miércoles, julio 18, 2007

Un ángel del abismo

Edgar Bruno

En la década de los ’90 del siglo pasado apareció en las tierras solares de Piura un iconoclasta grupo literario que respondía al nombre de “Ángeles del abismo”, haciendo alusión a aquellos ángeles desterrados por su rebeldía, por ser oscuros y a quienes se les había negado tener un lugar en el paraíso. Parecidas características tenían los jóvenes integrantes de este grupo. Ellos expresaron la visión del desencanto de toda una generación que le toco vivir años oscuros, que dejaron sus improntas; proclamaron la renovación de la literatura regional y lo lograron a base de un esfuerzo conjunto. Este renovador grupo estuvo integrado por Cosme Saavedra, Ricardo Musse Carrasco, José Díaz Sánchez, César Gutiérrez, Luis Ordinola, Elver Agurto y otros.

En las líneas siguientes nos acercaremos al trabajo narrativo de uno de ellos: Cosme Saavedra.

Nació como poeta, pero poco a poco incursionó, con gran éxito, en la narrativa, sus cuentos han aparecido en plaquetas y revistas del grupo al que perteneció (éste fue el mejor medio para dar a conocer sus creaciones: se repartían en los encuentros literarios, recitales; y circulaban de mano en mano entre sus lectores).

Cosme Saavedra no ha publicado un libro en su totalidad, pero sus cuentos han aparecido en revistas de literatura muy importantes como “Sietevientos”, en ésta se han publicado dos renovadores cuentos: “Ya no llovería para julio” y “Alicia su cuerpo en otros cielos”. Tiene dos novelas inéditas: “Mariana en el purgatorio” y “El santuario de Walac”; Actualmente trabaja en su tercera novela: “La flores cambian de piel”.

La narrativa de Saavedra, a pesar de sus pocas publicaciones, refleja la visión de un joven que quiere hacer grandes aportes a la Narrativa regional. Su trabajo está íntimamente ligado a la poesía, porque en sus trabajos se siente un tono melódico muy característico, sin caer en lo cursi; sus textos guardan en sí aliento poético, concisión y no cae en enrevesamientos que sólo aburren cuando no se utilizan con maestría. El lenguaje que utiliza es el demótico, porque sus narraciones no caen en barroquismos, sino que utiliza un lenguaje claro, sencillo y directo, como el que utilizamos a diario en nuestra vida. El estilo de Saavedra es el cartesiano, porque muestra directamente los núcleos de la narración, no utiliza el estilo barroco, prefiere ser concreto y vívido, no recurre a lo intricado y oscuro.

El trabajo de este novel narrador refleja un buen uso de las técnicas contemporáneas de la narración, creando un clima donde los personajes se desenvuelven libremente. Saavedra entrega los datos de la narración de manera proporcionada y no de un solo golpe, manteniendo un clima natural y no forzado.

Ya no llovería para julio

En “Ya no llovería para julio” relata la historia de un joven llamado Sigmund que se enamora locamente de Mariana, involucrándose con ella, pero teniendo siempre como obstáculo a la madrastra de la jovencita. Este cuento se ambienta en 1983, en el período diluvial que padeció Piura. Ellos se amarán en secreto y las lluvias continuaban, pero todo tiene su final; éste llegaría pronto y ya no volverían a disfrutar de sus encuentros furtivos, no encontrarían la excusa perfecta para amarse. Las lluvias acabarían en julio, por ello el título del cuento.

En “ya no llovería para julio” se presencia claramente el interés por la geografía y convulsiones de la naturaleza [1], línea temática que tiene como principales narradores a Genaro Maza y Mario Palomino. Cosme Saavedra toca el periodo diluvial de 1983 desde otra perspectiva, la del amor y logra impactar con un amor juvenil, que para muchos puede ser trivial; un amor juvenil que le interesa seguir el Carpe Diem, pero que se ve truncado por la ausencia de las lluvias.


[1] BURNEO SANCHEZ, Sigifredo. Antología comentada de la expresión literaria contemporánea en la Región Grau. Piura: Sietevientos editores y Ediciones Ubillús.1992.

Nota: En la fotografía Lúber Ipanaqué, Eduardo Valdivia y Cosme Saavedra
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