viernes, abril 30, 2010

Del poemario inédito "El viento de las heridas" de Ricardo Musse Carrasco


VI

Sobre las piedras impregnada nuestra sangre primigenia,
endurecida y coagulada nuestra infancia:
El viento de las heridas esparce, en todas direcciones,
nuestras lágrimas que plenamente desfallecen sólo
cuando, en su humedad, se laceran sobre una pedregosa soledad.


VIII

Maldito vidrio. Sácaselo, pero con cuidado. Suscitan un profundo temor estas piedras. Hazle entender que no pare por allí. Vulnerables desplazamientos. Es que son sus primeros pasos. De todos modos todo es inevitable. Sólo te queda arrullar sus heridas. Pues, la sangre (con sus oscuras elegías y por sus propios impulsos) seguirá extintamente diseminándose.


XIV

Éramos una festiva comarca:
El alba se escanciaba sobre la noche
embriagados de alegría y poseídos por el designio
de nuestros ancestros seguíamos danzando:
Seguro que la montaña nos protegería (éramos los hijos
de su terrestre esperma),
pero algo tuvo que pasar para que sucediera todo esto,
por eso hemos escrito nuestra voz no para clamar venganza,
sólo para que la sangre de nuestros comuneros fluya
eternamente en la memoria de este poema…


XVIII

“Será, pues, vuestro distintivo la sangre
en las casas de vuestra morada”.

Éxodo 12, 13.


Como todo esto contribuye a su purificación,
la sangre que circunda sus venas es la que sobre los dinteles esparcirán,
ayunando el tiempo necesario para una profunda cicatrización,
sólo esto constantemente reparará su precaria naturaleza,
mientras todo esto acontezca beberán de su propia y copiosa melancolía,
entonces a la medianoche (cuando lancen al viento sus alaridos más hirientes) exterminaré a los que no me consagraron, humildemente, a sus primogénitos y no rociaron su oscura sangre sobre sus vulnerables puertas.

VOLVER A MARCA de Ricardo Vírhuez Villafane


Ricardo Musse

En medio de aquel silencio
el gatillo sonó y sonó
en medio de aquel silencio
el casquillo rodó y rodó
y la pólvora se esfumó
y la guitarra nunca más
para Mí cantó.


Magaly Solier.

El 2007, Ricardo Vírhuez Villafane me obsequió su novela Volver a Marca, durante un encuentro de escritores organizado por la Casa Nacional del Poeta en el departamento de Tumbes. A raíz de la I Feria del Libro “Bernal 2 009”, terminada ésta, la releí refugiado dentro de mi insular aposento sullanero. En Bernal nos reencontramos; obsequiándome su aforístico poemario Voces y su adolescente novela corta Rumi y el Pincullo Mágico.

Lo que más me llama la atención de su novela, es cómo va articulando los requiebros y las dislocaciones sonoras de una oralidad transculturada; henchida ésta de vocablos fusionándose, confrontándose, sesgándose, a fin de testimoniar ásperamente lo vivido. Pues, el que cuenta su inhóspita vidaprimera y vidasegunda (junto a sus épicos secuaces) es un redivivo bandolero, consumado arpista y trashumante negociante ancashino, conocido como Chihuillaco. Y su auditivo interlocutor -ya que éste no emite ni un solo fonema durante el despliegue textual- es su aculturado nieto Shellco, hijo del occiso Vasilio.

Será porque para mí la literatura es fragua de lenguaje (aunque, obviamente, no sólo eso); asevero que la discursiva que Ricardo Vírhuez Villafane se impone, como desafío formal, es el registrar un código identitario. En él pervive aún el imperativo de reivindicar enunciaciones desdeñadas todavía por el canon literario oficial.

La convulsionada temática que revela –entre líneas- esa oralidad algo hermética pero al propio tiempo cargada de poesía, es la guerra civil acontecida, desde los años ochenta del siglo pasado, entre los grupos alzados en armas y el Estado: la de autoridades, requería inevitables balas matadoras, y además. Nada de paz, te digo, lo aprendí, en mi piel, con cicatrices y torturas, y pues me hice perseguido. En todo caso, Ricardo Vírhuez Villafane evidencia el perpetuo conflicto entre los que detentan, abusivamente, el poder y los cíclicos desposeídos de la plena dignidad humana.

El universo ficcional de Ricardo Vírhuez Villafane es ya inconfundible. Muchos de sus referentes son recurrentes en sus versátiles y profundas realizaciones discursivas. Y culmino este filial comentario a la novela de mi tocayo, refrendando estas contundentes sentencias: nada de fe, de palabra confiable ni de caballero: a ellos (a los enemigos) madrugarle su traición.

Fotografía: Ricardo Ayllón, Jorge Tume y Ricardo Vírhuez

SALUTACIÓN ANGÉLICA: Polémica sobre Vallejo ante la crítica


Por César Ángeles L.

En mi artículo «César y Georgette Vallejo entre las dos orillas y al pie del orbe» (Intermezzo Tropical 6/7: 141-144), debato ciertos criterios y conclusiones canónicas sobre ambos personajes, partiendo de la colaboración «Un Vallejo propio y mío», de José Rosas Ribeyro (en revista Martín 18/19: 157-167). En la revista virtual El Hablador, este último ha respondido mi mencionado texto con virulencia e ironía, lo cual me motiva a exponer los siguientes comentarios. Lo hago también porque, (no solo) en el Perú, el debate de posiciones en el campo cultural es escaso y usualmente sin nivel, prevaleciendo la componenda entre argollas intelectuales, y también por consideración a los lectores de las tres revistas mencionadas.

Al señor Rosas Ribeyro no lo acuso yo de mentiroso como él sí me acusa a mí (entre otros varios cargos). No lo acuso de nada, porque, como se dice en una película clásica de Francis Ford Coppola, «no es nada personal». Critico sí la posición conservadora que se esconde bajo un ropaje de renovación, librepensador e ilustrado. En Intermezzo Tropical (IT: revista de la que formo parte), nos une la convicción de que el terreno cultural está atravesado por la política, y nos interesa evidenciar las posiciones que muchas veces contienden de modo soterrado. Lo bueno de su réplica en El Hablador, y lo bueno de los debates, cuando no se pierden en atajos que a nada llevan, es que los velos caen definitivamente. De ahí que, en dicha airada réplica, se manipulen una serie de epítetos que, al igual que en el caso de Vallejo y sobre todo de su esposa Georgette, apuntan a caricaturizar al interlocutor, para así minimizar sus argumentos.

Los cargos que me lanza (de tener yo «anteojeras marxistas», ser «sectario», «religioso» y «miembro de la cofradía de Santa Georgette») son indemostrables sencillamente por ser falsos. Tampoco es verdad que «santifique» a políticos como Stalin ni a grandes poetas como César Vallejo. Todo ese arsenal de epítetos pretendidamente descalificadores proviene de su imaginación y de sus particulares problemas y fobias en relación con el marxismo, con las experiencias socialistas y sus representantes. Es el caso, por ejemplo, del sambenito «estalinista» que cierto sector «progre», con ánimos más apaciguados que en su incendiada juventud, suele utilizar en diversas partes del mundo para deslegitimar a quienes asumen posiciones claras y radicales ante el poder. De este modo, también, se desvía el centro del debate.

Hago frente al hecho de que, desde una posición anarca, del renegar del socialismo y del marxismo, haya tantos que vean en cualquier legítima adhesión a dicho camino algo dogmático, de sectas y aun religioso en el sentido ocultista de esta palabra. Por el contrario, creo que hacer visible la posición e ideología es, además de honesto, en el caso específico del socialismo y cuando este se asume con la mínima coherencia necesaria, útil y fértil en cualquier terreno, más aun cuando se está verdaderamente por la transformación de esta vida en algo mucho mejor de lo que heredamos.

Por otro lado, nada más sano –y marxista– que ver a los personajes de carne y hueso en su verdadera realidad. De ahí también que, en el caso específico de César Vallejo, haya yo trabajado otros lados suyos, y poco observados, como el humor, en contra de la canónica visión grave y sufrida del poeta. No promuevo ni refuerzo mitos. Lo anterior no niega, evidentemente, la condición doliente en la base de su poesía, sino que le otorga una dimensión distinta, integrada a los vectores de luz y constructividad que la animan, y a su vida misma. Creo sí que hacerse cargo de la vida y la crítica de cualquier persona o trayectoria se realiza siempre desde una posición política. Ningún retrato ni edición de datos es aséptica ni gratuita. Pensar lo contrario es una concepción idealista que no comparto. A fin de cuentas, la manera como contamos la historia y la de sus protagonistas refleja lo que vemos según nuestra propia perspectiva y experiencia. Confianza en el anteojo, no en el ojo, escribió Vallejo. No, señor José Rosas Ribeyro, nada de lo que he escrito antes o ahora sobre César y su esposa Georgette rechaza ni distorsiona sus caídas ni carencias, pero tampoco soslaya sus genialidades y aciertos. Mi batalla no es tampoco contra alguna persona en particular, sino que, al ser un convencido de que se es poeta desde el ser social de cada quien, desde las condiciones concretas que marcan la vida y la obra de cualquiera, pienso que esto mismo vale cuando se hace la crítica o la biografía de cualquier persona o creador.

Paradójicamente, la actitud desde la que usted se sitúa en su réplica en El Hablador es la misma que critica (a mi juicio equivocadamente) en Susana Reisz, a propósito del debate sobre María Emilia Cornejo; es decir, «tener dotes de ilusionista» al atribuir(me) «cosas que nunca he dicho». Para no abrumar a los lectores interesados en este asunto de César y Georgette Vallejo ante la crítica, me limitaré a lo esencial, reiterando, como acoté en IT 6/7, que hace falta una suerte de puesta al día de la exégesis vallejiana, donde se revele el who is who desde la confrontación de posiciones.

1. Nunca he negado que Vallejo tuviera dificultades económicas en Europa, ni que pidiera préstamos (devueltos o no), ni sus particulares tratos con las mujeres de su entorno, ni siquiera se ha negado la hipótesis que usted sostiene de que muriera por una enfermedad venérea como la gonorrea. Es decir, no hice ningún texto idealizador ni mitificador que rechace de plano todo lo que algunos afirman, pretendidamente, por una perspectiva más «humana» y terrenal de César Vallejo. Lo que declaradamente debatí es la línea de exégesis académica en la que usted se inserta, y donde todo lo anterior cobra primer plano. Al mismo tiempo, se desplaza o torna invisible lo que usted, ahora sí, reconoce a medias en El Hablador acerca de un gran creador como Vallejo: su praxis revolucionaria, su «defensa del comunismo» y su participación en el Congreso de Escritores Antifascistas en España (donde, en contra de su afirmación, sí tuvo protagonismo incluso homenajeando la memoria del poeta entonces asesinado por la ultraderecha española: Federico García Lorca. Relea, por ejemplo, el «Estudio preliminar», de Jesús Cabel, en la Correspondencia completa de Vallejo (p. XLVII), que ha priorizado para su argumentación en Martín y El Hablador).

2. En buena cuenta, no se han discutido los datos que José Rosas, como individuo, pone en su valoración de César Vallejo y su compañera. Lo que se ha criticado, si lee bien mi artículo, es la forma como edita la información biográfica de Vallejo para enfatizar una imagen del poeta en desmedro de otra(s). Cito un ejemplo –de la colaboración en Martín– e invito a que se lean los textos que motivan este debate:

Vallejo le pide incesantemente dinero a Pablo Abril de Vivero y a Juan Larrea, a Gerardo Diego en alguna ocasión como también a otros amigos y conocidos. Son préstamos sin retorno, dinero que sale de una cartera generosa y que no vuelve nunca a ella. Esta lucha por sobrevivir, esta permanente búsqueda de dinero es una de las constantes de las cartas de Vallejo. Y el poeta aparece un poco como pícaro que le saca dinero a uno para pagarle a otro y así una cadena que siempre se cierra en Abril de Vivero, Larrea y otros amigos que lo estiman y lo respetan y le dan dinero. Una vez cuando recibe una suma destinada a comprar un pasaje para regresar al Perú [del gobierno peruano], la utiliza para irse a Rusia; otra vez, utiliza lo que gana con colaboraciones periodísticas en permitirse algunos placeres, aunque luego, para sobrevivir día a día, tenga que recurrir de nuevo a préstamos que no pagará nunca (IT 6/7,163: énfasis mío).

De esta manera, se refuerza una imagen biográfica del autor de Los heraldos negros como un sujeto más bien disipado, frívolo y mendicante, soslayando lo que considero más urgente de relevar, sobre todo en estos tiempos, donde una serie de prácticas tramposas y burocráticas han desdibujado opciones de auténtico cambio en el mundo actual, gobernado por el salvaje neoliberalismo. Pienso que relevar el aporte creativo y vital de ciertas personalidades como Vallejo, por ejemplo, es algo inestimable mientras este mundo siga corrompido por el egoísmo y la discriminación desde las minorías en el poder. Más adelante vuelvo sobre la tendencia que se ha ido consolidando acerca de nuestro mayor escritor y lo que en ella se resalta, criticándola a partir de los objetivos políticos (visibles o no) que siempre operan en toda edición de los datos empíricos. Como se apreciará, no es ningún acierto que en la cruzada por «humanizar» a ciertas personalidades se trueque un supuesto cliché por otro aun más patético.

3. Acerca de Georgette de Vallejo, ella es central en el rescate de la obra y la vida de César, aunque algunos quieran ningunearla. No creo sinceramente que ella sea «responsable de la versión oficial sobre el inmenso poeta», como Rosas Ribeyro afirma. En los Apuntes biográficos, de Georgette, se observa más bien que salía al frente de varios intelectuales, conocidos y amigos de Vallejo con cuya posición no solo no coincidía, sino que combatía sin denuedo. No quiero repetir todo lo ya dicho al respecto en IT 6/7, pero, si usted no tiene esas oscuras anteojeras que me achaca, coincidiremos en que, por el contrario, una versión oficial y que ha llegado a prevalecer en el público masivo (que no siempre lee al poeta, pero cree conocerlo por lo que el canon de la crítica señala) es la de un César Vallejo sin recursos, enfermo, difícil, un gran poeta, pero con un destino infeliz y desdichado. A esto he llamado (y no solo yo, claro) propender a una visión «miserabilista». Díganos de qué otro modo se puede calificar la cita anterior donde tilda a Vallejo de ser «un pícaro» con sus amigos ―lo que no es un dato empírico, sino una interpretación toda suya―, o este otro aserto que aquí reproduzco, por considerarlo también representativo del tono que guía su artículo en Martín:

Más adelante, al cierre de su texto, José Rosas concluye: «[No te he olvidado] precisamente por los poemas que escribiste allí y en otras partes a pesar del frío, el hambre, las borracheras, las enfermedades, las zorrillas y Georgette» (IT 6/7, énfasis mío).

Como decir luminoso y envidiable en la poesía, pero con una vida que sería todo lo contrario: mediocre y digna de compasión. Esta crítica, que podemos catalogar de bipolar, es común en muchos académicos y escritores del Perú y el extranjero en su aproximación a César Vallejo. Es más, si la luz y fuerza de su poética en nada parece ayudarles a matizar su retrato del autor de Poemas Humanos, más bien el excesivo patetismo con que caracterizan su biografía sí ha solido oscurecer su obra de un manera injusta y, dicho sin ambages, equivocada.

4. Reconforta que José Rosas llame «dama» a Georgette ahora en El Hablador, ya que en varios pasajes como la última cita eso queda bastante en duda, por decirlo suave. ¿En qué sentido aporta altura ética y veracidad situar entre lo peor que le habría pasado a Vallejo a una mujer que, además de rescatar su gran obra inédita de la crónica indiferencia del Estado peruano (es decir, la gris burocracia del consulado de París) a la muerte del poeta, dedicó varios años a esta tarea aun decidiendo radicar y morir en el difícil Perú? Eso mismo que usted hace con Georgette lo han hecho otros, que, aun muerta ella, luego de vilipendiarla de mil maneras, de seguro se ríen con esa «risita» de Lima a la que se refería asqueado el propio César habiéndola experimentado en carne (cárcel) propia, y de ese Perú oficial y oficioso que se regocija al hundir en el fango del imaginario y la vida concreta a los mejores hombres y mujeres de este país. Coyné tiene de seguro un lugar en el rescate del legado vallejiano (¿cuándo he negado eso?), pero él, como el español Juan Larrea y otros más, cuánto también han ido cambiando hasta convertirse en lo que el vallejista Max Silva critica:

Lo que en política es un demagogo, en vallejismo es un vallejogogo. El término me fue sugerido, entre chanzas y veras, por Jorge Puccinelli… El indiscutible representante de la vallejogogía es Juan Larrea… Vallejogogo peruano es Enrique Chirinos Soto.

[Reveladora también resulta su caracterización de André Coyné, y cómo este pasa de ser inicialmente un reconocido pionero en los trabajos críticos sobre Vallejo a ser un «vallejoclasta»:]

Debo aclarar que estoy lejos de creer que Vallejo sea intocable… Otra cosa es el modo en que se realiza la perspectiva crítica. En ese sentido, probaremos cómo Coyné maltrata con mala fe a César Vallejo (en «Tipos de vallejistas»: Vallejo/su tiempo y su obra. Actas del coloquio internacional. Universidad de Lima: 401, énfasis mío).

A propósito de Max Silva, ¿así que a usted le parece que ser amigo de Georgette lo descalifica para emitir juicios veraces sobre ella, su entorno, o la critica alrededor de Vallejo? Su argumento, además de antojadizo, contradice la total credibilidad que usted sí da a los amigos de Vallejo como Larrea, Coyné, More u otros, a quienes no ha descalificado por haber sido tales. Pienso que el grado de amistad o relación con alguien no determina nada a priori, y menos en una tarea de investigación con la verdad en la mano. Afirmar lo contrario es adherir a un prejuicio, un dicho acientífico.

5. Asimismo, ante la «sorpresa» que usted menciona haber experimentado, en Martín, sobre el uso del apelativo «zorrillas» ―y que recién ahora en El Hablador reconoce que también lo usó Vallejo con amigos suyos: es decir, ya no solo con las mujeres―, cabe ver este término en relación con lo sostenido por Juan Domingo Córdoba, el autor de la célebre foto de la pareja Vallejo en Versailles. Ya dije, en IT 6/7, que, en su libro César Vallejo del Perú profundo y sacrificado, aquel menciona que dicho apelativo lo trajo un mexicano a la bohemia parisina de entonces. En tanto amigo cercano de la pareja y, también, de Juan Larrea, Córdoba aporta apreciaciones sobre la vida amorosa y sexual de Vallejo, además de juegos verbales de Henriette (su primera pareja francesa) con César acerca del término «zorrillas», que relativizan las conclusiones de Rosas Ribeyro en su lectura de la Correspondencia vallejiana (Cf. 195-214).

Por lo demás, aunque no le guste a algunos por su declarado encono con Georgette, hay también varias cartas donde ella es algo muy distinta a una «zorrilla», como las que se pueden leer en la citada Correspondencia, desde la página 439 a la 455, dirigida a varios amigos. Georgette aparece aquí del lado del corazón del poeta, como su pareja y sin ninguneo ni maledicencia alguna, e incluso depositaria de cuidados solicitados para ella, varios años más joven que César, como en la postal al propio Juan Domingo Córdoba, que termina así: «mis respetos para tu señora. No olvides a mi mujer» (octubre 1931). Todo lo anterior pone en discusión no solo la supuesta «misoginia» que José Rosas enfáticamente sindica en Vallejo, sino sobre todo, como dije, la manera como edita los datos biográficos y extrae conclusiones absolutas, con un sentido que veremos a continuación.

6. En El Hablador, José Rosas dice haber reivindicado un Vallejo «propio y suyo»: bohemio, vital, su «lado bon vivant» y su ser «sobre todo poeta», que «todo en él no era dolo, sufrimiento y combate político». Pero ¿cómo entender las citas hechas anteriormente, o este final de su texto en Martín?:

Qué triste la calle Moliѐre el domingo (como hoy) al morir la tarde, qué triste tu tristeza que me llega a través del tiempo y se me incrusta en el pecho. Te confieso que no vine a tu barrio especialmente a visitarte. Estuve antes con Sophie Calle (¿una zorrilla acaso?). No, no la conociste, ella recién nació en 1953 y tú ya estabas muerto y enterrado. (167: énfasis mío).

¿No es esta una visión más cercana al canon ya mencionado sobre el poeta de la tristeza que se supone que fue Vallejo, sin matices algunos? Por eso afirmo que el Vallejo de José Rosas no es solo «propio ni suyo», sino de una visible línea de exégesis, que critico y por lo que estamos aquí.

Al mismo tiempo, se soslaya, ironiza y rechaza la posición política revolucionaria y transformadora de Vallejo. El artículo de Rosas Ribeyro, en Martín, empieza con su edición de datos y apreciaciones desde Desire Leavin: amiga del poeta y socialista desencantada, según refiere Rosas, por «los crímenes de Stalin» (otra vez) y, por ello, «anarquista». Asimismo, a propósito del encuentro entre César Moro y Vallejo en París, rememorado por Coyné, José Rosas reivindica el anarquismo y surrealismo del poeta de La tortuga ecuestre y desdeña «el marxismo elemental» de Vallejo, e ironiza más cuando por la correspondencia con Antenor Orrego, a la salida de Trilce (1922), concluye que «Vallejo no es todavía marxista con formación de manual de Academia de Ciencias de la URSS», y que, en tanto poeta, es aún «absolutamente lúcido». O sea, al tacho libros fundamentales en su pensamiento como El arte y la revolución y Contra el secreto profesional. Sin embargo, estos volúmenes y sus crónicas desde Europa, su exitoso libro sobre el momento fundacional de la Unión Soviética, así como su narrativa y su teatro resultan claves para el retrato unitario del creador (poesía incluida, en primer plano) que fue César Vallejo y quien creció, durante sus años y viajes en Europa, en diversos sentidos: en el terreno humano, ideológico y estético, todo simultáneamente, afirmándose como el socialista que era y es. José Rosas denomina como «marxismo elemental» la atendible crítica de Vallejo a las antinomias del surrealismo, cuando en verdad el autor de «Masa» incidió en la forma económica y política de los hechos culturales. Vallejo criticó, en todo caso, el «anarquismo» de la experiencia surrealista, el mero gesto epatante, grupal «de cenáculo», «cerebral» o intelectual, y no veo por qué, sino por una posición recalcitrante, se debiera obviar su juicio en el debate sobre la valoración de este importante movimiento del siglo XX.

7. Es en relación con lo anterior que usé la expresión vida heroica (parafraseando a José Carlos Mariátegui): para rescatar que, sobre las objetivas dificultades que tuvieron en vida Vallejo y Georgette, hay una obra heterogénea y esencial en nuestra contemporaneidad; que salió adelante interactuando con las nutrientes populares y de avanzada en su época, y que así labró y enseñó a labrar un camino poderoso para las generaciones que le sucedieron. No es el significado de heroísmo en el sentido de Superman o el Hombre Araña, ni de tantos falsos héroes de las repúblicas criollas latinoamericanas, ni menos del mito burgués del individuo que obtiene éxitos (por) encima de los demás, como de modo tradicional parece entender José Rosas (aquí cabe incluir, por afinidad ideológica, sus ironías y arbitrarias interpretaciones al testimonio de Max Silva sobre el apoyo que habría dado Georgette a las guerrillas del sesenta en el Perú).

El concepto de vida heroica lo tomo de la filosofía y las ideas políticas de Mariátegui acerca del socialismo peruano y de sus libros Ideología y política y Peruanicemos el Perú, y nos sirve para remarcar victorias populares inobjetables en el plano de la creación, la crítica y la política, en países como el Perú, con un imaginario masivo tan sistemática y deliberadamente educado en derrotas. De esa matriz nace, además, el recomendable libro La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern (1980), de alguien que, como Rosas Ribeyro, hizo un doctorado de Historia en París: Alberto Flores Galindo (y quien publicó, además, con Ricardo Portocarrero, Invitación a la vida heroica: antología de «textos esenciales» de José Carlos Mariátegui, reeditada hace poco por el Congreso). Que su benevolencia otorgue a todos ellos algún crédito en este punto del debate.

8. A estas alturas, se ve que lo que irrita a Rosas Ribeyro no es tanto ni solo la supuesta «santidad» a la que Georgette y su «séquito» ―yo incluido, claro― habrían elevado a César, sino la posición y militancia de este en los agónicos días del civilismo en el Perú y, sobre todo, durante el periodo de entreguerras en Europa, expresadas con coherencia en su poesía hecha desde allí como en la cotidianeidad misma. Es decir, su crítica es política, no solo de carácter personal o por adjetivos más o menos. Entonces, ¿lo de que «Vallejo no fue un santo» viene por su suerte humana demasiado humana (incluida la gonorrea que le supone José Rosas), o por rebatir su posición marxista evidente en los poemas y la obra escrita desde Europa? Como he indicado en IT acerca de las razones también políticas para desdeñar a Georgette, me inclino por la última explicación. Los sentimientos y las representaciones están atravesados por la pasión política, la más humana de las pasiones, y no descubro nada al afirmar esto.

9. En suma, nada de santificaciones ni idealizaciones. En IT 6/7, expuse cuatro factores o razones que hallo, me imagino, para el odio que alguien como Georgette ha venido provocando en ciertos exégetas de Vallejo. Un odio que, considerando nuestras circunstancias personales y sociales, me suscitó hace años una espontánea simpatía aun sin haberla conocido, porque pienso que lo que el canon desplaza con injurias y hachazos suele ser más verdadero y renovador que lo que acoge en su seno. Usualmente, es un odio alimentado por el miedo a ser puesto en evidencia, a perder posiciones de control y manejo conservador en el plano de las representaciones culturales y políticas. Lo anterior se vio confirmado cuando leí sus citados Apuntes biográficos, y al conocer mejor su trayectoria vital y aportes de diverso tipo en relación con su célebre esposo. Por lo demás, no solo es mezquino y vano, sino que en nada ayuda para el retrato del César Vallejo de carne y hueso, y del poeta, pretender sepultarla (no una sino muchas veces) bajo una ruma de denuestos, más allá de cuál sea el origen de los mismos. Pero si se desdeña los criterios de los amigos (que también los tuvo y tiene) de Georgette, conviene releer el prólogo de Jesús Cabel en su Correspondencia completa de Vallejo. Al final, entre otras razones y calificativos muy divergentes de los usuales en relación con aquella, leemos lo siguiente:

Encuentro que la historia literaria del país no ha procedido con justicia con Georgette de Vallejo […]. Confieso que no me queda ninguna duda y puedo suscribir las palabras del filósofo David Sobrevilla: «hace unos años suscribí un memorial pidiendo la repatriación de los restos de Vallejo al Perú. Pero ahora, luego del estudio del epistolario del poeta y de conocer algunos detalles sobre los últimos años de su vida en nuestro país ―Georgette falleció en la Maison Santé sostenida como indigente por la Beneficencia Francesa―», he cambiado de opinión. Pienso que es preferible que Vallejo continúe reposando en el Cementerio de Montparnasse, como él quiso. Orrego tenía razón: el Perú jamás podrá cancelar el bochorno por la muerte del poeta. Ese bochorno solo ha aumentado ―si cabe― con la enfermedad y muerte de su viuda» (Correspondencia completa: LVI, énfasis mío).

Se trata de una firme y dramática adhesión a César y Georgette Vallejo, que se aúna de forma natural con mis argumentos expuestos en Intermezo Tropical 6/7 y reiterados aquí. No, no deseo que se retire ese libro de las escuelas. Por el contrario, ojalá se agitaran las conciencias de los jóvenes con el debate crítico de la obra completa de todos los grandes hombres y mujeres de todo tiempo, empezando por el Perú, que han contribuido de diversas maneras a transformar en verdad la vida. Que se debatiera abiertamente para recuperar la sensibilidad y el espíritu crítico de la juventud, que hace tanta falta. Que así se rompan definitivamente los diques sostenidos por las viejas imágenes y caricaturas establecidas y reproducidas durante décadas de verdades a medias y engaños, que pasan por testimonios fidedignos y ciencia erudita. Si hay un mito ―o dos― sobre César y Georgette Vallejo es el del abatimiento, la desdicha, la pobreza, las enfermedades, la desesperación y las infinitas deudas, es decir, el mito de la derrota, a la que con buena o mala voluntad el artículo del señor José Rosas Ribeyro contribuye como el de muchos otros que, amigos o no de la pareja, han labrado una representación negativa que se asemeja tanto a la que también se cierne sobre todos aquellos peligrosos disidentes y mílites de la revolución y la esperanza en diversas latitudes del orbe. En lo que a mí concierne, deseo contribuir sin reservas a derrumbar esa limitada y limitante tradición crítica para relevar lo que considero esencial y todavía acallado.


BIBLIOGRAFÍA SUGERIDA


-Revista de cultura y política Intermezzo Tropical 6/7: 141-144.
-Revista de Artes & letras Martín 18/19 (2008). Lima, Universidad de San Martín de Porres.
-Ángeles L., César (2002) “C. Vallejo que estás en los cc.” (poema).
-Espejo Asturrizaga, Juan (1965) César Vallejo. Itinerario del hombre. 1892-1923. Lima, Librería Editorial Juan Mejía Baca.
-Cabel, Jesús (2002) César Vallejo: correspondencia completa. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú. Edición, estudio preliminar y notas de Jesús Cabel.
-Córdoba, Juan Domingo (1995) César Vallejo del Perú profundo y sacrificado. Lima, Campodónico editor.
-Gutiérrez Correa, Miguel “El Poeta César Vallejo y el Marxismo”.
-Pachas Almeyda, Miguel (2008) Georgette Vallejo al fin de la Batalla. Lima, Juan Gutemberg.
-Puccinelli, Jorge (1987) César Vallejo. Desde Europa. Crónicas y artículos 1923-1938. Lima, Fuente de Cultura Peruana. Recopilación, prólogo, notas y documentación por Jorge Puccinelli.
-Sánchez Lihón, Danilo “Georgette Vallejo, ser otra vez uno”.
-Silva Tuesta, Max (1992) “Tipos de vallejistas” (texto con 53 notas bibliográficas). En Vallejo: su tiempo y su obra. Actas del coloquio internacional. Universidad de Lima: 398-410.
-Vallejo, Georgette (1974) “Apuntes biográficos sobre César Vallejo”. En Vallejo Obra poética completa. Lima, Mosca Azul editores: 351-457.
- -----------------------(24/04/1976) “Como una estela de tu muerte”, entrevista a Georgette de Vallejo. En la revista española Triunfo.Varas, Domingo (04/01/2007) “La reivindicación de la viuda negra” (entrevista a Alberto Aznarán).
-Varios (1994) Vallejo: su tiempo y su obra. Actas del coloquio internacional. Universidad de Lima; publicado en dos tomos.

Del mundo de la infancia


Julio Carmona

Antiguamente se creía que la educación inicial (o el llamado "jardín de la infancia") podía dejarse en manos de cualquier persona. Se pensaba en "niñeras" convertidas en docentes. La formación inicial se reducía a cuidar al niño haciéndolo jugar o recortar figuritas o amasar plastilina. Los aprestamientos educativos eran recursos generados por la improvisación y el cotilleo. Cualquier señora o señorita que no tuviera nada qué hacer en su casa y sin ninguna formación pedagógica podía fungir de profesora de "jardín de la infancia". Felizmente la ciencia de la educación ha revertido esa inveterada costumbre. Y en la actualidad existe la carrera pedagógica que forma docentes de educación inicial.

Un panorama similar se da con la "literatura infantil", que se ha convertido en refugio de escritores fracasados, es decir, gente que probó suerte escribiendo textos en verso o en prosa, pretendiendo hacerlos pasar como poesía o narrativa para adultos, pero sin ningún buen resultado, salvo los autoelogios de camarilla y los autobombos publicitarios de una bien aceitada promoción comercial. Ese fracaso en la literatura para adultos los lleva a creer que (como en el país de los ciegos el tuerto es rey) en la literatura infantil se puede también dar gato por liebre. Y es así que el género ha adquirido un aparente relumbrón. Gran cantidad de autores de literatura infantil, pero poca calidad de poesía ídem. Lamentablemente, en este caso no hay alternativa legal que haga variar este mal.

Ser educador de niños y autor para niños no es tarea sencilla. Requiere hacerse cargo de las necesidades e identificarse con los intereses de los niños. No se trata de hacer alarde de dotes para la fantasía. No en vano García Márquez deploraba de la fantasía tipo Walt Disney. La didáctica y la metáfora relacionadas con la infancia no son gratuitas. Tienen que responder a una honda necesidad honestamente sentida. Cualquier juego de pirotecnia verbal sólo servirá de engaña muchacho. Y la infancia se merece otra cosa.

Es urgente reflexionar al respecto. La infancia no es una etapa del ser humano que pueda considerarse como tierra de nadie, donde cualquier advenedizo puede no sólo crear su colegio, contratando alumnas de las facultades de educación para que realicen una labor tan delicada como es la formación humana, y admitiendo la proliferación de textos elaborados por gente cuyo único respaldo es su propia recomendación por haber publicado textos que no han adquirido la más mínima trascendencia artística. Y todo ello equivale a construir una casa sin estudio de suelo, con cimientos deleznables, cuya proyección futura –a no dudarlo– será el derrumbe.

Se debe, pues, dejar de ver el “mundo de la infancia” como pista propicia para aterrizajes forzosos de los despistados. En la educación y en la literatura -como en el amor- nada debe hacerse por la fuerza, todo debe ser consentido y con sentido.

Estas reflexiones las hago motivado por la exhibición de un afiche, profuso en títulos (cinco o seis libros, anunciados de un porrazo). Al verlo me pregunté: ¿son tantos los escritores de literatura infantil en Piura, si en todo el Perú no hay tantos? Me refiero, por supuesto a los auténticos; de los otros hay catervas. El afiche de marras, pues, despertó en mí la corazonada de que con él se estaba promoviendo lo segundo.

De pájaros y árboles

Y como, finalmente, aparecieron los dos primeros de los textos anunciados: El invisible pájaro de los ecos, de Alberto Alarcón, e Historia del árbol feliz, de Sigfredo Burneo, mi aprehensión se vio confirmada. Después de leerlos he llegado a la conclusión de que no son adecuados como lectura para niños, porque tampoco lo serían para adultos, pues en ambos casos no se da la exigencia básica que es la calidad literaria, prescripción ya adelantada: que la infancia se merece lo mejor, del mismo modo como se da a los adultos. Lo que pasa es que a los lectores literarios adultos no se les puede engañar fácilmente; mientras que a los lectores niños se piensa que sí. Pues bien, cuando esto ocurra hay que decirles que no.

En base a una primera lectura de los textos aludidos, voy –en principio– a plantear algunas consideraciones generales sobre lo que no se debe hacer en un texto que se pretende sea de literatura infantil. Luego haré el comentario puntual de cada texto.

En primer lugar: a nivel de forma, evitar poner al final del texto un glosario de términos poco comunes. Esa es una opción válida para textos de carácter informativo, específicamente manuales didácticos, mas no en el caso de obras literarias. Esto ocurrió hace muchos años en algunas novelas de las corrientes nativista o costumbrista que usaban palabras quechuas o modismos populares sui generis. Pero también ya hace mucho que dejó de hacerse, por respeto a la inteligencia del lector quien, perfectamente, tiene la capacidad de ubicarse de acuerdo al contexto. En el caso de la literatura infantil, no tiene porqué manejarse el criterio que el niño es un retrasado mental, a quien haya que explicarle todo con aclaraciones extra-textuales. De esa manera se está convirtiendo a la literatura en medio didáctico. Y no lo es. La literatura es un arte, que forma, no que informa. Por eso, lo que se exige del escritor de literatura infantil es que sepa elegir las palabras acordes con sus lectores y sepa, al mismo tiempo, introducir otras “nuevas”, pero de tal manera que se expliquen en el contexto, sin recurrir al glosario adicional. El uso de éste demuestra que el vocabulario no es propio para niños.

En segundo término: despojarse de los prejuicios del adulto, y, especialmente, del discernimiento que prejuzga al niño como un recipiente por llenar, como un ente puramente receptivo y no conceptivo. Porque el niño, frente a la metáfora, va a inquirir por su significado oculto. ¿Quién ignora que los niños quieren saberlo todo, y que su mecanismo de aprendizaje en este sentido es la pregunta? El niño, pues, va a preguntarse: ¿qué pájaros son esos que obligan a otro a que se silencie? Y puede encontrar respuestas que no necesariamente serán de su interés o que no son necesarias para su formación.

Por último: evitar los mensajes subliminales, que pueden venir del subconsciente del escritor; por eso se dice "evitarlos", es decir, que el escritor debe tener afinada su capacidad autocrítica, para limpiar, limar o extirpar cualquier connotación relacionada con alguna situación sesgada de la vida social o cultural; obsérvese que no digo "situación social o cultural" en general; digo: "situación sesgada", que seguramente le interesa denunciar al escritor, pero se debe preguntar: ¿eso es de interés del niño? Por ejemplo: plantear una concepción conservadora de la vida, a través del árbol como metáfora de la sociedad que nunca será destruido (o destruida) por los hombres malos y armados.

De “pájaros invisibles”

La metáfora siempre oculta algo, que suele ser, por lo común, distinto a lo que enuncia. Las conocidas metáforas renacentistas del “cabello de oro” o el “gesto de azucena” lo que quieren decir es que el cabello es rubio y el rostro, blanco. Lo que hace el creador con la metáfora es trasladar al lector su capacidad creadora, instándolo a que se convierta en un recreador, que adopte la función de descubrir ese significado oculto; descubrimiento que no necesariamente ha de coincidir con la idea que motivó al escritor, es decir, que esa atribución transferida a uno se transforma en riesgo para el otro. Es desatinado por parte del escritor pretender del lector que descubra lo que aquél quiere; ésta es una pretensión propia y legítima del redactor informativo, no del compositor artístico.

El título del texto El invisible pájaro de los ecos, de Alberto Alarcón, es eso: una metáfora, que desarrolla la historia de un gorrión que cantaba en un árbol; pero a quien una bandada de pájaros lo conminó a que deje de cantar, pues a ellos no les agradaba su canto. Y se puede relacionar al pájaro con un poeta que es censurado injustamente por otros. En el cuento aludido, el gorrión cantó por última vez y su canto hizo eco con todo (piedra, laguna, cerro, choza, etc.).

Los otros pájaros (convertidos –por el autor– en inquisidores y enemigos del gorrión, de ahí se infiere lo injusto de su acción) se desconcertaron porque a pesar de que el gorrión no cantaba, sin embargo se escuchaba un canto que admitieron hermoso, lo cual es una incongruencia pues si ellos hicieron callar al gorrión porque su canto les pareció feo, luego resulta que el eco de su canto sí les parece hermoso; mas como no lograban identificar al productor de ese canto, lo llamaron “el invisible pájaro de los ecos”. Y aquí se proyecta una segunda incongruencia, porque los inquisidores, enemigos del gorrión, “deciden compensarlo en algo”, ¿por qué compensarlo, si no se dice que ellos estén reconociendo haberle hecho daño, y simplemente escuchan un canto que no relacionan con él? Pero lo peor es que la compensación consiste en invitarlo “a participar en la construcción de un majestuoso templo en honor al Invisible pájaro de los ecos”. Y como el gorrión se negase a ir a dicha construcción, los inquisidores y enemigos le dijeron: “Ateo, sacrílego, irreverente”, pregunto: ¿son estas tres palabras –entre otras– propias para los niños? Pero, en el caso de que un niño supiera su acepción, se tendrá que preguntar: ¿los dioses son creados por inquisidores y por tener las cualidades de ser invisibles y cantar bien, y quien así no lo considere debe ser injuriado?

Finalmente, muere el gorrión, “y como los pájaros van a morir al cielo”, su canto se hizo eco del cielo. Y los pájaros inquisidores lo reconocieron como el canto del gorrión (un reconocimiento inexplicable, dígase de paso, porque si no lo habían reconocido en vida, cómo es que sí lo reconocen después de muerto), pero todavía la cacatúa graznó “Era él”. Y esta última aseveración sale sobrando. Porque en literatura hay silencios u omisiones obligados, apodícticos. Porque el lector –niño o adulto– los sobrentiende, por ser algo obvio. Lo que no sobrentenderá el lector niño es aquello de que “los pájaros van a morir al cielo” (en todo caso, allá irían después de muertos). Y, al parecer, lo que ha querido el escritor es pagar tributo a la ideología que satura nuestra educación ligándola a lo religioso. Mas ésta no es la única carga ideológica. La otra está ligada a las tendencias literarias que contienden en la sociedad. Los pájaros inquisidores serían los poetas populares que rechazan al poeta puro. Versión desfasada del problema real, porque en la realidad ocurre lo contrario: son los poetas puros los que rechazan al poeta popular, porque éste no “canta por cantar” como los pájaros. De donde resulta que la metáfora tampoco es acertada, porque el poeta no es pájaro ni el pájaro es poeta. El poeta –a diferencia de los pájaros– sabe que canta, por qué, para qué y para quién canta.

Toda esa carga connotativa (y alguna otra, incluido el sentido denotativo), me da la sensación de que no es de interés de los niños ni satisface su necesidad artística ni ayuda a su formación literaria; ¿cómo habría de hacerlo una expresión como la siguiente (que pretende hacerse pasar por literaria y es un dechado de incongruencias): “Pero una tarde, sin que nadie lo supiera, el gorrión murió” (obviamente, nadie podía saberlo, porque la información que se tiene del gorrión es que vivía en soledad). “Y como los pájaros van a morir al cielo, al día siguiente el eco fue de pájaro y cielo” (pero, ¿por qué “al día siguiente” de su muerte; por qué no en el mismo instante de su muerte?) “Y como el cielo es limpio, el aire ya no era tal si no, nítido, el canto del gorrión”, y esto en realidad es un galimatías: si el cielo es limpio, y se dice que el aire ya no era tal: ¿ya no era tal qué: ya no era limpio o ya no era aire?; no se sabe qué ha pasado aquí; no se pierda de vista que después de una frase negativa “el aire ya no era tal” viene la conjunción adversativa “sino”, y no la forma condicional negativa “si no”, y en el caso tratado de conjunción adversativa no tenía porqué ir coma después de sino, es decir, debió escribirse –por lo menos– así: ‘Y como el cielo es limpio, el aire ya no era tal [es decir, sucio], sino nítido [como] el canto del gorrión’.

Nótese, pues, que el error gramatical hace que desmerezca lo artístico, y que –igual– el error artístico devalúe a lo gramatical, como ejemplo de lo último véase estas metáforas infelices: “¡Qué música, qué escarcha de viento y resplandor de manzanas!” Así, juntando palabras al azar, puede salir cualquier cosa, pero no algo adecuadamente artístico, ni siquiera algo surrealista: la escritura automática del surrealismo era otra cosa.

De “árboles felices”

Manejar antítesis, sugerir lucha de contrarios o moverse entre contradicciones no quiere decir que se es dialéctico. El metafísico también recurre a oposiciones (el bien y el mal, dios y el diablo, etc.). Más bien hay el riesgo de ser maniqueo. Y peor si –tratándose de un texto que se pretende sea literario– ese maniqueísmo se plantea mediante silogismos, como en el caso del texto de Sigfredo Burneo, Historia del árbol feliz, en el que dicho árbol es bueno y vive en un paisaje idílico, bucólico, paradisíaco, es decir, irreal. Veamos el silogismo: “Era un árbol grande, antiguo y feliz. Sus ramas, ampulosas, se extendían largamente, brindando sombra a todo su alrededor.” (Éstas son las premisas, y luego viene la conclusión: ergo, por lo tanto…) “Por ese motivo, muchos animalitos del bosque acudían a retozar junto a él.” Esta presentación de los hechos no es literaria, es argumentativa, y se debe evitar. Pero hay una incoherencia adicional al texto: para que el árbol, con “sus ramas ampulosas”, dé la sombra que ahí se enuncia “a todo su alrededor”, debe ser al mismo tiempo frondoso, pletórico de hojas; sin embargo, el dibujo que lo representa –desde la carátula– sugiere lo contrario: las ramas del árbol son escuálidas, desprovistas de toda frondosidad.

Por otro lado, así como hemos visto la función metafórica del “pájaro invisible de los ecos”, “el árbol feliz” también cumple esa función. El árbol y los animalitos que acoge en su rededor representan a la sociedad en que viven los niños con sus padres. Pero como se trata de plantear antítesis, aparece el elemento negativo: los hombres armados “con largas sierras eléctricas de acero”, y cortan al árbol. Y, por supuesto, tanto el árbol como los animalitos que convivían tan agradablemente sufrieron mucho. Y, en literatura, esto es lo que se debe evitar: la cursilería, que busca ampararse en sentimentalismos o sensiblerías para, supuestamente, mostrar refinamiento expresivo o sentimientos elevados, sin percatarse que está falseando la realidad. En este texto se está condenando a priori la utilización de la madera por el hombre, cuando éste no es un hecho condenable si es que se hace de manera racional y proyectiva, acompañando la tala de árboles con la reforestación adecuada. Entonces, se ve que al niño se le está inculcando una visión maniquea y falsa de la realidad. Y lo peor que se puede hacer es alejar al niño de la verdad. Ésta, a través de la literatura, se le ofrece de manera constructiva; no, instructiva, y menos destructiva de la coherencia.

Y la historia del “árbol feliz” no termina ahí, porque “él iba a resucitar algún día”. Y así ocurrió: “El árbol creció nuevamente, aún más grande que antes, y sigue albergando búhos, ruiseñores y ardillas, que juegan y cantan sobre él. Desde el cielo, Dios sonríe y evita que otros hombres armados encuentren el camino hacia él.” Es decir: como si se hubieran puesto de acuerdo, los dos autores (Alarcón y Burneo) pagan tributo a la ideología religiosa. Pero en este último caso, con un mensaje conservador y reaccionario, evasivo de la realidad, presentando un mundo idílico que no va a cambiar nunca, porque Dios confundirá el camino de los hombres armados que buscan cambiar ese mundo ilusorio.

La literatura infantil no puede, no debe arrogarse un fin adoctrinante, manipulador de conciencias, sobre la base de una buena intención, que podría ser –como sugiere el caso– de prevención antiterrorista. Este mal no debe ser usado para clausurar la perspectiva del cambio de una sociedad, injusta, corrupta y falsa. Y, con otros medios, propios del arte literario, se puede y se debe inculcar al niño la voluntad de cambio, que debe comenzar por los hombres mismos, incluidos los literatos, porque como dice Bertolt Brecht: “Los artistas no pueden ser absueltos de la culpa de nuestra situación, ni eximidos de la obligación de trabajar por cambiarla.”


(Este artículo puede leerse también en la revista digital argentina Redacción Popular)

Juan Peña Curay: El tratadista ilustrado


Juan Peña Curay quedó nuevamente finalista en la última convocatoria de la Bienal de Poesía COPÉ. A continuación un artículo de Ricardo Musse.



Con este poemario díptico: “Elogios de los brujos” y “Los astutos sortilegios”, Juan Peña Curay se encaramó como finalista en el Premio Copé en su XIII Bienal de Poesía 2 007 (en su versión internacional).

La estructura del poemario está concebida como un tratado que, como todo documento de este tipo, contextos históricos –con sus peculiares signos- lo aclimatan discursivamente. Mientras se da lectura de los textos el tratadista nos va informando, producto de sus arduas investigaciones escudriñando esas medievales escrituras, los pormenores sobre esas maravillosas disquisiciones y experiencias de los sabios alquimistas en busca de la grande obra: De la piedra filosofal y la panacea universal:

“El polvo de los tiempos cubre sus paginas mugrientas
donde duermen trastocadas todas sus esperanzas,
sus trabajos laboriosos y sus padecimientos innúmeros.
Sus preciosos manuscritos, privados de los honores,
son pasto de las polillas en bibliotecas monumentales…
y su lenguaje ya se ha olvidado”.

Desde este punto de vista, el enunciador va enumerando –pues, cada texto se comporta como si fueran capítulos de ese índice de la portentosa obra- lo que nos interesa realmente saber sobre el asunto alquímico: Orígenes, naturaleza, propósitos, bandos, representantes y su destino; por lo que el poemario tiene un manifiesto talante cognoscitivo:

“Ciencia Hermética, Arte Espagírica, Crisopeya,
en el siglo VIII de nuestra era desde China y Egipto
recalaste en Europa con sal, mercurio y azufre.

En la naturaleza existe una transmutación de metales:
de los más viles a los más notables;
sin embargo, también existe la transmutación del Hombre”.

Además, este enunciador –que toma partido como un lúcido apologista de la ciencia alquímica- utilizando como herramientas conceptuales la descripción, la explicación, la justificación, la elucubración, la especulación y –fundamentalmente- los reveladores aforismos: “Aunque una cosa se demuestre no prueba lo indemostrable”, “Todo está enlazado en el Universo y hay unidad de acción”, “El amor mueve a los mundos, los sostiene y los redime,…”, “Porque todo espíritu bueno o malo, es precisamente alado”, etcétera; adhiere a los versos un –muy bien logrado- tono academicista.

La enunciación de la alquimia está atravesada por proposiciones humanísticas clásicas, bíblicas, civilizaciones antiquísimas, renacentistas, chamánicas ancestrales, de la “Santa Inquisición” y el (des)encuentro de dos mundos en el siglo XV. Todo esto a fin de ampliar el objeto de estudio, no delimitándolo ex profesamente; sino muy por el contrario, dando a entender que la ciencia y el arte moderno les deben por sus mejores hallazgos,…”:

“Fueron los Caldeos quienes enseñaron a los Hebreos
el arte de vaticinar / y en la Roma Imperial / los cautos
sacerdotes
hacían sus predicciones sirviéndose del lituo.
Los sacerdotes de Oriente, sobre todo de la India,
llevan hasta hoy la varita que les da la jerarquía.
El bastón de los augures y el báculo episcopal cristiano
no tienen otro origen / que el de aquella prodigiosa vírgula”.

En cuanto al lenguaje instrumentado por el enunciador –entre otras virtudes retóricas- y que contribuye a conferir al universo verbal una pátina de verosímil erudición; se advierte, en su seno discursivo, una apropiación de deshabituados vocablos y etimologías extrañas: Ul-khemi, Al-kimia, Espagírica, Crisopeya, Summa, profanus, vulgus, Natura, ignaro, gética, baskalino, fascinatio, Fascinus, Jámblico, lituo, augures, Porphyro, sombrosos, íncubos, súcubus, estulto, sosostris, gualda, emporcados, manes, titilea, hesitación, abismares; entre otros.
En conclusión, Juan Peña Curay con este compendio de textos se instala –ganándose el respeto poético y detentando para siempre la pluma de la ilusión y la palabra Ambicion- dentro de la tradición de la embrujadora literatura piurana.

JUAN PEÑA CURAY: "Un café y un cigarro, a la hora de escribir"

Por Richard Chávez


¿Cómo recibió la noticia?

Con bastante satisfacción pues es el concurso literario a nivel narrativo y poético de mayor importancia en Sudamérica, que a través de este premio se han consagrado escritores que hoy gozan de un tremendo prestigio mundial.

Haber sido seleccionado como Finalista en Poesía 2009 es un aliciente tremendo para seguir transitando en estos difíciles campos que son la creación poética.

Me enteré luego de que fueran comunicados los resultados oficiales de Petroperú, en la que me invitaron para recibir el premio correspondiente en Poesía.

¿Qué es la poesía para usted?

Es la manifestación más hermosa que pueda tener el hombre acerca de su propia naturaleza, llamando a naturaleza a su aspecto fisico como espiritual.

La poesía es lo más grandioso que puede existir, la poesía que se ve como la pintura, la poesía que se lee a través de la narrativa. Es decir para mí la poesía está en todo lo que exprese belleza y sobre todo que trasmita la esencia del ser humano.

Tengo entendido que también compone música.

Sí, es digamos otras de las aficciones que tengo es hacer un poco de música, como es la composición de tal arte. Tengo publicados algunos discos en el área de la música criolla, pero sin descuidar otros ritmos como la balada, o la cumbia peruana; material que está inédito todavía.

¿Cuáles han sido sus lecturas maestras?

Ningún peruano se podrá escapar de las lecturas maestras de poetas peruanos como Vallejo, Eguren, Alejandro Romualdo, Martín Adan, nuestro piurano Marco Martos, y los jóvenes poetas piuranos que leo constantemente para aprender de ellos.

También lecturas de Neruda, en fin, no tengo catalogados adonde van mis espacios que le da el tiempo para leer, pero s-i tengo una buena colección de libros de poetas universales.

Diferencia entre un poeta y un ser humano cualquiera.

Ambos somos seres humanos, aunque la gran diferencia es que unos nos sentimos con la necesidad de expresar nuestra condición de seres humanos, no únicamente de la poesía, sino también de la narrativa, la música, incluso la danza. Pero no nos diferencia en algo a los artistas, los poetas, de los demás, somos los mismos, pero que tenemos la facultad exquisita y extraña de hacer arte.

El dolor, la necesidad incentiva a escribir a algunos escritores, ¿Es su caso?
Creo que sí, porque el título del libro con el que gané el Copé es "Mala, poesía" porque muchas veces para entrar en los dominios de la poesía nos hace sufrir, nos mantiene en una constante angustia en el proceso creativo.

¿Cuál es la temática de "Mala, poesía"?

Hay poemas que se presentan con alguna euforia para describir de manera alegre, pero los más comunes son los que te hacen reflexionar acerca de las situaciones, ver con ojos dolidos cómo se desenvuelva la humanidad, y nos entramos en aspectos más comunes, como la política que te denigra, te afecta. Desde ese punto de vista abordo la poesía de sentir un inmenso dolor, tener que trascribir, no la euforia, sino la tristeza y el dolor que uno siente ante estos llamémoslos "espectáculos".

La realidad desde el punto de vista de un poeta.

La realidad es la misma que sienten todos los seres humanos, quizá por esa facultad que nos ha dado el ser divino sentimos con mayor profundidad estas desgracias que afecta la humanidad, pero todos sentimos el mismo resquemor, insatisfacción es algo que los escritores tenemos esa facultad de hacer perenne esa observación a través de lo que escribimos

¿Cuántas horas lee y escribe actualmente?

Leo aproximadamente unas tres horas, y escritura a veces escribo y a veces no porque hago música. No soy disciplinado a la hora de escribir.

¿Alguna manía a la hora de escribir?

A la hora de leer y escribir poesía tengo dos manías; un café y un cigarro. La narrativa la hago a través de la computadora, y la poesía a mano, al igual que las canciones.

Fotografía: De izquierda a derecha: Raúl Fernando Moscol León, Gerardo Temoche Temoche, Juan Peña Curay y Jorge Vargas Merino en el INC - Piura.

domingo, abril 18, 2010

Oswaldo Reynoso: "Lo permanente de una obra es la belleza"


El reconocido escritor, oswaldo Reynoso caminó por las calles de Bernal. lugar que acogió la Fería del Libro. Fabián Bruno, editor de este blog, entrevistó al autor de Los inocentes antes que enrumbe a Catacaos en busca de Aladino y de un sabroso seco de chavelo.


¿Qué significó para usted la publicación, en el año 61, de Los inocentes?

Los inocentes fue el primer libro de relatos. En los momentos de escribir ese libro nunca imaginé la repercusión que iba a tener, siempre que escribo por impulsos interiores.

Los personajes que aparecen allí, han tenido una repercusión bastante amplia dentro de la literatura peruana hasta hace muy poco, ahora no se ven personajes de este tipo, a qué cree que se deba esta situación.

La literatura no puede circunscribirse a una época, porque si nosotros circunscribimos la literatura a una época, ésta no tendría valor. En la literatura hay que distinguir algunas cosas circunstanciales de la época y las cosas permanentes. Lo permanente en una obra literaria es la belleza, el trabajo del enguaje para construit algo de valor. Esta obra de arte hecha de palabras expresa un mundo de ficción qe nos sirve para tener una satisfacción estética al estar en contacto con ella y nos permite traspasar la realidad.

¿Usted con su obra, cree haber traspasado la realidad?

Los personajes de Los inocentes vivieron una época, en dónde había cantinas en la esquina, había rockola, la moda de vestirse era propia de esa época, existían billares en cada barrio de Lima. Al escribir ese relato yo tenía que construir un ambiente y ese ambiente fue de la época, pero como dice Washington Delgado, los medios culturales de esa época ya no son los mismos. ¿Por qué la lectura de los inocentes tiene tanto atractivo? Porque son personajes que están en conflicto permanente, que es un conflicto que nos toca a todos.

¿La experiencia con Gutiérrez, Reyes Tarazona en Narración, fue vital en su carrera literaria?

Por supuesto, porque yo redacté el editorial de lineamientos de principios sobre el compromiso del escritor en un país donde hay tantos analfabetos. Los escritores siguen comprometiéndose, ahora que los que salen a los medios piensen de otra manera, es otra cosa.

¿Hablando de la situación actual en el Perú, es importante tener un Museo de la memoria?

En todos los países en donde habido una guerra interna, donde habido enfrentamientos es necesario no olvidar lo sucedido para que no se vuelva a ocurrir.

Inn Cultural 2


En esta nueva entrega de la revista literaria Inn Cultural 2 (dirigida por Reynaldo Cruz), se aprecia la conversación con Jorge Espinoza Sánchez, editor del libro Hora Zero: Los broches mayores del sonido y representante de la Generación del 70 (Entrevista de Henry Córdova); un perfil de Rafael Olguín, cantante criollo; el mundo mágico del títere Pepín; un publirreportaje de Sechura; los trabajos de Mario Barrenter, Russbelt Guerra y Cosme Saavedra; y las palabras del maestro Oswaldo Reynoso sobre su novelística y la realidad del país, antes que enrumbe a Catacaos a comer un seco de chavelo (entrevista de Fabián Bruno). Muy recomendable.

domingo, abril 04, 2010

PIURA WARS


Gabriel Farfán

He encendido este computador un poco viejo… está muy lenta esta máquina, hace más de dos semanas que no me contacto con los latones; qué cosas y manjares me aguardarán en la bandeja de entrada de mi correo electrónico. Es medio complicado que lleguen los diarios por esta zona y de internet ni qué hablar; he tenido que caminar más de una hora para acceder a la red. Cuando llegué a la única cabina de internet del pueblo, el hombre que atendía me miró medio raro y comentó que si me había enterado sobre lo que estaba pasando en Piura, además me instó que revise las noticias, que me cuide si viajaba a la ciudad, y un montón de palabras que parecían estar sacadas de un sueño antiguo. Ay… la verdad que me ha dejado medio aturdido el tío, pero aún me sigue mirando raro, qué fregado me resulta soportar el peso de sus enormes ojos en mi espalda; ya, ya, no jodas y déjame que converse con un latón que está en línea... pero si es el Zorrito Lalupú. ¡No puede ser!, esta máquina parece que está llena de malditos troyanos, no avanza para nada… Uhm, se colgó; bueno a reiniciarla, no hay de otra, para qué renegar, no hay más remedio…

Bien. Ya está, ya se normalizó la cosa en esta cabina; pero escucho los fuertes golpes en la cabina vecina. No le metas golpe a la maquina, grita el dueño desde el mostrador. Ya no está el Zorrito, se ha marchado fugaz; de todas maneras le envío un correo más tarde. ¡Cerca de una decena de mensajes en la bandeja!, a leer se ha dicho; el primer correo que abro es uno del latón Zorrito Lalupú que me ha enviado, pero cuyo destino original son varias personas, es algo así como un mensaje reenviado con propósitos determinadores. Por suerte que este mensaje no tiene la famosa advertencia de que si no envías este correo a otros, te caerá toda la mala suerte por toda la eternidad, qué alivio, porque ya debo estar condenado a la infelicidad.


Piura ha estado tomada.

Los vándalos entraron al centro con una energía propia de atilas que ya no soportan la arrechura.
Saquearon Elektra y se llevaron TODO. También una moto con la que soñaba.

El hotel de mi tía Lola también fue saqueado. Ella y sus trabajadores se parapetaron al final de un pasillo sin puertas cerca para escapar, mientras veían cómo cargaban con los televisores, los teléfonos y hasta el botellón de agua semivacía y la caja de condones. Mi tía sólo podía arrojarles insultos que nadie oía.

Ha sido terrible. Por supuesto no salí de mi Castilla para nada y en cuanto pude escapé a tierras chulundraquenses.

Vi por la tele cómo le prendían fuego al autobús que menciona Edú. El carrito se negaba a morir. Tuvieron que bautizarlo con gasolina.

Suspendieron las clases en los colegios y universidades.

Manténganse lejos, porque la cosa recién ha empezado.



Me pregunto si este correo no es una más de las incontables jugarretas del Zorrito. De qué habla este Chulucano. Me parece que los facinerosos de Castilla y de todo Piura han desmantelado todo, las razones las verdad que no las sé bien; esta situación ya me está preocupando. Bueno, leeré el próximo mensaje antes que se cuelgue esta máquina primigenia.

Bueno, para los que no se quedaron en provincia les informo que hay una tremenda balacera en el mercado de Piura. Yo salí a correr y al pasar por la Privada escuché los balazos de pistola y de metralleta.

Hay seis muertos, entre ellos tres policías y un niño muerto por asfixia. Además han quemado una combi de una amiga de mi mamá.

Dicen que están saqueando Elektra de la Sánchez Cerro y algunos grifos; y que ya han saqueado la Caja Municipal del Mercado.

El segundo Baguazo.

Nicky me quedo en mi casa, te veo el sábado.

Edú


Ahora recién comprendo el problema. Este correo del latón Edú que está dirigido a todos sus amigos, me esclarece de manera perfecta lo que está pasando en la Ciudad Perdida; antes de venirme para estas latitudes sonaba este problema del mercado, jamás imaginé que adquiera estas proporciones, no lo creo. Me apresuraré, aún me falta bastante por leer.




Fernando Silva:

La Patrulla Salvadora ha vuelto a las andadas.

Aprovechando el tráfago de los saqueos y las balaceras, iban pintándole bigotitos a los candidatos a las próximas elecciones municipales y regionales, gritándole al oído a los policías con un tubo de cartulina o papelote, probándose, sólo eso, ropa cara en tiendas exclusivas, o simplemente tocándole el culo a las señoritas decentes. Pero no creas que sus ataques son tan inofensivos: Un chica que atendía en un locutorio del centro me contó que, el día del saqueo, un grupo de locos tomó por asalto el lugar y se estaban habla que habla a destinos de larga distancia. Hablaban desesperadamente porque ya pronto llegaban los policías y las llamadas quedaban a medio hacer con auriculares colgando como intestinos que parlaban en chino o en alemán y, un poco menos, en inglés (recuerda que simpatizan con la izquierda). Alguien podría decir que igual es un robo, pero ya cuando uno piensa en las tarifas de la Telefónica no está tan mal.

Por ahora las cosas han vuelto a la calma, una calma tensa, de piel de burro en tambor.

José Lalupú



¡Tan fea ha estado la cosa en la Ciudad del Deseo! (Santiváñez City). José Zorrito Lalupú no puede expresar mejor las emociones y los pareceres de la gente que aún debe de andar corriendo desesperada comiendo ciruelas robadas del mercado (¿será el tiempo de las ciruelas?).


Latón Lalupú:

El más exótico de los latones.

Cada cosa que escribes es digna de publicarse. He disfrutado mucho tus últimos correos.

Cuando termine este máster enfocado en literatura colonial volveré a las andadas y entre otros proyectos publicaré un libro con una selección de tus correos más deliciosos. Con prólogo de González Vigil, que por cierto me tiene especial cariño en clase. ¡Carajo!

Me da pena, por otro lado, lo que pasa en Piura.

Me recuerda a la historia del la ciudadela para enfermos mentales que terminó convirtiéndose en todo un pueblo y enterrando sus orígenes en el pasado.

Cuídate mucho, muchacho del Ñacará.

Abrazos para todos.

Fer Silva


Este correo del latón Fernando Silva me hace recordar los tiempos de la universidad. Allí los conocí a los dos; siempre nos sentábamos en la rotonda de nuestra facultad a conversar de nada, de todo, a perder el tiempo porque no había otra cosa mejor que hacer; nosotros éramos los Café de artistas en esa época, qué época ida en que nuestros salados corazones se juntaban con los Tacreli, grupo literario de la universidad de la otra orilla del río, dirigido por David Perea, la verdad que se parecía tanto a Cortázar, y el inseparable Angel Hoyos. Ahora estamos en la casa de David comiendo chalona en la medianoche mientras las lagartijas y los buses desembocaban presurosos en las calles; ah tiempos de las caminatas y de los cebiches de caballa con Cosme, Ricardo, César –ángeles caídos al abismo- en Marcavelica, mientras escuchábamos las historias de la tía Tolola y sus dulces de mango y camote… (Musse Dixit).


Angel:

He merodeado por Saga con la esperanza de que haya saqueo.

Cuando era niño, Fujimori dio el paquetazo y en Chulucanas hubo saqueos.

La policía tiraba a matar y soltaba pastores alemanes.

Recuerdo que llegaban camiones cargados de negros yapateranos, armados de hachas con las que descerrajaban los puestos de los mercados.

Un día estaba comprando en el mercado y al grito de ¡saqueo... saqueo! escapé de la turba y el peligro, no sin antes cogerme un Kolynos y un paquete de fósforos INKA para mi mamá. Llegué contento como si acabara de tomar Troya. Mi viejito, que en paz descanse, me sacó la mierda.

Ahora ha habido muertos.

El Perú sigue hasta las huevas.

¿Qué haremos, súperclaudia?

José Lalupú


Este Zorrito es muy lúcido. Sí pues este país está con los pernos robados, cualquier día se despista y nuestra combi se volteará y caerá en el hueco de inmensa sepultura (Vallejo Dixit). La niñez es pues quizá el estadio más feliz de la vida porque después de esta etapa, la vida se encarga de poner agrio todo, hasta los dulces de guayaba de mi madre. A mí me gusta mucho los dulces de guayaba de mamá… Piura seguirá, como todo este país, en saqueo constante; qué debemos hacer para evitarlo, llamar a la policía; las huevas eso sí que malograría más la cosa…




Maldición, había oído en la tarde que la cosa estaba peliaguda con la gente del mercado, pero ¿balas? ¿muertos? ¿saqueos? ¿Qué esperan? Consíganme un LCD de 40 pulgadas!

No, en serio, Edú, Nicky, José, cuídenseme, porfa.

Angel


La verdad Angel Tacreli que en estos tiempos del Homo Cyborg necesitamos de estas cosas y muchas más; ahora
me pregunto si han saqueado las librerías, uhmm, ¿Las han saqueado? Yo necesito Los detectives salvajes de Bolaño. He buscado tanto ese libro, si bajo pronto lo encargaré a Lima, qué me queda, no hay otro camino…


Mi mamá estaba en el ICPNA, en sus clases, cuando todo ocurrió. Hoy que leí el correo de Edú dejé la computadora y fui volando a llamarla. Dice que vio cómo las cajeras de los bancos salían gritando bañadas en llanto, asustadas por la turba que irrumpió a pesar de la vigilancia. También me dijo que mañana llegaba más gente desde Trujillo y Chiclayo.

- ¿DE LOS MERCADOS DE TRUJILLO Y CHICLAYO? -dije.

A lo que mi vieja contestó:

- No, conchetumadre, POLICÍAS de Trujillo y Chiclayo.

Claudia



Así es Claudita querida. Así es, el pánico es tan fácil de implantar en nuestro país. Acá en este sitio sólo escucho RPP y a medias porque la señal no llega muy bien, pero la semana pasada se me acabaron las pilas, qué salado y es hasta ahora que recién me enteró de lo que está pasando: comerciantes que no quieren salir, alcaldesa que quiere botar a medio mundo, mafias, robos, saqueos y la carajada estentórea de la muerte por todos los rincones del mercado: en el Moscú, en la sección telas, en la Vereda Alta, el mercado de pescado, en la Blas de Atienza, en la sección de los camioneros…

Esto parece Avatar..."los nativos no quieren dejar su árbol"

Debieron traer al ejército, máquinas y más polis...qué falta de estrategia. La gente del mercado es gente poderosa.

Cossto de Santa Isabel está sin vidrios.

Hoy estuve en Catacaos y de repente, desde dentro de una tienda, la gente empezó a correr, la tienda quiso cerrar con nosotros adentro, gritaban: ¡ahí vienen los choros! Es decir, cómo la estrategia funcionó ahora la réplica. Los choros de Catacaos innovaron rápidamente y saquearon su mercado también.

Hoy, se arma de nuevo, espero los desalojen.

Edú

¿Los navi se irán y echarán raíces en otro lado? ¿Fundarán nuevamente Pandora en otras latitudes? La verdad que esto está bien tranca, está muy difícil la cosa. Sabes bien, Edú que esto no es tan simple como pelar una mandarina al mediodía en tu casa…
¿Qué pasa con este computador? Creo que se ha colgado. Allí viene el tío del internet, me va a botar porque seguramente ya se terminó, a pagarle pues… Viajaré esta semana a Piura, cómo estará la cosa, ojalá esta vez saqueen las librerías, pero creo que no se atreverán. Necesito leer Los detectives salvajes. ¡Oe, Zorrito Lalupú no te olvides de prestarme las películas The goodfather y Dead man!


Agradecimiento especial a José Lalupú, Angel Hoyos, Claudia Sandoval y Eduardo Gonzales.

Fotografías tomadas de La República.

EL PLEBEYO Y LA REINA JESÚS VÁSQUEZ






Descanza en paz, Reina y Señora de la canción criolla (Lima, 20 de diciembre de 1920 - † Lima, 3 de abril de 2010).