Pierre Castro Sandoval
Hoy
he re-ordenado mis libros. Ya sé que esto no interesa a nadie así que pueden
dejar de leer cuando gusten. Pera ya si se quedan, les cuento de paso que me
estoy comiendo un pan con salchicha de ternera y un vaso de Cifrut. A mí me
gusta que la gente me cuente lo que ha comido. Me gusta por la misma razón por
la que veo programas de cocina cuando tengo hambre: siento que mis ojos
mastican. Pero digámoslo de una forma menos huachafa. Después de ver X-Men
llegué a creer que había desarrollado el superpoder de alimentarme por la vista
o el oído. Mi estómago parecía contentarse apenas con escuchar el frshhhhhhh de
un filete de pollo con romero cayendo a la sartén o al ver unas manos trozando
frescas lechugas para una ensalada. ¿De qué forma eso es un superpoder?
preguntó. Le dije: Cuando llegue la devastación del mundo ustedes tendrán
hambre y yo no. ¿No había un verso? Si digo pan ¿comeré? Pero volviendo a lo de
los libros, decía que antes los tenía ordenados geográficamente (peruanos
latinoamericanos, europeos, etc.), alguna otra vez por colecciones, otra por la
intensidad con la que me habían gustado pero hoy quería probar algo nuevo.
Flu
estaba acá en casa y ambos mirábamos todos los libros tirados sobre mi cama. Me
dijo: ¿cómo los vas a ordenar? Me sentí como en la escena de High Fidelity
cuando Rob dice que está ordenando sus vinilos "autobiograficamente".
No fuckin waaaay, recuerdo que repone
Dick. Y Rob: "Seh! Si quiero
encontrar Avalancha de Fleetwood Mac, tengo que recordar que se lo compré de
regalo a alguien en 1983 pero no se lo di por razones personales" Y Dick:
Eso suenaaa... Y Rob: ¿Reconfortante? Y Dick: Sí. Y Rob: Lo es. La mejor escena
de todos los tiempos. Pero hoy ni cagando me iba a poner a ordenar mis libros autobiográficamente
porque entonces, Flu hubiese tenido que ir por cien cervezas más y un CD de
boleros cantineros. Así que los he ordenado como los ordenaría un mono en
drogas: al azar.
Ahora
Jules Verne comparte un cuartito con Mr. Bukowski, Bolaño dejó Latinoamérica y
se fue con Palahniuk, Bryce está chupando con Somerset Maugham y Amy Tan hace
cucharita con Salinger. Debo admitir que este es el mejor orden que se me ha
ocurrido desde que me compré el librero. Sobre todo porque ahora no sé dónde
carajo he puesto cada libro y cuando observo el librero me da la impresión de
que acabo de comprarme 300 libros de golpe y eso me pone loco de contento.
Supongo que me pasa igual que con la comida. Por ejemplo, me basta ver la
portada de El tambor de hojalata para escuchar a Oscar redoblando en mi cabeza,
o ver la de Cujo para revivir el pavor de un perro rabioso persiguiéndome. Es
la única razón que encuentro para dedicarle tanto tiempo y cariño todos estos
libros que ya leí y que difícilmente volveré a leer. A veces parece que solo
están aquí para recordarme cuán bella o fatal era mi vida en la época en que
los leía.
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