martes, junio 16, 2009

LA HERENCIA DE FUJIMORI: LO QUE ESTÁ PROHIBIDO OLVIDAR

Reynaldo Cruz
“En un país como el nuestro, combatir el olvido es una forma poderosa de hacer justicia. Estamos convencidos de que el rescate de la verdad sobre el pasado – incluso de una verdad tan dura, tan difícil de sobrellevar como la que nos fue encomendada buscar – es una forma de acercarnos más a ese ideal de democracia que los peruanos proclamamos con tanta vehemencia y practicamos con tanta inconstancia”

SALOMÓN LERNER FEBRES
Discurso de presentación del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional.
Lima, 2003.

El objetivo del presente artículo es recordar las medidas políticas y económicas del gobierno de 1990 a 2000, que cambiaron drásticamente la estructura socio-cultural de nuestro país. Este texto ha sido elaborado luego de la sentencia a 25 años de prisión para el ex presidente Alberto Fujimori Fujimori, un hecho ejemplar que universitarios, periodistas y ciudadanos en general aplaudimos por la significación para el respeto de los derechos humanos y la vida democrática. La historia ha condenado a quien nos condeno a lo cerrar los ojos.

Alan García culminaba el primer gobierno del APRA con resultados desastrosos en perjuicio de la economía de millones de peruanos. Vargas Llosa, escritor reconocido se animaba a entrar a la contienda política y se convertía en el candidato favorito para lograr la banda presidencial. Hasta entonces nadie avizoraba el surgimiento del tsunami Fujimori, aquel chinito bonachón que subido en un tractor prometía honradez, tecnología y trabajo. Aquel ciudadano peruano japonés, que logro ocupar por periodos la presidencia de la República, demostrando así que nuestra ingenuidad ante los cuentos chinos. Han transcurrido 19 años desde entonces. Y aquel Fujimori que ostentaba el máximo poder en Perú, se encuentra privado de su libertad como consecuencia de los actos cometidos durante su gobierno.

Keyko, Kenyi y su anaranjada compañía quieren hacernos creer que el chino no sabía nada, que estamos condenando al presidente que acabo con del terrorismo, que somos ingratos, que nadie más que Fujimori es capaz de salvarnos de todos nuestros males[1].

MATAR UNIVERSITARIOS PARA MATAR LA UNIVERSIDAD

La investigación académica y la crítica son dos cualidades trascendentales, sin las cuales la universidad no existe, y aquello que dice llamarse universidad se reduce a la mera infraestructura y el ir y venir sin rumbo de docentes y alumnos. Con la aparición de movimientos subversivos en nuestro país, la universidad fue un escenario importante para la difusión de ideologías y reclutamiento de militantes. He aquí que el debate empezó a desaparecer de los ambientes universitarios, la imposición del miedo o la nula capacidad de discernir adecuadamente hicieron que la violencia opacara las lumbres académicas.

La CVR, en su conclusión n° 32 expresa su pesar por los miles de jóvenes que resultaron seducidos por una propuesta que constataba los profundos problemas del país y proclamaba: “la rebelión se justificaba”. Muchos de ellos, con voluntad de transformar la realidad injusta, no advirtieron que el tipo de rebelión que planteaba el PCP – SL implicaba el ejercicio del terror y la implementación de un régimen totalitario. Quedaron así encuadrados en una organización absolutamente vertical, y totalitaria que les inculcaba el desprecio por la vida, castigaba las discrepancias y exigía plena sumisión. Muchos de ellos murieron inútil y cruelmente. La CVR llama al país a impulsar las reformas institucionales necesarias para que proyectos terroristas y totalitarios no encuentren nunca más eco alguno entre los jóvenes.

Cuando el entorno fujimorista decide combatir el flagelo terrorista, lo hace con la seguridad que es inevitable la equivocación, la muerte de inocentes no debe ser causa de remordimiento. He allí acciones como en el caso de la Cantuta y la coerción ejercida en las universidades a través de las Fuerzas Armadas, logra anestesiar la actitud crítica frente a la realidad, que es común en los jóvenes universitarios. Era mejor callar, estarse tranquilo y no buscar problemas. Es difícil encontrar en la actualidad una universidad pública donde la investigación y la actitud crítica sean pilares, por lo contrario, la mayoría de ellas se convertido en instituciones en donde la corrupción se ha cimentado en grupos estudiantiles, docentes, personal administrativo y órganos universitarios ante la indiferencia de la mayoría de alumnos.

Lo que Sendero Luminoso inició, Fujimori lo culminó: La CVR ha comprobado que, entre muchos maestros y estudiantes universitarios, se volvió sentido común el cumplimiento fatal de la historia a través de la vía de la confrontación. Esta visión abrió espacios para el desarrollo de propuestas de extrema izquierda. La del PCP – SL fue sólo la más extrema (Conclusión n° 137). La CVR encuentra una grave responsabilidad del Estado: i) en el descuido de la educación pública en medio de un conflicto que tenía al sistema educativo como importante terreno de disputa ideológica y simbólica; ii) en el amedrentamiento y/o la estigmatización de comunidades enteras de maestros y estudiantes de universidades públicas, especialmente de provincias; iii) en el deterioro de la infraestructura de varias universidades públicas; iv) en haber permitido graves violaciones de los derechos humanos de estudiantes y profesores por el hecho de ser tales (Conclusión n° 139).

Quienes defienden hoy la inocencia de Fujimori, se niegan a reconocer que gracias a él, hoy nuestras universidades no producen nuevos conocimientos y la formación académico profesional es deficiente, por lo cual la sociedad peruana no puede hacer frente a los nuevos desafíos de la era del conocimiento y la tecnología. Es cierto que las vidas de los estudiantes de la Cantuta representan un significativo valor para quienes seguimos con el ideal que es necesario una reforma universitaria, pero más personalmente priorizo la idea de que Fujimori a través del Grupo Colina no sólo asesino estudiantes, sino asesinó la universidad.

QUITAR Y DAR SEGÚN CONVENGA

Para cuando inició el primer gobierno de Fujimori, la estabilidad laboral y los beneficios sociales eran una realidad. Con la aplicación de la política neoliberal[2], los índices de desempleo se incrementaron al igual que el número de peruanos en condiciones de pobreza[3]. En estas condiciones surgió el asistencialismo que ha dejado secuelas en muchas familias. La entrega de alimentos en lo que se considero sectores populares convirtió a la mayoría de los beneficiarios en personas sin motivaciones, sin expectativas de progreso, los condenó al eterno conformismo, para ellos era más fácil recibir ayuda del gobierno que buscar opciones de trabajo[4].

Los despidos arbitrarios, en algunos casos trajeron consigo rupturas familiares, depresiones, trastornos mentales, delincuencia y otras consecuencias sociales negativas. Eso no se debe olvidar.

Las personas que hoy salen a la calle a justificar el accionar de Fujimori, son parte de la población que durante su gobierno sintió que el papel de gobierno era preocuparse de que a ellos no les falte nada que comer, el resto era accesorio. Para ellos, es mejor tener algo de comida que preocuparse de los derechos humanos, su falta de empatía les lleva a decir que con la decisión del tribunal presidido por el juez San Martín, los terroristas han ganado – aún cuando en la lectura de la sentencia se resalto el hecho de que ninguno de los estudiantes de La Cantuta tenía vínculos con organizaciones violentistas. ¿Qué hubiera pasado si uno de los muchachos asesinados por Colina, fuera un pariente cercano? ¿Seguirían pensando igual?

Es cierto que al igual que estas bajas civiles inocentes, producto de elementos indeseables del gobierno de Fujimori, hubo bajas militares a quienes se ha postergado como consecuencia de esta imagen nefasta que el mismo régimen se encargó de crear. En consecuencia vale precisar que aún no se ha logrado cerrar las heridas producidas por el conflicto interno. Esto como consecuencia de que los gobiernos posteriores a la década del 90’ no han tomado las medidas correctivas para solucionar las raíces de acciones violentas como respuesta de la ausencia de políticas de Estado a favor de las poblaciones más alejadas de la urbe.

EL SIN PERVIRTIÓ A LOS MEDIOS

Los medios de comunicación tienen gran impacto en la población (véase Cuaderno para la reflexión n°1: Tamara, el último crimen de la prensa) y Fujimori y su entorno aprovecharon muy bien esta cualidad para mantener a los peruanos alejados de la realidad, las consecuencias fueron tales que cuando el régimen se desplomo, los anuncios televisivos expresaban la necesidad de retomar valores morales. Sin embargo, parece que los cimientos de aquella sociedad apática de las buenas costumbres y amante del camino fácil, aun persiste en nuestros días[5].

LA HERENCIA DE 10 AÑOS

A Fujimori hay que recordarle esta herencia de 10 años: una universidad sin rumbo, el desempleo y la corrupción. Para quienes aún piensan que se puede perdonar errores como estos, es necesaria una reflexión, el fin no justifica los medios y quien quiera que sea siempre estará al alcance de la ley.

En conclusión, recordar nos permite analizar el pasado para comprender el presente y estructurar nuestro futuro. Tengan por seguro que la memoria de quienes sufrieron las consecuencias del régimen fujimorista no permitirán que otro gobierno vuelva a realizar tales perversiones sin antes pensar en las consecuencias que le ocasionara en el campo legal. Esta decisión sin duda abre un precedente histórico, para que gobernantes que se escudan en la democracia cometan crímenes que atenten contra la integridad humana.

BIBLIOGRAFÍA

LEZEMA COCA y otros. BITÁCORA ACADEMICA: Crónicas sobre el Perú real 2000 – 2002. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima 2004.
COMISION DE LA VERDAD Y RECONCILIACION NACIONAL. INFORME FINAL. Documento 2: Los actores armados, los políticos y las instituciones, las organizaciones sociales y el movimiento de protección de los derechos humanos.

Notas:
[1]Quien quiera que hubiera asumido la Presidencia de la República en 1990 y con cuadros de gobierno más competentes habrían superado los problemas de la hiperinflación, el terrorismo y otros que afectaban el país. Sin duda, se habrían tenido resultados eficientes y con el menor costo social, de tal manera que lo que se pretende exhibir como logros del fujimontecinismo no lo son. VALDEZ CARO, Aurelio. El cinismo como política. BITÁCORA ACADEMICA: Crónicas sobre el Perú real 2000 – 2002. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima 2004.

[2] Los trabajadores fueron duramente golpeados desde los primeros días del gobierno de Fujimori, quien durante su campaña electoral se había manifestado a favor de la estabilidad laboral, pero no vaciló un instante en expulsar de sus puestos de trabajo a un número importante de empleados y obreros del sector público, tanto del gobierno central como de las empresas públicas… En el sector privado ocurrió una figura similar, en el marco de una política neoliberal denominada por algunos como “liberalismo salvaje” que, escudándose en un esquema de reconversión empresarial, llevó a la práctica una política de reducción del número de trabajadores. VALDEZ CARO, Aurelio. Ocupación e ingreso (I). BITÁCORA ACADEMICA: Crónicas sobre el Perú real 2000 – 2002. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima 2004.

[3] Esta información sobre el desempleo está muy lejos de la realidad, pues en los últimos documentos publicados por el INEI sobre el Cambio de Año Base de las Cuentas Nacionales precisan un nivel de ocupación para 1994 de siete millones de trabajadores que, comparados con la PEA de ese mismo año, definen un nivel de desocupación de más de un millón y medio de trabajadores. Es decir, una tasa de desocupación del 18,2%. En el mejor año de la última década habían más de un millón y medio de peruanos sin empleo. VALDEZ CARO, Aurelio. Cifras reales de desempleo. BITÁCORA ACADEMICA: Crónicas sobre el Perú real 2000 – 2002. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima 2004.

[4] Alarma por ejemplo señalar que el déficit de empleos hasta el 2007 será de 2 500 000, o que el 38% de los hogares peruanos consumen alimentos donados por el gobierno, cifra que en algunos departamentos de la sierra llega al 60%, como demostración palpable de la cultura de menesterosos impuesta en los últimos diez años. MOSQUERA MOQUILLAZA, Alberto. Maíz, pan y paz. BITÁCORA ACADEMICA: Crónicas sobre el Perú real 2000 – 2002. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima 2004.

[5] Nos ratificamos, por ello, en lo que escribimos en marzo del presente año en esta misma columna, a propósito de la falsificación de un millón de firmas para lograr la inscripción del Presidente Fujimori como candidato a las elecciones pasadas: “El pragmatismo neoliberal llevado a sus extremos nos ha convertido en una sociedad en lo que menos interesa son los valores éticos, que han sido invertidos incluso para justificar prácticas reñidas con cualquier manual de moralidad ciudadana”. Por ello es que a muy pocos les interesa que en el Perú existan más de 13 millones de peruanos que viven en condiciones de pobreza, o que hayan hombres y mujeres que sobreviven con menos de un dólar diario. MOSQUERA MOQUILLAZA, Alberto. Regeneración moral. BITÁCORA ACADEMICA: Crónicas sobre el Perú real 2000 – 2002. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima 2004.

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