lunes, julio 20, 2009

DE IZQUIERDAS Y DERECHAS


Julio Carmona

La gente que apoya el statu quo, desde hace tiempo viene rechazando las denominaciones “izquierda” y “derecha”. Se considera que es obsoleto seguir usándola para referirse a los conglomerados que integran esas opciones políticas, y aducen que con la globalización se han roto todas las fronteras, incluida la ideológica. Pero la inexistencia de algo no se produce con el simple alegato de decir “no”. Y siendo entidades de vívida existencia (correspondientes a grupos humanos perfectamente identificables, por representar intereses concretos de carácter social, económico, político y hasta cultural), su vigencia trasciende los deseos o augurios aislados.

Cuando se habla de sistema y antisistema, se está aludiendo a esas “nociones de sólido y viviente contenido social” (que decía Vallejo), y, obviamente, los grupos de derecha son aquellos que defienden al sistema imperante en una sociedad que tiene como referente canónico e inamovible a la propiedad privada (de los medios de producción) en desmedro de la inmensa mayoría que es propietaria sólo de su fuerza de trabajo (el ser dueño de una casa no da el status de poseer un medio de producción). Y todos los que están en contra de ese sistema (excluyente, injusto, corrupto, miserable) adhieren a una posición de izquierda. Ahora bien, entre éstos hay diversos matices, que van desde los minimalistas, es decir, aquellos que exigen soluciones mínimas (compartir el poder), hasta los maximalistas que exigen lo máximo (tomar el poder para sí).

Los anarquistas son una expresión especial de maximalismo: quieren el poder para crear una sociedad absolutamente libre, en que no exista estado, gobierno ni leyes. Y, apropósito, cuenta una anécdota que un grupo de anarquistas se reunieron para redactar una ley a la que denominaron “Código anarquista” y cuyo primer artículo decía: “Estamos en contra de toda ley”. Uno de los concurrentes reparó en la flagrante contradicción en que estaban incurriendo. ¿Cómo se puede estar en contra de toda ley a través de otra ley? Entonces, por unanimidad, adoptaron el acuerdo de redactar un segundo artículo que decía: “Queda derogado el artículo 1°”.

Negar, pues, la existencia de derechas e izquierdas es, en el fondo, querer dejar sin piso a las ideologías, y de manera especial al marxismo, ideología ésta que la tendencia de derecha considera culpable de la existencia de su opuesta: la izquierda. Estas reflexiones me las ha sugerido el libro de Raymundo Prado, El Marxismo de Mariátegui, que contradice al afán de la derecha de considerarlos muertos. Hay Mariátegui, Marxismo e Izquierda para rato.

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