Javier Vílchez Juárez
A veces suele ocurrir que me quedo sin palabras ante un trabajo artístico; suele suceder que, a veces, simplemente, no puedo decir más de lo que está allí concretamente expresado. Lo mismo me ha sucedido con el trabajo del poeta Ricardo Musse Carrasco: El espíritu giratorio del viento; que, como ya lo ha señalado el escritor Wilmer Rojas Bustamante, en su Colofón, dicho título, “ha sido tomado de las última línea poética del Poema XVI”. Por otro lado, considero, que ya se ha dicho bastante sobre el estilo peculiar que ha cultivado hasta ahora el poeta.
Por lo tanto, quiero sola y exclusivamente (dentro de mis apreciaciones personales) indicar la presencia reiterativa de algunos elementos, que a mi parecer, conforman la médula temática del poemario, dándoles sus respectivas connotaciones; y que mencionaré sin ningún orden jerárquico:
Uno de los elementos que constantemente se está mencionando es el cielo; que, dentro de la poesía musseniana hace referencia no a ese espacio azul que vemos sobre nuestras cabezas, ni tampoco al cielo divino; sino, más bien, encuentra su connotación en el transcurrir de la vida o, mejor dicho, del tiempo que inevitablemente se va: “El cielo que arranca de las migraciones la alada /desesperación y su celeste plumaje/...”. También podemos identificar el fuego y el agua, como elementos de redención, de purificación espiritual. Estos son elementos que han sido tomados de la Biblia, lo que nos remite inmediatamente a la inevitable influencia de la fe que profesa el escritor en su trabajo poético.
Otro elemento es la esfera, que en el tiempo de los griegos era considerada como símbolo de la perfección; y que al ponérsele el adjetivo azul, color que hace referencia a lo divino, nos remite inmediatamente al espíritu perfecto, puro: “Por eso –tal vez- al nacer fuimos esa esfera azul”.
Por otro lado el término migración se vuelve crucial en las composiciones poéticas que conforma el libro; ya que constantemente –como concebían en la antigua Grecia- el ser humano está constantemente mudándose, migrando, no sólo de lugar sino de su propio cuerpo1. Por lo tanto El espíritu giratorio del viento, es una metáfora del espíritu mismo, de la energía misma que está en todas las cosas. La vida es cíclica: Nacemos y morimos continuamente; y hasta cuando estamos vivos volvemos sobre nuestros pasos hacia los recuerdos, hacia los tiempos ya idos; giramos constantemente sobre nosotros mismos: Como un desesperado pájaro de la lluvia / migras con celestes plumajes / para que los latidos / humedezcan mi melancolía / y me recuerden que la existencia / se deposita - finalmente- / dentro de la luz peregrina / del universo.
Otras apreciaciones:
En el poema III, no existe – a mi parecer- una relación entre los versos: 1, 2, 3, 4 y 5 con los versos 6, 7 y 8. Hay una ruptura abrupta o un trabajo equivocado al tratar de unir esas ideas. Considero que el poema debió estructurarse simplemente con los cinco versos anteriores. Y los versos siguientes, bien harían un solo poema.
Por lo tanto, quiero sola y exclusivamente (dentro de mis apreciaciones personales) indicar la presencia reiterativa de algunos elementos, que a mi parecer, conforman la médula temática del poemario, dándoles sus respectivas connotaciones; y que mencionaré sin ningún orden jerárquico:
Uno de los elementos que constantemente se está mencionando es el cielo; que, dentro de la poesía musseniana hace referencia no a ese espacio azul que vemos sobre nuestras cabezas, ni tampoco al cielo divino; sino, más bien, encuentra su connotación en el transcurrir de la vida o, mejor dicho, del tiempo que inevitablemente se va: “El cielo que arranca de las migraciones la alada /desesperación y su celeste plumaje/...”. También podemos identificar el fuego y el agua, como elementos de redención, de purificación espiritual. Estos son elementos que han sido tomados de la Biblia, lo que nos remite inmediatamente a la inevitable influencia de la fe que profesa el escritor en su trabajo poético.
Otro elemento es la esfera, que en el tiempo de los griegos era considerada como símbolo de la perfección; y que al ponérsele el adjetivo azul, color que hace referencia a lo divino, nos remite inmediatamente al espíritu perfecto, puro: “Por eso –tal vez- al nacer fuimos esa esfera azul”.
Por otro lado el término migración se vuelve crucial en las composiciones poéticas que conforma el libro; ya que constantemente –como concebían en la antigua Grecia- el ser humano está constantemente mudándose, migrando, no sólo de lugar sino de su propio cuerpo1. Por lo tanto El espíritu giratorio del viento, es una metáfora del espíritu mismo, de la energía misma que está en todas las cosas. La vida es cíclica: Nacemos y morimos continuamente; y hasta cuando estamos vivos volvemos sobre nuestros pasos hacia los recuerdos, hacia los tiempos ya idos; giramos constantemente sobre nosotros mismos: Como un desesperado pájaro de la lluvia / migras con celestes plumajes / para que los latidos / humedezcan mi melancolía / y me recuerden que la existencia / se deposita - finalmente- / dentro de la luz peregrina / del universo.
Otras apreciaciones:
En el poema III, no existe – a mi parecer- una relación entre los versos: 1, 2, 3, 4 y 5 con los versos 6, 7 y 8. Hay una ruptura abrupta o un trabajo equivocado al tratar de unir esas ideas. Considero que el poema debió estructurarse simplemente con los cinco versos anteriores. Y los versos siguientes, bien harían un solo poema.
1. Es decir que todo está en constante cambio: el hombre de ahora no es el mismo después de dos minutos, una hora, un día, etc.
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