César Angeles L.
MEMORIA: el S¤L a rayas.
MEMORIA: el S¤L a rayas.
Hace 20 años se publicó la primera edición del libro El sol a rayas, con un formato de sobre. Se trata de un volumen pionero en lo que años después sería una ola en el Perú: las ediciones del “libro-objeto”. Se hizo combinando las técnicas de la imprenta offset (para los textos) con la serigrafía del taller colectivo NN (para los grabados interiores y tapas), donde también metí mano aprendiendo con la confección de los 500 ejemplares que conformaron la edición, a tres o cuatro tiempos, de entonces. El grabado con tachos incendiados y humo que aparece a todo lo largo de la carátula & contracarátula (con dos perforaciones, respectivamente circular y oval, sobre la reproducción de aquel dibujo intervenido cromáticamente por Álex Ángeles, del NN) correspondió a Juan Javier Salazar, ex miembro del colectivo-taller Huayco EPS que fue un hito en la escena plástica local desde fines de los 70. Róger Santiváñez, fundador del poéticorokeroanarko Movimiento Kloaka, en los años 80, ayudó en la edición del conjunto de poemas que conformaron finalmente este libro. La aparición de El sol... cerrando aquella década de pólvora y apagones fue bien recibida, sobre todo por la gente más joven, la crítica más sensible a las manifestaciones más frescas del arte y la literatura nativas y, en general, por un público que solía mirar con asombro, tocar con curiosidad y sonrisa la presentación y páginas de este volumen, y comprarlo sin atenuantes. Con este libro, dicho sea (no tan) de paso, conocí un gran amor en las húmedas esquinas barranquinas por azar y voluntad poéticas. Se presentó, primero, en Arequipa, y luego en una antigua casona limeña donde hubo recital y diálogo con el público asistente.
Como cierre del acto, hubo una tocada con guitarra de Piero Bustos, líder de la banda de rokpostfolk Del Pueblo. La crítica más rigurosa y orgánica de este volumen la hizo José Antonio Mazzotti en el número 35 de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana (1992). Entre mi padre y amigo, Eduardo Ángeles Figueroa, y yo financiamos la mayor parte de la edición. El resto lo pusieron, sobre todo con trabajo, algunos amigos del taller NN o del entorno. Dejo aquí sentadas la filiación y génesis de mi primer libro, y su particular modo de producción: híbrido y colectivo, como son tantas cosas en este perdido rincón del mundo. Sus rápidas 46 páginas, en papel marrón de embalaje e impregnadas de espíritu lúdico e irreverente con la tradición poética que prevalecía en los años 70 y 80 –sobre todo el coloquialismo, en la onda del anglostyle imperante–, se agrupan en cuatro conjuntos de poemas. Ahora que el fauno de esta fiesta (amigo Inmanente y compañero de viajes, así como en la revista Intermezzo tropical) mora y labora al Este de Denver, es propicia la ocasión para celebrar esta historia precisamente con un poema de la tercera parte, vía un personaje que recrea libremente el Far West que tantas horas me robó en la TV de los años 60 y 70. El mismo aparece en cuatro poemas del libro, uno de los cuales está dedicado a Róger Santiváñez, quien desde un inicio celebró su nacimiento y fue el principal animador para que dos de ellos aparecieran tempranamente en la selección de poesía peruana de los 80 La última cena (ASALTOALCIELO editores. Lima, 1987). La más reciente aparición de este personaje se da en mi tercer libro, Sagrado corazón, de publicación inminente en colaboración con una novísima editorial local.
Poema
LINTON ES MUY MALO
(canción)
MARTES TRECE
He abierto los ojos
aunque cuesta trabajo.
Separo los párpados con las manos
los estiro al máximo
incluso con los pies ahora.
MIÉRCOLES CATORCE
Abro la boca
tomo una bocanada de aire: suspiro.
Muevo levemente mi nariz
Paso saliva.
Ahora veo mi rostro dibujado en un papel
pegado en diversos locales:
me buscan / ofrecen dólares.
JUEVES QUINCE
Hace rato mi caballo tiene sed
y yo igual
“Falta poco amigo. Denver está cerca”
El sol nos incendia sin piedad
la cantimplora misma quiere agua (tiene solo polvo)
“Falta poco amigo”
VIERNES DIECISÉIS
Llegando a Denver nos tomamos toda el agua
Atrás el desierto largo.
Sentado a la sombra rompo despacio una hoja seca
y veo caminar a la gente
Mi caballo ojea una yegua estacionada a su lado.
SE BUSCA leo en una bodega lejana
y tengo un poco de miedo pero no decido no huir
esta vez
–¡Linton! –grita alguien
Es el comisario: me apunta con un máuser
–¡Linton! ¡No intentes nada o te mato!
Y continúo sentado mientras se acerca
La gente que estaba en la calle
ahora mira
desde las v e n t a n a s
Me arrojo al suelo y mientras oigo su disparo
le acierto un tiro en el pecho
Lo he matado (“otro” –me digo).
Vuelve el silencio / tan solo el viento
“Vamos, tonto” –le ordeno a mi caballo
(que, asustado, había dejado de mirar la yegua)
Trepo de un salto
y sé que la gente continúa
espiando tras las v e n t a n a s
Tan solo protegido por un chaleco
y un sombrero desempolvado
abandono Denver despacio
poco a poco haré trotar mi caballo
Ahora el desierto las montañas los desfiladeros
e innumerables estrellas
(César Ángeles L. Del libro El sol a rayas.
Lima, 1989: the-posición EDITORES / NN)
LINTON ES MUY MALO
(canción)
MARTES TRECE
He abierto los ojos
aunque cuesta trabajo.
Separo los párpados con las manos
los estiro al máximo
incluso con los pies ahora.
MIÉRCOLES CATORCE
Abro la boca
tomo una bocanada de aire: suspiro.
Muevo levemente mi nariz
Paso saliva.
Ahora veo mi rostro dibujado en un papel
pegado en diversos locales:
me buscan / ofrecen dólares.
JUEVES QUINCE
Hace rato mi caballo tiene sed
y yo igual
“Falta poco amigo. Denver está cerca”
El sol nos incendia sin piedad
la cantimplora misma quiere agua (tiene solo polvo)
“Falta poco amigo”
VIERNES DIECISÉIS
Llegando a Denver nos tomamos toda el agua
Atrás el desierto largo.
Sentado a la sombra rompo despacio una hoja seca
y veo caminar a la gente
Mi caballo ojea una yegua estacionada a su lado.
SE BUSCA leo en una bodega lejana
y tengo un poco de miedo pero no decido no huir
esta vez
–¡Linton! –grita alguien
Es el comisario: me apunta con un máuser
–¡Linton! ¡No intentes nada o te mato!
Y continúo sentado mientras se acerca
La gente que estaba en la calle
ahora mira
desde las v e n t a n a s
Me arrojo al suelo y mientras oigo su disparo
le acierto un tiro en el pecho
Lo he matado (“otro” –me digo).
Vuelve el silencio / tan solo el viento
“Vamos, tonto” –le ordeno a mi caballo
(que, asustado, había dejado de mirar la yegua)
Trepo de un salto
y sé que la gente continúa
espiando tras las v e n t a n a s
Tan solo protegido por un chaleco
y un sombrero desempolvado
abandono Denver despacio
poco a poco haré trotar mi caballo
Ahora el desierto las montañas los desfiladeros
e innumerables estrellas
(César Ángeles L. Del libro El sol a rayas.
Lima, 1989: the-posición EDITORES / NN)
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