jueves, junio 25, 2009

LA TETA ASUSTADA


Julio Carmona

La metáfora es una figura retórica, una técnica artística, un mecanismo de comunicación que permite a los usuarios transferir las cualidades de un objeto (A) a otro (B) con el cual se le compara para hacer a este último más atractivo. Por ejemplo, si queremos resaltar el color oscuro de unos ojos (B) le transferimos la cualidad de la noche (A), y en lugar de decir: me miran tus ojos negros, se puede decir: me oculta la noche de tus ojos. Se dice que el idioma quechua es eminentemente metafórico, las canciones quechuas usan, por ejemplo, la expresión “urpi” (paloma) para aludir a la mujer amada, a quien si está ausente y sola se le dice “urpichallay”: mi pobre palomita. Y, en ambos ejemplos, se ve que la versión metafórica es más sugerente, atractiva o emotiva que la versión literal, lógica o racional.

Valgan las dos referencias a la metáfora y al quechua para tratar el tema del epígrafe. La película del mismo nombre, galardonada en Europa, tiene las dos vertientes: Teta asustada es la traducción del quechua “mancharisqa ñuñu”, que es al mismo tiempo la metáfora que traduce la creencia andina por la cual la madre transmite al hijo su miedo a través de la lactancia. La creencia popular, el mito, la leyenda, la fábula, el símbolo, la imagen, son medios metafóricos que transmiten los hechos reales suplantándolos por otros, ideales, fingidos o ficticios. Porque en esos terrenos, ligados a la construcción poética, lo que se busca es presentar los hechos comunes como si fueran algo extraordinario.

En el caso del filme laureado, la realidad evidente nos lleva a rememorar la terrible tragedia de la guerra interna que sumió al país en la angustia, la desesperación y el miedo, en la década del 80. Y que en las zonas alto andinas, especialmente en Ayacucho (rincón de muertos) se dio de forma extremadamente patética. Estos hechos fueron estudiados por la antropóloga estadounidense, Kimberly Theidon, quien escribió el libro Entre prójimos, que recoge esa relación de lactancia por la que las mujeres violadas llegaban al extremo de dejar morir a sus hijos evitando lactarlos para impedir que su miedo se les transmitiera a través de la leche. Y, todo esto, el filme lo dice recurriendo a sus imágenes artísticas, pero también lo hace a través de la metáfora del título, porque, al parecer, se basa en los parámetros antropológicos planteados por Kimberly Theidon. En ambos casos, con la intención premeditada de evitar su repetición.

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