actores se preguntaban al final qué era ‘Uchuraccay’. A lo que Gustavo Bueno había respondido que fue una matanza hecha por campesinos ayacuchanos contra los periodistas. Ricardo Velásquez le replicó que no fue solo así, que también hubo participación militar, etcétera, con lo que se generó un encendido debate entre estos dos actores mayores, y del que, lamentablemente, solo me enteré por el relato de otro que lo presenció.

Así que, en efecto, este tipo de asuntos no se tematiza en la escuela, ni menos aún en las escuelas de arte o teatro. La memoria de los más jóvenes se está entrenando, metódicamente, para olvidar toda esa parte de la historia sobre la guerra interna de nuestros años 80-90 que incomode o cuestione al poder. Se les entrena para repetir el fácil sambenito de que fue una guerra de ‘terroristas’ contra ‘el país’, y que aquellos fueron felizmente derrotados por ‘nuestras heroicas fuerzas armadas’, y que sino cómo estarían ‘el país’ y ‘la democracia’. Como sabemos, con Louis Althusser, la educación (y en este país, la Comisión de la Verdad y Reconciliación –CVR– y su Informe final son parte de dicha labor oficial) es un poderoso aparato ideológico del Estado, por lo cual, dejarla en manos de sus representantes es algo que, quienes creemos en una sociedad justa y democrática, no debemos hacer. Desde nuestras diferentes trincheras es siempre hora de poner los puntos y lo que haga falta sobre la íes. Sobre todo, en las varias íes de ignominia, injusticia e impunidad.

 

PD:
 

 

Lima la P
agosto 2012

 

viernes, agosto 24, 2012

Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. Prólogo de "Es la garúa"




Jorge Castillo Fan

El agua tiene sed de ser bebida
Khalil Gibran

Cuenta la historia bíblica que Dios calmó la sed del pueblo judío, durante su peregrinaje por el desierto, dándole de beber de una roca. Siglos después, Saulo de Tarso, convertido ya en apóstol cristiano, nos explicaría que aquella roca era Cristo (1 Cor. 10:4). Esta revelación es asombrosa no solo porque demuestra que la Ley era la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas (Heb. 10:1), sino porque, además, precisa que bebieron agua espiritual. Y es que Israel no solo debió atravesar un desierto literal, sino el otro —el más terrible—: el de la desnuda condición humana, tantas veces arraigada en la profundidad oscura y urticante de los médanos de la desesperanza y la desolación. El mismísimo Dios —como Cristo, pero hallado en condición de hombre— sufrió estos avatares: Elí, Elí, ¿lama sabactani? (Mat. 27:46).

Más acá en el tiempo, David, andando en condición de irredento cantaría: Mi alma tiene sed de Dios (Sal. 42:2). Y, ya entre nosotros, Georges Bataille no sería ajeno a esa revelación de la desesperanza humana y, por ello mismo, nos dice: Llamo a mi destino el desierto.

 Ese desierto existe y, en consecuencia, lo que podríamos llamar la otra sed. Y, por eso, penetrando en la aridez del alma, es que Cristo pudo ofrecerse a sí mismo como un manantial de redención: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba (Jn. 7:37). Y esa agua espiritual es la palabra viva, pues el mismo Dios es el Verbo.

Una vertiente de ese Verbo es la Poesía, como la otredad del lenguaje. Si en el día de Pentecostés la posesión del Espíritu Santo hizo que los cristianos hablasen en nuevas lenguas, el poeta —poseído por ese don estral que Dios ha ofrendado solo a los elegidos (Dn. 1:17)— puede devolvernos todos los estad(i)os de la realidad a través de ese supralenguaje que es la Poesía. Solo el prodigio de la Poesía nos permite calmar la sed: ella desciende, no como las lenguas de fuego de Pentecostés, sí como una garúa sobre el alma desierta; nos conmueve, nos asombra, vivifica nuestras raíces y nos retorna a nuestra primigenia condición humana; porque, como ha revelado José Díaz Sánchez, un palabra puede traducir los siglos; un poema, atravesar la historia.

Es la Garúa aparece ante nosotros como una ofrenda pluvial en la que se demuestra que la Poesía —líquido vital— es una maravillosa persistencia: ni silencio ni estridencia, sino suave rumor de agua que se desliza humilde y esplendente. Porque la poesía de José Lalupú nos hace levantar el alma y la mirada a la altura de todo aquello que está más allá de la satisfacción de los imperativos de orden material; descorre el velo para descubrirnos otros paisajes, para demostrarnos que el hombre no es solo esa cinérea envoltura que se empecina en adquirir brillo —y aún a despecho de su finitud—, sino el eterno depositario de las más altas emociones. Estos versos no son más que el mismo mirar y el mismo sentir del poeta descendiendo sobre nosotros verbalmente, húmedamente enternecido, y como susurrándonos: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

jueves, agosto 23, 2012

ES LA GARÚA. LIBRO DE HAIKUS DE JOSÉ LALUPÚ

Portada del libro


José Lalupú acaba de presentar la reedición de su libro Haikus (Hesperya; Oviedo, 2008), pero esta vez bajo el nombre de Es la garúa. La editorial América es la encargada de la impresión de esta nueva entrega. En este libro se reafirma el trabajo literario de Lalupú, que aporta nuevos haikus y las ilustraciones de las páginas.

Cito las palabras de Hector Gómez, que prologa la primera edición: Es un libro que merece una lectura lenta y proporciona un disfrute intenso y delicado a quien sabe apreciar esta unión de exactitud en el sentido y música en la palabra.

Aquí cuatro haikus:





Del mar, la línea,
solo un barco la corta.
¿Regresarás?
 

 

Luna blanquísima,
¿qué le has dicho al desierto
que se ha callado?



 
  
DERROTA DE ARTURO
 
La reina lo ama.
Se refleja en la espada
que me atraviesa.
 
 
 
  

El arco iris,
ave multicolor,
que se me escapa.

 

martes, agosto 21, 2012

HOMENAJE A CARLOS ESPINOZA LEÓN

Portada del libro

Carlos Espinoza León es uno de los escritores piuranos que con más talento, cariño y perseverancia ha descrito en sus obras el paisaje, las costumbres, vivencias y sueños de los pobladores de nuestra tierra.

Por ello, este martes 21 de agosto, los alumnos de la Universidad Nacional de Piura le rendirán un justo homenaje que incluye un conversatorio sobre su vida y obra, y la edición de una antología conmemorativa que contiene lo mejor de su narrativa breve, así como una semblanza de los momentos más importantes de su vida. El evento se llevará a cabo en el Auditorio Central de la Universidad, a horas 6:00 pm.

Toda una trayectoria vital (acaba de cumplir 71 años) dedicada a las letras y más de una docena de títulos publicados, así como el prestigio y la fama de la que goza entre los lectores más pequeños son motivos de sobra para este homenaje.

La antología titulada Carlos Espinoza León, toda una vida se presentará en edición de lujo e incluye fotografías inéditas del autor, que constituyen un repaso de los momentos más importantes de su infancia, adolescencia y juventud, y estará a cargo del sello editorial Lengash. El volumen incluye textos de los libros Cuentos de Piura, Páramo rojo, Leyendas piuranas, El canto del chilalo, El Pitingo, Bandoleros y Chililiques cedidos por el autor para esta edición.

Este proyecto, llevado a cabo por alumnos y dirigido por el profesor y escritor José Lalupú, es el primero de una serie de homenajes que busca conocer y difundir la creación literaria de los escritores de nuestra región, representados para esta ocasión por el escritor Carlos Espinoza León. 

En el proyecto participaron activamente los alumnos de la Universidad Nacional de Piura quienes se encargaron de la investigación, estudio crítico y posterior edición del material recopilado, bajo la dirección de los docentes responsables.

La Universidad invita a los muchos amigos y lectores de Carlos Espinoza León a asistir a este homenaje.


Bio/biblio

Carlos Espinoza León nació en Chulucanas en 1941. Es bachiller profesional en Administración.

Se ha hecho acreedor de los siguientes premios y distinciones: primer puesto en los “III Juegos Florales Universitarios”,  Universidad de Piura (1972); segundo puesto en el Concurso Regional de Cuentos convocado por el  SINAMOS (1973); segundo puesto en el concurso “Antología del Cuento Piurano” organizado por PETROPERÚ (1980); primer puesto en el Concurso Regional de Cuento convocado por el INC - Piura (1981).

En el “Concurso Regional de Cuentos y Leyendas” organizado anualmente por Radio Cutivalú ha obtenido en 1991 segundo y tercer puesto en cuento; en 1991, mención honrosa en leyenda; y en 1996, el segundo puesto en cuento.El año 2009 obtuvo una mención honrosa en el Concurso Nacional de Educación Horacio en el área de cuento.

Ha publicado las novelas: Froilán Alama el bandolero (1975) y El cacique blanco (1985); además de los libros de cuentos: Cuentos de Piura (1981),  Páramo rojo (1991), Leyendas piuranas (1992), El canto del chilalo (1994), El Pitingo (2006), Clos y la rebelión de las soñas (2008), Bandoleros (2011) y Chililiques (2011).