jueves, julio 31, 2014

Corazón de cuero



Eduardo Valdivia Sanz

Subiste al fierro de cuero y cromo,
los años de los veranos muertos desfilaron como
los primeros  besos robados,
la fiera ruge debajo de tus tripas
y aceleras el manubrio del timón plateado:
Joven, eterno, eres,
joven como vampiro dorado,
como Dean estrellando su Porche contra la gran llamarada;
Ahí,
con los sesos derretidos
enciendes la nave de oro,
y rompes la barrera del no se puede;
la autopista reclama su presa
y el viento golpea contra el cristal del casco negro:
Aceleras más, mucho más,
un poco más y alcanzas al fuego eterno,
a la luz de la cortadera, a las patinadoras de la calle Pardo,
a los ángeles de la noche y a los demonios de siete ojos;
El dragón responde con suavidad,
te enseña sus ojos vacíos, la mándala
y la torre de Jung,  
tu corazón palpita sin miedo,
solo tú, y la eternidad,
solo tú y las fiestas de Colán,
solo tú, y la piel dorada de la Brando,
reclamándote por qué no la besaste esa noche en el Tony:
Afuera, en los otros lados de las cuerdas;
Un conductor de tráiler, de un camión dieciocho ruedas, 
menciona las partes pudorosas de tu madre;
te importa poco su insulto,
has salido en tu Harley nueva, a los cuarenta y cinco años.

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